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Voto de Yasumaro:
8
7,6
49.317
Drama
La película consta de nueve tramas paralelas ambientadas en el Valle de San Fernando, en Los Ángeles: un niño prodigio, el presentador de un concurso de televisión, un ex-niño prodigio, un moribundo, su hijo perdido, la mujer y el enfermero del moribundo. Son historias aparentemente independientes, pero que guardan entre sí una extraña relación. (FILMAFFINITY)
23 de julio de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La única casualidad en Magnolia es la actuación de Tom Cruise.
Según el 63% de las críticas en castellano en Magnolia se enfatiza el componente metafísico. Me refiero a toda esa clase de superchería defensora de que todo hecho más o menos improbable es culpa de algún geniecillo alterador de nuestros designios vitales hasta convertirlos en paradójicos. Sin embargo, las opiniones escritas en la lengua de Shakespeare no llegan a tanto. Tan sólo el 46% de ellas sostienen que el destino es el leitmotiv principal de la película.
Esto, aparte de extraer conclusiones sobre la pasividad emprendedora de los pueblos mediterráneo y anglosajón, habla mucho y mal a propósito de la predisposición del espectador medio a quedar influenciado por la primera escena del montaje. En efecto, el asesinato pertrechado por los tres vagabundos en Greenberry Hill, la grotesca muerte del buzo Derleem Darion, que acabó colgado en el extremo de un árbol, y que, por si fuera poco, provocó el suicidio del piloto de hidroavión, o el rocambolesco suicidio sin éxito acabado en parricidio con éxito protagonizado por los Barringer, provocan en el espectador un pensamiento tendencioso sobre la improbabilidad de las combinaciones y la magia de la casualidad.
En este sentido la lluvia de sapos es el acto refrendador de la casualidad hiperbolizada por encima de todo. Los sapos hacen que el final de los personajes se altere de diversas formas, siempre entendiendo que la lluvia de animales es un fenómeno improbabilísimo. Incluso diría que existe una malinterpretación de la lluvia de sapos por parte del director, pues la lluvia de animales se entiende siempre que éstos sean livianos, no sapos de dos kilos.
Yo, sin embargo, aludo al opening de otra notable película cuya temática es la arbitrariedad del destino; A serious man (2009, Coen bros.) donde por medio de un excelente corto independiente de la historia principal se nos indica que toda acción acaecida no tiene por qué tener explicación alguna; recibe con simpleza todo lo que te ocurra, rezaba una frase rotular al final de la escena. Al hilo de esto, recuerdo cómo pasé absolutamente todo el metraje de la película intentando acomodar ese principio con la narración formal. Al tiempo entendí que hice el estúpido; el principio tan sólo trata de explicar que en cualquier momento puede suceder cualquier cosa, y sobre todo, que no hay que sorprenderse por ello.
Magnolia es otra película coral donde personajes luchan según su escala de valores e intereses propios. El hecho de que sus historias interactúen sólo es el resultado de observarlas desde fuera, como ese duendecillo de antes pero sin poder influir en lo absoluto. De hecho, casi toda acción que nos ocurra, por cotidiana que sea, responde a una enorme sucesión de otras acciones que desembocan en el hecho observado. Tan sólo hay que reconstruir hacia atrás para percatarnos de ello. (Sigue en spoiler sin spoilers)
Según el 63% de las críticas en castellano en Magnolia se enfatiza el componente metafísico. Me refiero a toda esa clase de superchería defensora de que todo hecho más o menos improbable es culpa de algún geniecillo alterador de nuestros designios vitales hasta convertirlos en paradójicos. Sin embargo, las opiniones escritas en la lengua de Shakespeare no llegan a tanto. Tan sólo el 46% de ellas sostienen que el destino es el leitmotiv principal de la película.
Esto, aparte de extraer conclusiones sobre la pasividad emprendedora de los pueblos mediterráneo y anglosajón, habla mucho y mal a propósito de la predisposición del espectador medio a quedar influenciado por la primera escena del montaje. En efecto, el asesinato pertrechado por los tres vagabundos en Greenberry Hill, la grotesca muerte del buzo Derleem Darion, que acabó colgado en el extremo de un árbol, y que, por si fuera poco, provocó el suicidio del piloto de hidroavión, o el rocambolesco suicidio sin éxito acabado en parricidio con éxito protagonizado por los Barringer, provocan en el espectador un pensamiento tendencioso sobre la improbabilidad de las combinaciones y la magia de la casualidad.
En este sentido la lluvia de sapos es el acto refrendador de la casualidad hiperbolizada por encima de todo. Los sapos hacen que el final de los personajes se altere de diversas formas, siempre entendiendo que la lluvia de animales es un fenómeno improbabilísimo. Incluso diría que existe una malinterpretación de la lluvia de sapos por parte del director, pues la lluvia de animales se entiende siempre que éstos sean livianos, no sapos de dos kilos.
Yo, sin embargo, aludo al opening de otra notable película cuya temática es la arbitrariedad del destino; A serious man (2009, Coen bros.) donde por medio de un excelente corto independiente de la historia principal se nos indica que toda acción acaecida no tiene por qué tener explicación alguna; recibe con simpleza todo lo que te ocurra, rezaba una frase rotular al final de la escena. Al hilo de esto, recuerdo cómo pasé absolutamente todo el metraje de la película intentando acomodar ese principio con la narración formal. Al tiempo entendí que hice el estúpido; el principio tan sólo trata de explicar que en cualquier momento puede suceder cualquier cosa, y sobre todo, que no hay que sorprenderse por ello.
Magnolia es otra película coral donde personajes luchan según su escala de valores e intereses propios. El hecho de que sus historias interactúen sólo es el resultado de observarlas desde fuera, como ese duendecillo de antes pero sin poder influir en lo absoluto. De hecho, casi toda acción que nos ocurra, por cotidiana que sea, responde a una enorme sucesión de otras acciones que desembocan en el hecho observado. Tan sólo hay que reconstruir hacia atrás para percatarnos de ello. (Sigue en spoiler sin spoilers)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Por el contrario, pienso que el componente dhármico sí está buscado por el director de forma premeditada. A lo largo de las tres horas de metraje se repite una y otra vez quizá nosotros hayamos acabado con nuestro pasado, pero nuestro pasado no ha acabado con nosotros. Es decir, nuestras acciones en el pasado afectaran a nuestro futuro, e incluso más allá. Este es el caso del ex niño prodigio, torturado en su presente debido al maltrato que sufrió par parte de la comunidad en el pasado. Más o menos este podría ser el futuro hipotético de Stanley, niño apocado y genial, empeñado en demostrar que no es una monería de circo, aunque su padre tan sólo lo utilice para explotar sus intereses. Aquí observamos cómo las acciones de los padres influyen en los hijos, generando un estado de antipatía y odio que los condicionará en el futuro.
Aunque no tenga nada que ver con lo anterior me gustaría acabar explicando levemente la opinión que le reservo al film en sí, una película muy destacada, con actuaciones solventes, pero que empieza a hacer aguas a partir de las dos horas de metraje. Pienso, verdaderamente, que todo lo que nos dice P. T. A se podría haber dicho en menos tiempo y sin necesidad de la sensiblería del último tercio del film. El principio, con un lenguaje y humor negro muy al estilo de los Coen, congeniaba con el espectador de forma evidente, le prometía un tono canalla, desprendido de tópicos, pero al final asistimos a un viraje hacia la estética de videoclip y la ñoñez infundada para buscar la complicidad de la mayoría de los espectadores.
Esto hace de Magnolia una historia extraña, que amaga hacia un lado para acabar precisamente en el otro.
Aunque no tenga nada que ver con lo anterior me gustaría acabar explicando levemente la opinión que le reservo al film en sí, una película muy destacada, con actuaciones solventes, pero que empieza a hacer aguas a partir de las dos horas de metraje. Pienso, verdaderamente, que todo lo que nos dice P. T. A se podría haber dicho en menos tiempo y sin necesidad de la sensiblería del último tercio del film. El principio, con un lenguaje y humor negro muy al estilo de los Coen, congeniaba con el espectador de forma evidente, le prometía un tono canalla, desprendido de tópicos, pero al final asistimos a un viraje hacia la estética de videoclip y la ñoñez infundada para buscar la complicidad de la mayoría de los espectadores.
Esto hace de Magnolia una historia extraña, que amaga hacia un lado para acabar precisamente en el otro.