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8
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Ciencia ficción. Intriga
Un científico es enviado a la estación espacial de un remoto planeta cubierto de agua para investigar la misteriosa muerte de un médico. Adaptación del clásico de ciencia-ficción del escritor polaco Stanislaw Lem. (FILMAFFINITY)
29 de abril de 2007
252 de 380 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue mi primera experiencia con Tarkovski. La vi hace muchos años, en el madrileño cine Doré, como corresponde a un incipiente gafapasta. Así me desvirgué. Fue tan bonito…
No iba sólo. Me acompañaban mis queridos Hermione Granger, Macarrones y Rifiuti. De los cuatro, sólo yo permanecí despierto todo el tiempo.
Salí fascinado de la sala.
===
(Años después)
Me casé, tuve dos hijos, me di una vuelta por la Fnac y… ¡allí estaba ella!, en una edición para coleccionistas. Me acerqué, la toqué tímidamente, la saqué (de la estantería, claro), la volví a meter… y así unas cuántas veces.
Finalmente, me decidí. Compré la peli.
===
(Semanas después)
La introduje en el aparato reproductor y quise recordar los viejos tiempos, pero… no fue lo mismo. Me faltaban los ronquidos de mis compañeros del Doré (Hermione, fidelísima, volvió a verla conmigo, ¡y ni siquiera se durmió!).
¿La cinta se había apolillado? Con los ojos llorosos, vi mi reflejo en el espejo del salón: era yo quien había envejecido.
===
Cometí el error de querer vivir de nuevo una experiencia irrepetible. Solaris, ¿qué me has hecho?
No quiero verte más.
No iba sólo. Me acompañaban mis queridos Hermione Granger, Macarrones y Rifiuti. De los cuatro, sólo yo permanecí despierto todo el tiempo.
Salí fascinado de la sala.
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(Años después)
Me casé, tuve dos hijos, me di una vuelta por la Fnac y… ¡allí estaba ella!, en una edición para coleccionistas. Me acerqué, la toqué tímidamente, la saqué (de la estantería, claro), la volví a meter… y así unas cuántas veces.
Finalmente, me decidí. Compré la peli.
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(Semanas después)
La introduje en el aparato reproductor y quise recordar los viejos tiempos, pero… no fue lo mismo. Me faltaban los ronquidos de mis compañeros del Doré (Hermione, fidelísima, volvió a verla conmigo, ¡y ni siquiera se durmió!).
¿La cinta se había apolillado? Con los ojos llorosos, vi mi reflejo en el espejo del salón: era yo quien había envejecido.
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Cometí el error de querer vivir de nuevo una experiencia irrepetible. Solaris, ¿qué me has hecho?
No quiero verte más.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Sin embargo, al libro de Stanislaw Lem, le ha sido concedido el don de la eterna juventud.
===
04/08/2022
Hoy he vuelto a visitarla. Me ha llamado la atención, ante todo, su mundo circular. En la puesta en escena, en las panorámicas, en la composición y la estructura.
Treinta segundos de ingravidez, una punzada; un mar que es sumidero o remolino; el Maelstrom (corriente que tritura) de Julio Verne o Edgar Allan Poe.
Lem escribió que el hombre busca espejos más que conocer. En Tarkovski ese buscar es evidente. γνωθι σεαυτόν, conócete a ti mismo, rezaba el pórtico de Apolo.
He recordado aquel poema de 'Arde el mar', de Pere Gimferrer:
El mar dobla la capa de Teseo
sobre su espejo cóncavo. ¿Qué luz
punza mis ojos, varetazo, daga
de bronce líquido? Aves nos hablan, aves
no de este mundo. Oh, golpead mis pómulos
con la miel de esta luz, tendón, escafandra
o gas en mis pulmones, inhalando
y exhalando, como un águila partida
en dos mitades. Vivo, vivo estoy
como un águila, dioses. ¿Seré uno
o dos para vosotros? No pensaba
hallarme aquí, en la gruta donde velan
minotauros de yeso. Viento, acucia
tus carnes en Trieste, y lean los míos
sobre la esfera verde de sus ojos
que me he perdido en Creta.
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04/08/2022
Hoy he vuelto a visitarla. Me ha llamado la atención, ante todo, su mundo circular. En la puesta en escena, en las panorámicas, en la composición y la estructura.
Treinta segundos de ingravidez, una punzada; un mar que es sumidero o remolino; el Maelstrom (corriente que tritura) de Julio Verne o Edgar Allan Poe.
Lem escribió que el hombre busca espejos más que conocer. En Tarkovski ese buscar es evidente. γνωθι σεαυτόν, conócete a ti mismo, rezaba el pórtico de Apolo.
He recordado aquel poema de 'Arde el mar', de Pere Gimferrer:
El mar dobla la capa de Teseo
sobre su espejo cóncavo. ¿Qué luz
punza mis ojos, varetazo, daga
de bronce líquido? Aves nos hablan, aves
no de este mundo. Oh, golpead mis pómulos
con la miel de esta luz, tendón, escafandra
o gas en mis pulmones, inhalando
y exhalando, como un águila partida
en dos mitades. Vivo, vivo estoy
como un águila, dioses. ¿Seré uno
o dos para vosotros? No pensaba
hallarme aquí, en la gruta donde velan
minotauros de yeso. Viento, acucia
tus carnes en Trieste, y lean los míos
sobre la esfera verde de sus ojos
que me he perdido en Creta.