Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Vivoleyendo:
9
Aventuras. Drama. Fantástico. Intriga París, años 30. Hugo (Asa Butterfield) es un niño huérfano, relojero y ladrón que vive entre los muros de una ajetreada estación de trenes parisina. Nadie sabe de su existencia hasta que le descubre una excéntrica niña (Chloë Moretz) junto a la que vivirá una increíble aventura... (FILMAFFINITY)
8 de enero de 2012
33 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Hugo Cabret” es un espectáculo de magia con una llave secreta que abre el corazón para hacer funcionar las almas estropeadas. Es un viaje alucinante a los orígenes del celuloide en un París embrujado.
El homenaje que Georges Méliès, el ilusionista, mecánico, cineasta y fabricante de sueños se merecía. Porque con él se gestó esta maravilla que nos lleva a las estrellas desde hace algo más de cien años. Tuvo mucha más visión de futuro que los Lumière, los inventores de la máquina de filmar, pues al contrario que ellos advirtió que aquel aparato señalaba el nacimiento de una revolución en el campo del arte y del ocio.
Pero como toda ilusión, era frágil, un soplo demasiado fuerte podía desbaratar sus delicados engranajes, los que Méliès había construido con tanto cariño, como los de los juguetes y autómatas en los que él era un consumado manitas. El arte de fabricar sueños se sostiene sobre un castillo de cristal, aquél que el genio empleó como estudio cinematográfico transparente para rodar sus cientos de películas.
Llegó la Gran Guerra y ya no había lugar para una distracción que quedó superflua. ¿A quién le apetecía ver películas cuando medio mundo estaba enzarzado en una hecatombe? La vocación del pionero se vino abajo cuando la gente dejó de tener tiempo y ganas de soñar despierta. Años de pasión y trabajo se arruinaron y los originales que eran el producto de tanta creatividad fueron quemados.
Hugo Cabret es la llave con forma de corazón. La que no inventa ningún artilugio nuevo pero sí aprende cómo encajar y reparar un alma que llevaba muchos años averiada. Es el legado de unos tiempos que pugnan por resurgir, porque heredó los fundamentos de la magia.
Y de hecho, el celuloide retornó con más fuerza que nunca, y el testimonio de ello es que aquí estamos, más de un siglo después de su creación, encomiando una película de un director actual llamado Martin Scorsese.
La forma de rodar ha evolucionado tanto que quizás al mismo Méliès, tan avanzado y vanguardista, le costaría asimilar la masiva intrusión de la tecnología. Ya la artesanía es un artículo desfasado y lo que antes se recreaba con escenarios, decorados y efectos especiales de fabricación casera ahora se hace con complejas máquinas electrónicas como los ordenadores.
Pero el espíritu es el mismo. La forma varía, pero no la finalidad: seguir fabricando sueños.
Venid y soñad. Un viaje al infinito cuesta muy poco.
Vivoleyendo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow