La inseguridad ciudadana, así como los altísimos índices de delincuencia existentes en la mayoría de metrópolis sudamericanas, ha movido a muchas urbanizaciones y barrios de élite a desarrollar sus propios sistemas de seguridad y vigilancia privada de una forma totalmente ajena a las administraciones públicas, creando verdaderos reductos parapoliciales donde la ley y el orden corren a cargo de la gestión vecinal y no de las fuerzas policiales del Estado. Sin ahondar en los motivos que provocan los altos índices delictivos antes mencionados (motivos clara y directamente relacionados con un reparto injusto de la riqueza), La Zona se hace eco de este fenómeno, y lo trata de forma seria a la par que rigurosa. La intriga acerca de los límites de la seguridad privada que se nos plantea, directamente entroncada con una trama de corrupción política y policial más genérica (otro de los problemas endémicos de Latinoamérica), nos hace visualizar de forma estupefacta un problema real en aquellas latitudes, y reflexionar sobre los inconvenientes éticos que puede provocar un excesivo celo a la hora de aplicar mecanismos de autodefensa al margen de la ley. El principal problema de la ópera prima de Rodrigo Plá, al margen de sus loables e innegables buenas intenciones, es que queda apuntalada en base a unos giros de guión demasiado forzados, lo que impide una mayor verosimilitud en una trama sin duda interesante.