Pasa por ser uno de los grandes éxitos comerciales del cine de terror español, aparte de una muy notable película. Pese a su discutible y hasta demagógico prólogo, Ibañez Serrador logra sumergirnos plenamente en la historia, contraponiendo la presunta candidez infantil a la real maldad asociada a éstos. Se hace, pues, terror y pesadilla de lo normal y cotidiano y una vez bajamos de la barca a esa plácida isla, la tensión nos sube como la espuma. Exprime, por tanto, con notable solvencia y astucia comercial sus recursos, siendo hábil en el uso de ellos para lograr un clima desasosegante (muy buen uso del calor) y de una crueldad inoxidable en ese particular sadismo infantil. Se notan las influencias de gente como Hitchcock o Corman y aparte de una obvia parábola vengativa de los históricamente utilizados y asesinados niños hacia el mundo infantil (así como de la universalidad de la maldada), esconde subliminalmente una inquietante lectura: esos niños salvando al mundo del futuro de más procreación... Basada en un relato de Plans, tiene buenas interpretaciones y logró con suficiencia lo que pretendía.