La Hammer nos permite volver a disfrutar de la siempre notable presencia de Peter Cushing como el mítico cazador de vampiros: Abraham Van Helsing. A pesar del título, no esperen al malvado conde entre los integrantes del elenco, aunque sí queda el legado de sus víctimas y una más que entretenida historia de romances, sangre y castillos remotos.

Terence Fisher dirige con su usual oficio para el género una aventura que tiene el pulso y la duración exactas, permitiéndose, además, algunas insinuaciones eróticas subidas de tono para la fecha en la que fue realizada. Quizás lenta para el ritmo al que acostumbra el espectador de hoy en día, no deja de tener una gran dosis de encanto.

Se utilizan muy bien los elementos disponibles, aunque algunos efectos especiales (sobre todo las transformaciones de los malditos en murciélagos) causarán hoy una sonrisa irónica. No obstante, basta ver el buen uso que el equipo de Fisher saca de algo tan simple como un molino.

Un elemento muy atractivo del film es que tiene una notable presencia de personajes femeninos para llevar el peso de la historia.