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Voto de Vivoleyendo:
3
Intriga. Romance En el centro psiquiátrico donde trabaja la psicoanalista Constance Petersen (Ingrid Bergman), el Dr. Murchison (Leo G. Carroll) anuncia su retiro de la dirección, en cuyo reemplazo llegará el eminente Dr. y escritor Anthony Edwardes, a quien, justamente, Constance admira muchísimo aunque no le conoce... pero, el mismo día en que el joven y apuesto director (Gregory Peck) es presentado ante los directivos, la psicoanalista comenzará a ... [+]
28 de julio de 2010
18 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Perdonad la gracia facilona, pero es que me resulta irresistible, y además tiene mucha relación con el esquema de la peli. Ahí va:

Esto es un morenazo que está más bueno que un queso, pero tiene una amnesia de caballo, algún defectillo debía de tener. Total, que el menda le alegra la pajarita a una psiquiatra muy guapa pero del tipo ratón de biblioteca, que es más pesada con su dichosa manía del psicoanálisis que el mismo Freud, y ya es difícil. Como el buenorro hace cosas rarillas como suplantaciones de personalidad y no se acuerda de nada, pues la psiquiatra se pone a peinarle la memoria. Aquí, en exclusiva, tenemos los brillantes resultados de la terapia:
-Cariñín (sonrisa tierna de corderito rodeado de corazoncitos), vamos a analizar el último sueño que has tenido. Yo casi nunca me acuerdo de los míos, como el común de los mortales, pero como esto es una peli de Hitchcock y por huevos hay que exprimir el psicoanálisis y la tontería esa de la interpretación de los sueños hasta que el personal tenga ganas de vomitar (porque además han incluido unas escenitas oníricas muy cucas de Dalí), pues te doy dos opciones: te acuerdas, o te acuerdas. No vale que me digas “pufffff, es que nada de nada, cielín, tengo la azotea en blanco” –y le dirige al paciente una mirada de psiquiatra súper-eficiente, con las gafas puestas y el bloc de notas, tan profesional ella que pobre del que se olvide de lo que ha soñado esa noche. Si estoy convencida de que hasta pondría en posición de firmes alguna pequeña fobia escondida o uno de esos secretillos inconfesables como meterse los dedos en la nariz cuando nadie mira.
-Bueno, querida, ya que tengo tantas opciones, madre mía, espera que me da un mareo, eso de elegir entre varias cosas me da dolor de tarro… Espera, que veo algo (se queda tieso como un perro que de repente detecta algo y levanta la pata). Sí, ya recuerdo. Salía una bailarina balinesa restregándome la delantera por los morros.
La psiquiatra, pensativa, empieza a llegar a la más que obvia interpretación (a mí también se me habría ocurrido, si estaba cantado):
-Cariño, eso significa que sin duda en tu juventud una chica tetuda te dio calabazas y se te ha quedado la obsesión por las delanteras. En cuanto a lo de que sea bailarina, eso se debe a que a tu hermana le dio un tiempo por creerse Isadora Duncan y dio tanto por saco con el tema que terminaste odiando a las bailarinas.
-Jo, cariñín, me dejas pasmao. Pero un pequeño detalle: yo no tenía ninguna hermana, que yo sepa. Aunque en lo de las delanteras te doy la razón (mirando la de la doctora, discretamente oculta por la recatada blusa).
-Calla, churri, tú qué sabes si no tenías ninguna hermana. Se supone que tienes amnesia. Ahora dime qué más viste en tu sueño.
-Pues había un tío muy feo repartiendo jamones de pata negra.
-Jo, qué fácil: eso es que además la chica tetuda tenía buenos jamones. En cuanto a lo del tío feo, fue el que se largó con ella a Bali a montar juntos un chiringuito.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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