Quiz Show. El dilema

Hay películas en que los temas se diluyen con la trama y uno tiene que leer entre líneas para descifrarlos. Y las hay donde eso es el eje central, donde el debate temático es básicamente lo que vertebra todo lo demás. Quiz Show es de estas últimas y todo gira alrededor de dos cosas de las que no se suele hablar frecuentemente de forma tan clara y contundente como hace aquí Redford, señalando con el dedo, sin subterfugios ni chorradas:

1. La primera es la honradez, cualidad muy importante para algunos o absolutamente ignorada para otros. Para algunos (como es el caso de Rob Morrow o Paul Scofield) es algo muy preciado, algo que consciente o inconscientemente deben preservar. Algo que no pueden manchar. Generalmente no ganarán nada que no se hayan trabajado, pero podrán estar orgullosos de lo que hayan conseguido, porque será algo que no se ha conseguido de forma desleal. Y luego están los otros, como John Turturro, a los que la honradez o bien les importa un comino o directamente ni siquiera se han planteado que exista o que sea algo que deba detenerlos en su afán para conseguir algo que de forma normal no conseguirían. Para ellos corromperse es algo marginal, algo que no se plantean. Y luego hay un tercer grupo, los que aun sabiendo que están haciendo algo deshonesto, aunque por dentro una vocecilla les diga que no están haciendo lo correcto, siguen adelante (como Ralph Fiennes). SIGO EN SPOILER.

2. Y lo otro es un análisis sobre cómo funcionan los medios, y no me refiero solamente en el plano de los concursos, que es el caso de Quiz Show. Todo lo que vemos por televisión está increíblemente bien calculado; se nos informa o no de X suceso en función de cómo se decantará la opinión pública. Y quien quiera creer que esto no es así, que no hay partidos de futbol que están amañados de antemano o que el ganador de Gran Hermano ha sido elegido por decisión del público, es un iluso.

En Quiz Show todo lo demás es algo secundario, pero no por ello menos pulido. Tenemos a actores muy buenos en pantalla (John Turturro, David Paymer, Ralph Finnes) y la puesta en escena es correcta. Lo único que se le puede achacar a Quiz Show es que el ritmo es algo lento en ocasiones y se agradecería que las cosas sucedieran más rápido, más que nada para que la narración adquiriese más fuerza y empaque. Aun así, atrapará a cualquiera que se haya debatido alguna vez sobre qué es hacer lo correcto y qué no.

@Cinergicos

En 1956 la televisión se estaba descubriendo a sí misma y sus posibilidades. Un concurso que medía la erudición e ingenio de los concursantes arrasaba en América. La publicidad se introducía en los hogares alcanzando hasta el último rincón perdido del país haciendo que las ventas de los productos publicitados se disparasen hasta cotas insospechadas. La televisión potenció la sociedad de consumo ofreciéndonos circo a cambio de nuestro pan.
En aquella época fue un escándalo. Un concursante guapo y proveniente de una intelectual familia tenía encandilado al país con la sabiduría que demostraba contestando a las más variadas preguntas semana tras semana, consiguiendo reunir un pastizal, que colmaba los sueños de los humildes espectadores que se identificaban con él.
Cuando un anterior concursante eliminado anuncia que el concurso es un tongo, que las respuestas estaban preparadas de antemano en aras de la audiencia, todos se escandalizarán...Había nacido la televisión tal y como la conocemos.
Gran Hermano, Sálvame, Supervivientes, Operación Triunfo, Granjero busca esposa, Pesadilla en la cocina, Hermano mayor, Supernanny, Las campos, El jefe infiltrado, Top chef, El conquistador del fin del mundo, La isla de los famosos, Alaska y Mario, Pekín Express, Policías en acción, Callejeros, Quiero ser monja, El coro de la cárcel, Comando actualidad, Campamento de verano, Cambio radical, Mujeres, hombres y viceversa, Aquí hay tomate, El diario de Patricia...Les aseguro que ésta es una pequeñísima muestra de la gran lista de montajes que los espectadores nos tragamos a diario sufragado con nuestros impuestos o a cambio de que las grandes empresas nos metan sus productos hasta en la sopa.
Cine prefabricado, música prefabricada, fútbol prefabricado, concursos prefabricados, series prefabricadas e incluso noticias prefabricadas es lo que nos ha traído esta era de la televisión cuyo botón somos incapaces de apagar y que la posesión de más de 150 canales nos hace creer que tenemos libertad de elección...¿Elección en qué?. ¿En decidir si preferimos estiércol, basura orgánica, aguas fecales o basura radiactiva?.
Pero las audiencias mandan... Y nosotros como masa no pensamos, por lo tanto no decidimos y así nos va.
Estamos en la era de la comunicación y jamás en la Historia hemos estado más abotargados y alienados que ahora. Qué paradoja.

Esta película esta basada en una historia real que nos introduce en ese mundo del show televisivo , todo está subordinado a la audiencia, de tal manera que la verdad es lo que menos importa.
Buenas interpretaciones muy ajustadas y una dirección compacta, para darnos una película para reflexionar sobre como de fácil es que nos manipulen.

Es posible, viendo las críticas que se han vertido en la página a colación de esta película de Robert Redford, que sea yo el equivocado, pues son varias las voces que sitúan a QUIZ SHOW como la mejor del californiano; sin embargo, también es posible que los elogiosos hayan pasado por alto la eficaz Gente corriente o que no conozcan esa espléndida El río de la vida.
No desagrada la revisión de QUIZ SHOW: los detalles se han cuidado y alguno de entre los intérpretes, como John Turturro, que no sabe hacer nada mal, o Mira, tan poderosa (Afrodita) y tan alta, están magníficos, pero, por contra, el todo es demasiado académico, hay actores y actrices que no funcionan y la sensibilidad que rezuman otras cintas de Redford, acaso por la falta de Naturaleza, protagonista destacada en las demás, brilla en ésta por su ausencia.
La sombra de la sospecha se cierne siempre sobre los concursos de la televisión. Chirría que los participantes salten de uno a otro como impalas de Namibia y que ande por el mundo el que se ha embaulado un premio estratosférico contestando sin mayor titubeo veintitantas preguntas de nivel Princeton-Harvard, por lo que si hay alguien al que le choca que pueda saber uno tanto sobre la ópera, igual que le choca a Gordie Lachance en Cuenta conmigo, ha llegado la hora de volver a ver el QUIZ SHOW de Robert Redford.

Al menos es lo que machaca la publicidad de Geritol, el fármaco que financia el programa estrella de la televisión americana: "Twenty One". Un concurso de preguntas de gran dificultad que mide los conocimientos de los participantes a cambio de importantes sumas de dinero. La compañía farmacéutica puede permitirse el lujo de gastarse tres millones y medio de dólares al año en esa publicidad.
La estrella de momento es Herbie Stempel (Turturro), un judío de vastos conocimientos como de escaso glamour. La organización del programa se lo quita de en medio de mala manera para sustituirlo por un encantador profesor universitario de ilustre apellido, Charles Van Doren (Fiennes). "Ahora tenemos un intelectual elegante en lugar de un judío chiflado".
Pero Herbie muestra mal perder, "Siempre ponen un gentil después de un judío y gana más dinero". Aparecen las primeras denuncias e interviene el representante de la Justicia, Dick Goodwin (Morrow).
Cinta basada en algunos pasajes de la novela "Remembering America" de Richard N. Goodwin, fíjense en la coincidencia del apellido con el protagonista.
Parte de un buen guion que sigue de cerca la novela de referencia, lo que resta credibilidad a algunas situaciones un poco forzadas como la carta certificada o las preguntas falladas.
Realización impecable que presenta unos poderosos personajes, creíbles y magníficamente interpretados. La elegancia actoral de Redford trasladada a la dirección. Contrariamente a lo que opinan algunos, nos gusta su faceta como director, su gusto por las relaciones paternofiliales que encontramos en prácticamente todas sus obras, lo mismo que la importancia que concede a los valores humanos, a la elegancia interior.
Impecable asimismo la ambientación, los decorados, el vestuario, los platós televisivos ... La denuncia de las trampas en los concursos más populares, el dilema de conciencia que se plantean algunos, las dudas ... y el ejemplo al fondo del gran personaje cervantino, "Don Quijote es la vida".
Termina la cinta y en casa, aficionados como somos a los concursos televisivos de preguntas y respuestas, nos preguntamos sin también ahora estarán trucados. No lo creemos. Al menos no tanto como suelen estar los telediarios y los informativos ...
Una buena película, "tonificante". No se la pierdan.