Sin duda y unanimemente, una de las grandes películas de la Historia del Cine, la obra maestra total y absoluta del inconstante pero genial hasta el fondo Robert Rossen ("El político"). "El buscavidas" es una plasmación analítica perfecta y milimétrica de la sociedad americana, aquella que basa en el egoísmo pisoteante, en la atropellada y siniestra filosofía del éxito, en la puta victoria a cualquier precio, los pilares de su idiosincrasia. Rossen analiza, radiografía, exhibe, contempla y remueve de forma desoladora, aguda y genial todo ello hurgando en esos conceptos tan aparentemente sólidos y necesarios, como faltos de alma y humanidad. Rossen saca un bisturí punzante e implacable para tornar la aparente limpieza de la cicratiz de la herida en la real infección que es (y pese a oxigenar a esa herida no la cierra porque no hay panacea definitiva para ello), sin reparar en discursos pedantes, en complejos juegos de equilibrista. Rossen es un realista crudo y frío pero capaz de lograr una atmósfera grandiosa, perfecta, que encauzada por unos diálogos antológicos, una preciosa y líquida fotografía, un reparto adecuadísimo y memorable y una puesta en escena prodigiosa, milimétrica, fascinante, hacen de "El buscavidas" la joya cinematográfica que es.