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El temible burlón

Aventuras Siglo XVIII. Todo un clásico del cine de piratas que narra las correrías de un pirata y su acrobático e inseparable compañero, unos temibles corsarios que aterrorizan a las tripulaciones de los barcos que navegan por el Mar Caribe. (FILMAFFINITY)
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Críticas 47
Críticas ordenadas por utilidad
7 de noviembre de 2017
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aparece de un salto en pantalla, él, Vallo, el llamado "Pirata Rojo", y orgulloso nos impresiona con sus palabras, la obligación de que no pensemos y creamos lo que vemos, bueno, sólo la mitad de lo que vemos, dispuesto a conducirnos a la aventura de nuestras vidas.

A algunos les cuesta encajar una obra dentro de la filmografía de un director cuando se sale de los márgenes establecidos que él mismo ha adoptado, y si por algo destacó y destacará la carrera del mítico Robert Siodmak es por sus incursiones en el melodrama y el cine negro, de las más inolvidables de la Historia; pero la llegada de la década de los '50 y la poca atención que logra "Deported" parecen ser incentivos suficientes para desviarse hacia alguna ruta alternativa. Si ese era su objetivo no podría haber elegido, desde luego, una tan increíble y extraña como la presente.
El guionista de "Diez Valientes" y (la revitalizadora para los hermanos Marx) "Una Noche en Casablanca", Roland Kibbee, era un buen amigo y colaborador de la súperestrella Burt Lancaster, al igual que el productor Harold Hecht, quienes siempre intentaron repetir el enorme éxito de "El Halcón y la Flecha", aun con irregulares resultados, y la primera mencionada, donde todos ellos se dieron cita, es un buen ejemplo. Pero aún quedaba por ver "The Crimson Pirate", donde (no sé muy bien por qué ni deseo saberlo jamás) vino a inmiscuirse el natural de Dresden, en ese acto rebelde de dar la vuelta a su cine.

Es curioso que se concibiera la primera versión del guión de un modo mucho más violento, oscuro y con ciertas connotaciones políticas (de la mano de Lancaster), pero cualesquiera de esas intenciones se esfuman desde el primer momento en que le vemos realizando unas cabriolas en el aire al más puro estilo de Fairbanks o Flynn como carta de presentación de su personaje, un alegre y descarado bucanero, invitándonos al espectáculo. Y aún es más curioso que fuese el mismo Siodmak quien apostase por lo que parecía ser la vertiente más festiva y espectacular de un género muy prolífico en aquellos tiempos, el de capa y espada.
Sí, la introducción lo deja claro, pero nadie lo afirmaría con esos primeros minutos donde vemos en las aguas del Caribe a un navío británico acercándose a otro cuya tripulación a muerto de una epidemia; esto es lo único que debió quedar del guión original de Kibbee, estas secuencias tétricas que siguen exhalando el aroma del "noir" del cineasta, filmadas en la penumbra y fotografiadas con extrema belleza por Otto Heller. A poco que se puede se descubre la verdad, los muertos resucitan, la trampa a los ingleses ha sido un éxito, la aventura ha comenzado realmente...¿pero para bien o para mal?

La trama, impulsada por la captura de un influyente individuo enviado a eliminar una rebelión en una isla, con cargamento que traficar de por medio, daría para una buena intriga de bucaneros, oficiales, asesinos y motines; sin embargo, cuando el capitán y su segundo (Ojo, interpretado por Nick Cravat, viejo amigo íntimo y compañero de fatigas de Lancaster) parten solos a tierra, se adueñarán del film y su sentido de la lógica, que destruyen a base de interminables "gags" más cerca de Dean Martin y Jerry Lewis o los Marx, estableciendo que todo lo sucedido debe ser tomado como una parodia disparatada del género al que se está rindiendo tributo...
Y poco puede apelar al humor del espectador que pase de la pubertad e incluso de la infancia; "The Crimson Pirate" se pierde por los siete mares de la incoherencia queriendo ser más divertida de lo que se puede permitir, presentando estereotipos terriblemente desarrollados a lo largo de una historia que es un ir y venir continuo de los protagonistas, cuyos viajes siempre acaban en fracaso o grandes peleas, sin lograrse nada. La venta de armas se cruza con la historia de Consuelo (Eva Bartok, lo único hermoso aquí), y la de su padre, el rebelde que todos quieren asesinar, de ahí al obligatorio romance, rebajando el papel de ella a lo más plano e imbécil, y de golpe un motín y un aparente cambio de atmósfera, más dramática y oscura...

Pero la velocidad no ayuda a la cantidad de sucesos y secundarios que se presentan en esa primera mitad de metraje, todos con sus propias tramas a desvelar. En realidad es Bellows (un genial Torin Thatcher) quien debiera ser el protagonista desde el principio, con sus aires traidores, rastreros y miserables, como los de los piratas auténticos y no estas caricaturas descerebradas; con la chica pasando de manos cual baratija nunca sabemos en qué historia ni villano nos hemos de centrar, mientras Lancaster se va a vivir la suya, colaborando para derrocar a los repugnantes oficiales y rescatar (¡pues para eso está!) a la damisela en apuros.
Siodmak rueda una monumental hazaña de capa y espada, en Technicolor y abusando del presupuesto (lo que daría problemas a Warner), pero en lugar de tomar ejemplo de Haskin, Murphy, Curtiz o Walsh, culpables de revitalizar y sofisticar este cine que se creía olvidado (el último estrenaría unos meses después la imprescindible "El Pirata "Barbanegra" "), se sale por la tangente y deja a Lancaster y Cravat a su aire, apropiándose de la función, al igual que deja reinar el absurdo más infantiloide, y es clara su incapacidad para filmar comedia y aventura y mezclarlas como es debido...

Aun prolongándose el despliegue de medios y las dimensiones de la aventura, el sentido común de los personajes descarrila así como el ingenio del humor, que ya pasa al insoportable delirio; el colmo de los colmos es ver al protagonista en globo, luego manejando explosivos, e incluso travestido (¡!), todo sea para salvar a la chica.
Lancaster se lo pasa muy bien en su gusto ilimitado por la pendencia y la chulería, pero tanto a él como al director (y a todos los implicados si hiciese falta) habría que pasarlos por la quilla y echarlos a los tiburones. Así termina éste, de tan mala manera, su idilio norteamericano, para regresar a Europa...
Chris Jiménez
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26 de junio de 2013
8 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera patada es contra la historia. Gran culpa de la falsa idea que la cultura general tiene sobre la figura del pirata se la debemos a películas como el Temible Burlón. No, los piratas no eran unos tipos majos que compartían el Whisky con sus compañeros, sino que mataban por una mísera gota de alcohol. Tampoco gozaban de un código o unas leyes como se ha venido contando en muchos films, más allá de momentos muy puntuales en la historia, precisamente porque eran en su mayoría unos tipos capaces de cualquier canallada. Olonés el cruel se comía a parte de la tripulación a la que tomaba posesión, Barba azul se maquillaba y se ponía velas con tal de parecerse al diablo e infundir terror al enemigo. No, los piratas no eran unos tipos majos, por muchas películas que hayan tratado de mitificarlos. No podemos ni debemos olvidar el poder que tiene el cine en causar imágenes en los grandes colectivos de la sociedad.

Y todo en gran parte por una cuestión nacionalista. Es cierto que las atrocidades del imperio español contra los pueblos indígenas de Suramérica son conocidas, pero la manipulación histórica del film es tan tremenda que ni siquiera un vago prólogo puede justificar el posicionamiento absurdo de la película. Y es que es difícil admitir que parte de tu pasado está marcado por una llaga tan profunda. Y en vez de admitir errores, ciertas naciones han tratado de maquillar cierta parte de la historia que resulta hartamente oscura. De tal manera que en la película los piratas son unos tipos casi elegantes y simpáticos, mientras que los españoles son unos monstruos opresores que tienen esclavizado a la población y resultan personajes totalmente caricaturescos.

La segunda patada es al cine. Olvidemos ya este cine apolillado que nunca acaba de morirse. Algunos nostálgicos tratan de recuperarlo, y lo levantan de la tumba de la que nunca debería haber salido, exclamando aquellas recurrentes frases de ya no se hacen películas como antes. Pues casi resulta una bendición que no se hagan películas como “El temible Burlón”, una auténtica pieza de museo en el peor sentido del término. Si hemos de recuperar las obras maestras, que se han relegado de la mayoría de la población, no podemos presentar “El temible Burlón” como una joya de la época, porque con razón la gente va a huir de ella. Las películas generacionales son lo que son y no podemos permitir que duren en el tiempo.

Los años pesan sobre ella como una losa. La película representa todo lo más rancio de aquel cine de los cincuenta. La absurdez rebosa durante toda la película. La justificación de que se trata para un film de niños no goza de ninguna credibilidad.

Como otras películas de Burt Lancaster, Como “El Halcón y la flecha” cae en el mismo tipo de errores. El temible burlón es una película con una profundidad igual a cero, los personajes demuestran un maniqueísmo altamente importante. Sólo hay que fijarse en el personaje de Lancaster, rubio y de una figura impresionante, mientras que los enemigos son bajitos y, feos. La acción se antepone ante cualquier lógica. No hay un discurso dramático o una historia real que contar, sino que todo el protagonismo pasa a manos de Burt Lancaster y sus piruetas. Sí, ciertamente el tipo tenía unas habilidades físicas impresionantes y era capaz de cualquier pirueta, pero cuando una película se centra exclusivamente en mostrar las triples volteretas que un tipo es capaz de hacer, uno no puede más que preguntarse qué clase de idiotez está viendo. Porqué, más allá de la dentadura brillante de Lancaster (que por cierto un pirata nunca tendría una dentadura así) no se consigue vislumbrar nada más esa pose.

La acción y la música revelan el dantesco espectáculo que estamos viendo. La utilización de la música demuestra tal apolillamiento que es difícil no tener algún tipo de reparo al ver los usos que se le da. Intentando imitar cualquier sonido que transcurre en la película (si hay una lucha de espadas, la música trata de imitar el sonido de sables) llega a un paroxismo en que todo da igual y las escenas absurdas de acción ya ni duelen en los ojos.

Es tal el anquilosamiento, que sólo hace falta ver como se trata el tema sexual en la película. No, no es una cuestión de época, sino de actitud. Mientras que Hithcock utiliza la sutileza (o no tan sutileza, recordemos la película “Con la muerte en los talones” y la metáfora sexual que utiliza, en la que un tren atraviesa un túnel oscuro para definir el encuentro sexual entre Cary Grant y Eva Marie Sant) nos encontramos con que “El temible burlón” es incapaz de contar nada, revelando el hermetismo sexual más rancio de los años cincuenta. Entonces los nostálgicos sacan a relucir la excusa del infantil y su público. No, no confundamos infantil con infantilismo.

http://neokunst.wordpress.com/2013/06/26/analisis-filmico-el-temible-burlon/
Kyrios
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4 de febrero de 2014
4 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sólo la nostalgia explica las altas valoraciones de esta película en esta página. Que Burt Lancaster era un gran actor, sí, pero en El Gatopardo, no en este bodrio,
Película superficial, tonta, que no es representativa de los años cincuenta,cuando se hizo mucho cine y muy bueno.
Esto es pura acción, pero sin gracia, todo rápido, como improvisado. Muy malo.
Es un cine simplista, con un guión inexistente y una verosimilitud nula.
Las peleas del final son absurdas y muy mal interpretadas.
Lo único bueno, es que es una película que se olvida pronto.
yoparam
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27 de septiembre de 2022
0 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un principio el guion era serio, pero en 48 horas, Siodmak lo convirtió en una comedia, y a forma de ver: de las baratas.

A los 39 años, Burt, sigue dando guerra, y no donde la película no para en acción, aventuras, y coreografía para arriba y para abajo. Tuvo éxito en taquilla, quizás no tanto como esperaban, pero lo tuvo.

Christopher Lee aparece en esta película, tan joven, que ni tan siquiera se le reconoce.

Nada destacable, sólo para pasar un rato (quizás regular) para una película que no aporta nada.
edugrn
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20 de julio de 2012
6 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recordaba haber visto este clásico y sobrevaloradísimo trabajo de Robert Siodmak hace unos cuantos años, cuando era un chiquillo y me dejó indiferente. Visto ahora, me pareció horriblemente mala. Así que la excusa tan barata de que "está hecha para los niños" resulta de lo más falsa, como si a los pequeños les tuviera que gustar la basura por el mero hecho de ser menores.

"El temible burlón" es sencillamente deplorable. Intenta ser una película de aventuras pero su acción es penosa. Quiere ser divertida pero es ridícula. Eso si, Burt Lancaster y Nick Cravat se tiran media hora dando saltitos y cosas por el estilo. Se ve que a los amantes del circo esto les divierte pero a mi no. Sobre lo dicho, la película tiene un tono tan chorra, las situaciones se plantean y resuelven como si fueran de chiste y la historia es tan disparatada y está tan mal construida (por ejemplo, el final apenas resuelve nada) que resulta difícil entender a qué viene la apología de esta película.

Pese a lo apuntado, "El temible burlón" es aún peor por la historia en si. El hecho de glorificar a los piratas es ya una patada en el estómago pues no eran más que ladrones y asesinos de la peor calaña (¿será por eso por lo que han sido todo un símbolo, un referente histórico en liberales, republicanos e izquierdistas de todos los colores?). Pero pase, en vistas de no cargarse todo un género cinematográfico que es posible que haya dejado alguna obra al menos normalita. Pero el director no se conforma con esto sino que no se le ocurre otra cosa que poner como malos, malísimos aunque idiotas, a las autoridades españolas (o inglesas porque creo que aquí el lio que se hace es morrocotudo). Que conste que no lo digo por ser nacionalista porque no lo soy y bien que se puede criticar a España pero el retrato que realiza Siodmak es tan burdo, tan demagógico y falso que indigna aunque fuese sobre el país al que tenga uno más tirria. Todo mezclado con una ideología progresista de lo más fatua con héroes repelentes que dicen defender "los derechos del pueblo" y que pretender justificar la sublevación contra la Corona, sea esta la española, inglesa o la que fuese. En fin, morralla ideológica de la peor ralea, mera propaganda liberal y revolucionaria digna de ser censurada en toda regla.

Puede que la única alegría que se lleva uno es ver a la bella húngara Eva Bartok en pantalla. Es verdad que el papel es una trampa para caer en las redes de Burt Lancaster sin ton ni son, por más que se resista la pobre de un modo hasta elegante, en una historia romántica tan mal hecha como el resto de la película. Aunque por flojo que sea el papel y mala la película, Eva tenía ya bastante pues su vida hasta ese momento había sido toda una epopeya digna de ser filmada. Como botón de muestra, en la Segunda Guerra Mundial fue obligada a casarse con un oficial húngaro, bajo amenaza de ser deportada a un campo de concentración con su madre, atención, con sólo 13 años (me refiero a Eva, claro), en 1940. Después de otras peripecias acabaría huyendo de Hungría en 1947 al convertirse el país en una democracia popular, es decir, una dictadura comunista. Claro que una historia protagonizada por una chica guapa, con tintes sexuales evidentes y amoríos durante la segunda guerra mundial y donde salgan mal parados los comunistas, comprendo que no interese a los progresistas o feministas de hoy en día. Quizás como soy un reaccionario de pro a mi la historia me parece perfecta.
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