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Yo, Claudio (Miniserie de TV)

Serie de TV. Drama Miniserie de TV de 13 episodios. Claudio, Emperador de Roma, viendo aproximarse el final de su vida, decide escribir la historia de su familia (dinastía julio-claudia) desde el año 50 a.C. al 50 d.C. La Sibila ha profetizado que esta historia llegará a la posteridad. Adaptación del texto del célebre escritor e historiador Robert Graves, y que presenta, con finas dosis de humor y un toque de inocencia, al emperador Claudio y su visión de ... [+]
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Críticas 49
Críticas ordenadas por utilidad
10 de junio de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Genial "Yo, Claudio", que demuestra que los años no le pesan. No pesan, porque memorable es la actuacion de Brian Blesed ( Augustus) o la compleja actuación de Derek Jacobi( Claudius) amén del resto del repato. Aquél que vaya a ver esta serie, que no espere decorados imperiales como los de "Gladiator" ni batallas épicas como en tantas películas que ahora vemos, pero si puede esperar unos diálogos de categoría y unas actuaciones espléndidas.
En definitiva, muy recomendable, más aun si te gusta el mundo romano y la historia. La recomiendo ver también con el sonido original y nada de doblajes.
Xusto
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7 de diciembre de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existe un subgénero dentro del mundo de las recreaciones históricas al que he tenido en bautizar como "género palaciego". Me refiero a cualquier serie o película que propone una recreación histórica pero que se desarrolla principalmente dentro de las puertas del palacio, basándose en las intrigas de las familias poderosas. Ejemplos claros: "Elizabeth", "Los Tudor" y la reciente serie "Isabel".
Pero, claramente, "Yo, Claudio" es la madre de todo ello. Nos narra las andanzas de varias generaciones de una misma familia de emperadores romanos, desde un punto de vista muy íntimo. No hay batallas, ni carreras de cuadrigas ni luchas de gladiadores. Bueno, sí lo hay pero no lo vemos. El peso del relato son las relaciones e intrigas entre el César y toda la gente que le rodea. Traiciones, adulterio, conspiraciones, envenenamientos, lujuria y ambición campan a sus anchas por el palacio del emperador.
Todo lo vemos a través del punto de vista de Claudio, un tartamudo con un tic nervioso que de tonto no tenía nada, aunque lo pareciera, y que por circunstancias que le vienen grandes terminaría siendo César también en sus últimos años de vida.
Aparecen grandes personajes como Augusto, Tiberio, Herodes, Mesalina...
Pero sin duda los más grandes, aparte del estupendo Derek Jacobi como Claudio, son Livia y sobre todo Calígula, magistralmente interpretado por un jovencísimo John Hurt.
El actor inglés ya dejaba claro en los comienzos de su carrera que no es un actor cualquiera. El papel de este desquiciado emperador, psicópata, demente, ególatra y perturbado sexual, es lo mejor de la serie, aunque solo aparezca 3 episodios.
La factura de la serie es menor. Se nota que no había mucho presupuesto. Los decorados de cartón-piedra y los cuchillos de plástico de atrezzo no dicen mucho a su favor.
Pero su formato teatral hace que lo importante sea la interpretación, y es muy buena. Aparte de lo mencionado veremos a actores conocidos muy jóvenes, así como otros no tan conocidos, pero todos ellos de un grandísimo nivel.
Ya podrían aprender muchas series y películas de lo bien que se pueden hacer las cosas cuando no hay acción y efectos especiales, pues después de 35 años esta serie sigue gustando mucho. La calidad no envejece.
i42poloj
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18 de diciembre de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Según mi padre, no hay mejor historia que la propia historia, y razón no le falta. Pocas ficciones he visto yo como esta impresionante pero muy desgarradora realidad. Increíble el fanatismo por el poder y los medios para llegar al mismo.
En cuanto a las actuaciones, 10/10 entre todos, pero en especial me han gustado más Claudio y Calígula.

No le pongo un 10 por una pequeña razón: Aunque la serie consista sobretodo en conversaciones, éstas tenían lugar casi siempre en escenarios similares, lo cual hacía que pareciera a veces una sitcom dramática. En mi opinión, la serie ha pecado un poco en este aspecto.
Daniel
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16 de diciembre de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me gustaría hablaros de otra época, de cuando no existían HBO o AMC, de cuando las series de televisión eran otra cosa bien distinta de lo que son ahora. Ni mejor ni peor, pero claramente diferentes. Allá por 1976, un premiado guionista de la televisión británica llamado Jack Pullman, adaptó las novelas históricas de Robert Graves y creó una miniserie para la BBC de 13 episodios titulada Yo, Claudio.

Yo, Claudio no tiene elementos técnicos-visuales suficientes para convertirse en una serie exitosa hoy en día. Ni la fotografía ni los movimientos de cámara traen innovación alguna. La ambientación es correcta pero no sorprende, al igual que la banda sonora. Visualmente, no estamos ante un producto referente. Nada que ver con las modernas y viscerales Roma o Espartaco. Los casi 40 años que tiene no han pasado en balde. Hoy no es comparable, técnicamente hablando, a las superproducciones de la series actuales. Eso queda fuera de toda discusión. La sensación que resulta tras su visionado es de haber visto una obra teatral filmada. ¿Eso es malo? Pues depende del gusto de cada uno. Unos pueden descubrir el encanto de otra época en la que los medios técnicos y técnicas narrativas para la televisión estaban aún en pañales -el espectáculo era el cine, no la pequeña pantalla-. Otros echarán en falta recursos y elementos cinematográficos de los que hoy estamos tan acostumbrados, e incluso los considerarán indispensables para su disfrute y ni siquiera le darán una oportunidad. A este segundo grupo me gustaría dirigirme. Y es que tras esas “carencias”, Yo, Claudio contiene un poderoso elemento capaz de suplir cualquier plano secuencia, efecto especial o perspectiva imposible: EL GUIÓN. Son sus inteligentes, profundos y sarcásticos diálogos los que convierten esta serie en un producto casi inigualable. Una trama bien construida en la que sus personajes -bastante bien interpretados, por cierto- se mueven cómodamente con una profundidad e inteligencia pocas veces vista en televisión. El guión es su baza más poderosa y salva con creces una adaptación que, viendo la escasez de medios con la que ha sido representada, podría haberse convertido en una tediosa obra teatral grabada para rellenar el poco contenido cultural de la caja tonta. Pero no es el caso. Yo, Claudio desprende talento. Atrapa al espectador que pronto pasa por alto que está viendo una producción de 40 años de edad. Sus personajes se encargan de ello. Por un lado tenemos a Augusto –Brian Blessed-, primer emperador de Roma. Hombre que es considerado por muchos como un Dios, sin embargo el deniega dicha idea. Su única preocupación es mantener y fortificar la grandeza de Roma, aunque para ello deba anteponerla a la felicidad y a la salud de sus amigos, familia, e incluso de Julia –Frances White-, su hija. También tenemos al protagonista, Claudio –Derek Jakovi-, conductor y narrador de la historia, al que podemos ver desde su nacimiento, pasando por las diferentes etapas de su vida, hasta su vejez y decrepitud. Pero el plato fuerte es Livia –Siân Phillips-, abuela de Claudio y la villana más perversa, manipuladora e inteligente que ha parido una serie televisiva (con permiso de Angela Channing (Falcon Crest), interpretada por la oscarizada Jane Wyman). Esa mujer bien podría estar representada en la víbora que resbala por los mosaicos del opening.

En definitiva, en apenas dos capítulos podrás intuir que Yo, Claudio es un portento en cuanto a guión, interpretación y rigor histórico. Esos elementos son más que suficiente para convertirlo en una obra digna y completa, didáctica y muy entretenida. Muy recomendable.
pickyboy
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1 de enero de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sobre Roma se han hecho toda clase de productos televisivos y cinematográficos, lo cual es normal teniendo en cuenta el peso de aquella civilización en la historia de la humanidad. En el cine, las "romanadas" o "peplum" han sido las primeras y más vistosas superproducciones desde los orígenes del cinema; en la televisión, hemos visto trabajos muy buenos como la reciente "Roma"; y alguna miniserie interesante. Teniendo en cuenta estos antecedentes, el espectador de hoy que se decide a ver "Yo, Claudio", impulsado quizás por las buenas críticas y las elevadas valoraciones en páginas como esta, puede que se sorprenda al ver las escasas pretensiones técnicas y estéticas que muestra. La puesta en escena es minimalista, basada en decorados sencillos como el atrezzo de un escenario de teatro; la cámara se mueve con sencillez, sin riesgos ni golpes de efecto; la banda sonora es prácticamente inexistente, y se limita a poco más que la cabecera. A pesar de todo ello, "Yo, Claudio" es una de las mejores series que se han hecho jamás, solo por la calidad del guión y las interpretaciones.
La serie narra las luchas e intrigas en el seno de la familia Julia-Claudia tras haberse hecho con todo el poder, arrastrando consigo a la República y convirtiéndola en el Imperio. La historia está narrada desde la perspectiva del cuarto emperador, Claudio, que en su vejez decide, impulsado por la profecía de una sibila, escribir para la posteridad la historia de su familia desde el apogeo en el poder de Augusto e incluyendo los reinados de Tiberio, Calígula, y el suyo propio. No debe ser fácil convertir en guión una novela como "Yo, Claudio", teniendo en cuenta que es un libro escrito al estilo historiográfico, casi sin diálogos y con gran cantidad de personajes y hechos. Sin embargo, la adaptación es soberbia, llena de diálogos irónicos, actos de cinismo, y conjuras envenenadas que se entrelazan sin descanso. El trazado de los personajes es fabuloso, especialmente algunos como Augusto, Livia, Calígula o el propio Claudio. Es, por ello, el ejemplo perfecto de cómo se debe adaptar una obra literaria a la pantalla: con valor, sin miedo a tocar o a añadir, siempre y cuando ésto funcione y conserve la esencia original de la historia. Sin ajustarse a la literalidad, pero sin renunciar a lo esencial.
En resumen: una gran serie, llena de intriga y con toques de humor, cuya realización minimalista esconde un retrato frío y profundo de la época más importante y compleja de la Roma antigua.

LO MEJOR: El enfoque. La historia de Roma vista desde las entrañas más profundas del poder.
LO PEOR: La ausencia de banda sonora. Creo que el minimalismo no justifica nunca llegar a tanto.
dorian88
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