Durante toda la película tuve una mezcla de sensaciones muy gratificante, de ahí que sea una de las grandes del cine. Hay momentos muy entrañables que te hacen ver como podría ser la vida de un hospital psiquiátrico de la época, la actuación de todos los actores me parece sublime, pero más que eso, es la calidad con que Forman recoge los planos de todos los pacientes en cada momento para que no perdamos detalle alguno de sus reacciones. Entre todos ellos está claro que tenemos que destacar a Jack Nicholson que borda el papel de McMurphy, un delincuente que quiso cambiar las normas establecidas de la vida psiquiátrica. De toda la película me quedo con el increíble final, desde la secuecia de Billy (Brad Dourif), un chavalillo que no actuaba jamás en contra de lo que dijera su madre, hasta la escena del jefe (Will Sampson).