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España España · teruel
Voto de simón:
6
Comedia. Drama En Nueva York, dos matrimonios se reúnen, en principio de manera civilizada, para hablar de la reciente pelea que han tenido sus hijos en un parque. Pero el encuentro se complicará hasta límites insospechados... Adaptación de la obra teatral homónima de la autora francesa Yasmina Reza. (FILMAFFINITY)
3 de diciembre de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué es el ser humano, qué papel ejerce en el mundo, moldea su personalidad la sociedad, o por el contrario, ésta es orientada por sus apetencias naturales?.
A esta y otras cuestiones intenta responder Polanski en su último trabajo, que bajo la inocente apariencia de un indolente entretenimiento intelectual, opera como un ágil y certero retrato de las relaciones interpersonales que se hilvanan en esta tupida y cada vez más compleja red de intereses entremezclados, emboscados bajo la apariencia de la corrección política.
Abrigado tras el parapeto de la alambicada inspiración de una modesta obra teatral, y bajo un minúsculo microcosmos de cuatro personajes, el director indaga en la frustración de la expectativas derrumbadas por el transcurrir de unos días sin brillo, ni destellos; en la dualidad etérea de nuestros ambiguos sentimientos, en la profundidad de las emociones trabajosamente disimuladas, en suma, en todos esos resortes que surgen y nos protegen cuando el peligro asecha nuestro precario equilibrio emocional.
Bajo su superficial apariencia, repito, sólo superficial, Polanski nos regala una diestra disección de la condición humana, de su errático rumbo, de la intransigencia de sus decisiones, de la sacralización casi mágica de sus abstrusas necesidades personales, del egoísmo cerval que mana de cada gesto, de la desaparición de la fe y la hipocresía que indefectiblemente edifica, a modo de consecuencia, desembocando su carencia, por ende, en un inmenso mar de cinismo.
Pero, a su vez, Polanski, no sólo acierta en la descripción subjetiva de la debilidad del ser, en su aparente y falsa complejidad y la imbricación de sus egoístas necesidades, sino que también colorea una metáfora compleja de toda una sociedad, y cómo ésta redirige, en ocasiones incorrectamente y en las restantes de forma opresiva y castrante, al individuo y sus espurias apetencias hacia el interés de un organismo colectivo, en el que el hombre no cree, ni quiere creer, pero que necesita para sobrevivir.
simón
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