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Voto de Vivoleyendo:
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Drama
Historia de tres mujeres de épocas diferentes que tratan de encontrarle un sentido a la vida. A principios de los años 20, Virginia Woolf, en un elegante barrio de Londres, lucha contra su locura mientras empieza a escribir su primera gran novela: "Mrs. Dalloway". En los años 50, en Los Ángeles, a Laura Brown, una mujer casada y con hijos, la lectura de "Mrs. Dalloway" le resulta tan reveladora que empieza a considerar la posibilidad de ... [+]
12 de diciembre de 2007
92 de 111 usuarios han encontrado esta crítica útil
La literatura es mucho más que un montón de palabras escritas en un libro. Un libro es el umbral del universo. Todo lo que puede existir, todo lo que puede suceder, cabe en sus páginas.
Quien escribe abre una puerta al infinito, a una historia que cobra vida por sí misma.
En este tributo a Virginia Woolf, duro hasta el estremecimiento, triste hasta más allá de las lágrimas, profundo como las profundidades insondables del espíritu, observamos con el corazón en un puño el paralelismo entre vida y literatura, las semejanzas entre las personas que aparecen en las tres tramas paralelas, golpeándonos con la apabullante fuerza de sus sufrimientos y de sus destellos de felicidad efímera...
Tres mujeres, tres épocas distintas, envueltas en circunstancias dispares y a la vez tan afines. Creadora y criaturas se funden para demostrarnos que ficción y realidad van de la mano.
Richmond, Inglaterra, 1923. Virginia Woolf, poetisa y novelista atormentada y suicida, va desgranando en su mente visionaria una obra, "Mrs. Dolloway", cuyos personajes escaparán a sus confines para vivir sus vidas reales.
Los Ángeles (EEUU), 1951. Laura Brown, esposa y madre, lectora de "Mrs. Dolloway" y personaje huido de la misma, se debate en una crisis existencial que la pondrá al borde del suicidio.
Nueva York, 2001. Clarisa Vaughan, editora, consagrada a su vida de pareja y de familia, a su trabajo que la hace moverse en la vorágine del mundillo literario y editor, y al cuidado de un escritor enfermo de SIDA con el que conserva un fuerte vínculo sentimental que es el vestigio todavía candente de una antigua relación.
Tres mujeres (increíbles actrices protagonistas) que remueven los cimientos de esta espectadora que soy yo, mostrándose ante mí en toda su dolorosa y palpitante amplitud, con sus desgarradoras dudas, sus más ocultas pasiones, las ataduras (voluntarias e involuntarias) que las aprisionan, sus titubeos, sus equivocaciones, sus ansias de liberación, su búsqueda constante de sí mismas en la incertidumbre de las horas... Y, junto a ellas, secundarios de lujo. Los ojos del pequeño hijo de Laura, que taladran con un destello de premonición, que ven mucho más de lo que él puede asimilar, absorbiendo la agonía interior de su madre... Un Ed Harris al que duele mirar y escuchar... Incluso una Toni Collette que, en su breve aparición, deja en el aire un perfume a eterno femenino y a fatalidad... Nadie desentona en esta obra de arte que trasciende la literatura y el cine para volar hacia ese lugar indefinido al que van a parar las creaciones inclasificables y de valor incalculable.
Quien escribe abre una puerta al infinito, a una historia que cobra vida por sí misma.
En este tributo a Virginia Woolf, duro hasta el estremecimiento, triste hasta más allá de las lágrimas, profundo como las profundidades insondables del espíritu, observamos con el corazón en un puño el paralelismo entre vida y literatura, las semejanzas entre las personas que aparecen en las tres tramas paralelas, golpeándonos con la apabullante fuerza de sus sufrimientos y de sus destellos de felicidad efímera...
Tres mujeres, tres épocas distintas, envueltas en circunstancias dispares y a la vez tan afines. Creadora y criaturas se funden para demostrarnos que ficción y realidad van de la mano.
Richmond, Inglaterra, 1923. Virginia Woolf, poetisa y novelista atormentada y suicida, va desgranando en su mente visionaria una obra, "Mrs. Dolloway", cuyos personajes escaparán a sus confines para vivir sus vidas reales.
Los Ángeles (EEUU), 1951. Laura Brown, esposa y madre, lectora de "Mrs. Dolloway" y personaje huido de la misma, se debate en una crisis existencial que la pondrá al borde del suicidio.
Nueva York, 2001. Clarisa Vaughan, editora, consagrada a su vida de pareja y de familia, a su trabajo que la hace moverse en la vorágine del mundillo literario y editor, y al cuidado de un escritor enfermo de SIDA con el que conserva un fuerte vínculo sentimental que es el vestigio todavía candente de una antigua relación.
Tres mujeres (increíbles actrices protagonistas) que remueven los cimientos de esta espectadora que soy yo, mostrándose ante mí en toda su dolorosa y palpitante amplitud, con sus desgarradoras dudas, sus más ocultas pasiones, las ataduras (voluntarias e involuntarias) que las aprisionan, sus titubeos, sus equivocaciones, sus ansias de liberación, su búsqueda constante de sí mismas en la incertidumbre de las horas... Y, junto a ellas, secundarios de lujo. Los ojos del pequeño hijo de Laura, que taladran con un destello de premonición, que ven mucho más de lo que él puede asimilar, absorbiendo la agonía interior de su madre... Un Ed Harris al que duele mirar y escuchar... Incluso una Toni Collette que, en su breve aparición, deja en el aire un perfume a eterno femenino y a fatalidad... Nadie desentona en esta obra de arte que trasciende la literatura y el cine para volar hacia ese lugar indefinido al que van a parar las creaciones inclasificables y de valor incalculable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Una banda sonora que conecta con lo más visceral e inmaterial que hay en nosotros. La soberbia cadencia de ese piano ultraterrenal. La extraordinaria calidad de una fotografía que lo dice todo en el más hermoso de los lenguajes visuales.
Y, más que nada, una tristeza envolvente e inefable, imposible de abarcar. Los dolores de esta vida que no están sujetos a las premisas de la lógica. Culpa y aceptación. Pero también esperanza. Y amor. Amor imperfecto, amor frustrado, amor truncado, amor que mata, amor puro... Pero amor por encima de todo.
Se nos arroja a esta vida como a los gladiadores a la arena. Y cada cual la sobrelleva lo mejor que puede o que sabe. Todos con su carga. Culpables e inocentes, prisioneros y libres, lastimados y lastimadores. Cada cual con sus fantasmas.
Y, más que nada, una tristeza envolvente e inefable, imposible de abarcar. Los dolores de esta vida que no están sujetos a las premisas de la lógica. Culpa y aceptación. Pero también esperanza. Y amor. Amor imperfecto, amor frustrado, amor truncado, amor que mata, amor puro... Pero amor por encima de todo.
Se nos arroja a esta vida como a los gladiadores a la arena. Y cada cual la sobrelleva lo mejor que puede o que sabe. Todos con su carga. Culpables e inocentes, prisioneros y libres, lastimados y lastimadores. Cada cual con sus fantasmas.