En un bosque norteño dos hombres (uno conservador de la naturaleza -Pasquale- y otro educador en vacaciones -Fernán Gómez- descubren un extraño ser con signos mutantes de animal. Entre ambos surgirá un enfrentamienteo ya que cada cual tiene una postura diferente respecto a ese ser: uno cree que es una bestia feroz, el otro una persona co físico de oso pero dotada de inteligencia y sentimientos.
Siendo como es la más descabellada y extraña película de Gutiérrez Aragón resulta loable que éste no haya caído directamente en el abismo del ridículo con esta fábula en la que hay un oso que se pasa toda la película hablando como si tal cosa y va hasta a trabajar a una empresa -un osezno Gregorio Samsa-. Esto, en un cineasta tan poco dotado para el género fantástico o de lo misterioso, como es Gutiérrez Aragón, invitaba al más estrepitoso porrazo, pero sale airoso de tal empeño y la fábula, sin ser muy compleja, sí resulta atractiva y suministradora de no pocas cuestiones: el lenguaje y su importancia, la ferocidad tanto del hombre como de los animales, la perturbación que produce en el mundo cotidiano la aparición de un ser extraño, y la inevitable desgracia que ello acarrea.
La película tiene puntos de contacto con el primer largometraje de su autor ("Habla, mudita") y participa del filón de "pequeños salvajes" que tanto ha tratado el cine -Truffaut a la cabeza, por supuesto- pero desde una perspectiva muy personal y arriesgada.
Mejor en la dirección de actores que otras veces (buena parte del éxito de la empresa es la interpretación de Fernán Gómez) contiene el único momento "mágico" (y muy hermoso también) del cine de Gutiérrez Aragón que yo realmente recuerde (spoiler).
Paradojicamente, está considerado uno de los peores trabajos de su autor y fue un fracaso rotundo.