Puede sorprender la incursión - excursión del director iraní Asghar Farhadi en la España profunda y lo bien que sabe reflejar esos odios y rencillas que se guardan desde muy atrás y como vuelven a resurgir por acontecimientos actuales. Algo que tan bien supo reflejar Carlos Saura con El séptimo día y que tanto me recuerda Farhadi con esta película. Sin embargo, todo el buen hacer se queda aquí, y es una lástima pues podría llegar mucho más lejos con su película.

Después de un inicio más que prometedor del personaje de Inma Cuesta con su novio catalán (me recordó a los 8 apellidos catalanes pero sin los chistes, también hay que decirlo) y la naturalidad con la que refleja las costumbres de esa parte de España, que no pareciera la mirada de un director extranjero y de una cultura tan distinta a la nuestra, si no alguien oriundo del lugar.

Pero la película pierde fuerza en el momento del desencadenante del drama (el secuestro de la hija del personaje de Penélope Cruz) y su desarrollo posterior. Y sé que el secuestro solo sirve para descubrir todo lo que los personajes callaban desde hacía tiempo, que es lo que verdaderamente importa en la historia. Sin embargo, no veo profundidad psicológica en esos personajes con todo lo que saben y todo lo que callan; y todos ellos, que hasta el momento del secuestro eran de lo más creíble, dejan de serlo. En especial el personaje de Penélope Cruz que hace un ejercicio de sobreactuación desde el momento del secuestro, cuando hasta dicho momento había estado de lo más convincente; siendo los personajes de Elvira Minguez y Bárbara Lennie los únicos que me resultan creíbles de principio a fin.

Pero ya la parte del descubrimiento de los culpables; si esa parte es secundaria no necesito saber quién lo hizo y aunque así fuera me parece de lo más forzado, aparte de poco creíble y su único sentido es ir apurando su final.