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Voto de Fui Kruegerface:
7
Drama Segunda mitad del siglo XVII. Dos jóvenes jesuitas portugueses viajan a Japón en busca de su mentor, el conocido misionero Padre Ferreira. Los últimos rumores indican que, tras ser perseguido y torturado, Ferreira ha renunciado a su fe, algo difícil de creer para los sacerdotes que parten en su búsqueda. En Japón ellos mismos vivirán el suplicio y la violencia con que las autoridades japonesas persiguen a los cristianos, a los que ... [+]
10 de enero de 2017
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que se hacen mejores en una sala de cine, que superan su condición vulgar para convertirse en obras que perdurarán en el recuerdo. Es el caso de "Silencio", el último estreno de Martin Scorsese, cineasta que se aleja de su querido terreno gangsteril para adentrarse en la espiritualidad que desprende el trato fílmico de la religión. El filme, basado en la novela de Shusaku Endo, cuenta la historia de dos sacerdotes jesuitas que se enfrentan a una persecución violenta cuando viajan al Japón de 1640 para buscar a su mentor, del que no tienen noticias desde hace tiempo. A partir de aquí, se relata un periplo a veces fatigoso para el espectador, con reflexiones y torturas a cristianos que se alargan más allá de las dos horas y media de duración, en un metraje excesivamente largo y falto de la garra e intensidad que sí que existía en "La última tentación de Cristo" (Martin Scorsese, 1988). Además, en el apartado interpretativo tenemos a Andrew Garfield como actor principal, quien no ayuda a que la película alcance cotas de verdad reseñables. Su actuación se me antoja falta de fuerza, especialmente en las escenas más duras, con unos "pucheros" en los que no caerían actores que creo hubieran sido mejores opciones de casting, como por ejemplo James McAvoy o Ben Whishaw.

Sin embargo, todos los obstáculos quedan en un segundo plano en la sala de cine, donde "Silencio" luce majestuosa con una portentosa recreación del Japón de la época y una lucha de creencias que, aun repetitiva, resulta capital incluso en su sinsentido. Esa dicotomía del fervor creyente se personaliza hacia el final de la película en el encuentro entre Liam Neeson y Andrew Garfield, donde el padre de "Venganza" vuelve a dar una lección de hondura interpretativa que se aprecia aún más enorme en pantalla grande. En este punto, el "crescendo" del filme es ya imparable y cristaliza en una escena que pasa a la historia del cine, donde la imagen se ralentiza y se elimina cualquier sonido que pueda distraer de la idea de soledad ante el silencio de un dios cristiano. Os aseguro que en la sala de cine no se oyó ni el vuelo de una mosca, un momento mágico que nunca había vivido y que supongo que nunca volveré a vivir, como también os digo que a falta de dos o tres minutos hubo gente que se marchó de la sala después de haber aguantado casi las dos horas y media del relato. "Silencio" no es un plato fácil de digerir, hay que ir preparado para el cambio de rumbo que supone la nueva aventura del director nacido en Queens, pero es una experiencia cinematográfica que se magnifica en la sala de un cine. Scorsese sigue filmando, huye del sigilo y se lo da a sus espectadores en forma de un tesoro que bien vale el pago de una entrada. Es, en definitiva, un silencio que grita a voces.
Fui Kruegerface
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