"¿Le temes al castigo eterno, John?"

'John Wick: Chapter Two' (2017) comienza arrollando justo como finaliza la anterior, con escenas nocturnas, persecución en automóvil y pequeños momentos de lucha. De estructura similar al guión de la primera parte, peor en equilibrio narrativo eso sí, y una nueva localización, Roma, además de continuar en Nueva York. Anteriormente la mafia rusa, ahora, la italiana.

Esta secuela ya no trata la venganza personal, sino una cuenta pendiente que saldar, que lleva a saltarse las reglas establecidas de un universo que amplia sus horizontes en todo. Más violencia, más muertes, todo tipo de asesinos, más enfrentamientos de tú a tu, y un coto de caza que sitúa al protagonista contra las cuerdas, provocando un lucimiento superior tanto de Keanu Reeves como del personaje que interpreta.

Si en la primera todo era más urbano, aquí la acción encuentra cobijo en escenarios impolutos como toda la parte en las catacumbas de Roma. Secuencia estrella, más lograda en dirección y tono que la del club Red Circle en John Wick (2014). O toda la odisea en el Museo moderno del desenlace. Especial atención a la escena del lapicero con montaje en paralelo, una salvajada. Mucho más irónica en la disimulada parte cómica, y destellos de western. Apariciones estelares de Laurence Fishburne y Franco Nero, con Ruby Rose como una de las amenazas en un enigmático papel.

Acaba en un epilogo inmejorable, el mejor cierre de las tres primeras, en ese atardecer en Central Park, creando mayúscula expectación de cara a una prometedora lucha por la supervivencia en la siguiente.