Tristana

Es una película "inspirada", que adapta el argumento pero a la vez se separa del de la novela. La Tristana galdosiana es distinta, muy distinta. Invito a leer la obra del novelista para comprobar cómo el personaje femenino diverge notablemente del rodado por Buñuel. Pero cine y literatura son diferentes. Deben serlo. Cada uno a su manera, y francamente memorables ambas. Pero yo me quedo con el inmortal escritor. En la novela el amor de Tristana por Horacio es de otra forma, y es más una progresiva reducción del mismo por la sombra de Lope, que un odio sostenido contra éste. No hay perversidad en la obra literaria. Sí en la película. Catherine Deneuve está espléndida, pero no es mi Tristana, la mujer dulce, oprimida, al fin arrastrada por el devenir de la vida, por el conformismo, por la soledad...

Tristana queda al cuidado de don Lope, un singular aristócrata.

Buñuel adapta a Galdós en una de sus películas más logradas, sobre el amor tormentoso entre una joven inocente y su tutor a lo largo de los años, donde mezcla drama, crítica social y notas de surrealismo. Narrada con fuerza y ligereza pasmosas, lanza una mirada hacia cierta España pazguata e hipócrita, sin descuidar nunca sus obsesiones personales, desde los sueños al fetichismo. Cuenta con una bella fotografía.

La figura de don Lope, caballero antiguo, aristócrata decadente, don Juan trasnochado, hombre de altas ideas y bajas pasiones, enemigo de la hipocresía, la religión y el vil metal, amigo del ocio y las tertulias de café, dandy envejecido, machista y contradictorio, interpretado magistralmente por un Fernando Rey que parece nacido para el rol, constituye una de las grandes bazas de la obra.

La escena en la que, ya en sus horas postreras, débil y enfermo, olvidadas sus convicciones, toma chocolate con los curas mientras afuera nieva y Tristana recorre el pasillo, capta una emoción indescriptible relacionada con la vejez y la muerte, posee un aura mágica. Todos seremos don Lope algún día, si no lo somos ya.

El extraño amor surgido entre esos individuos, Tristana y don Lope, quienes evolucionan de manera distinta, la necesidad que tienen uno del otro, el rencor y el odio que nace en ella, la perversidad, nos obliga a observar unas vidas llenas de miserias, que oscurecen a medida que avanzan. La sencillez que maneja Buñuel para retratar sentimientos tan hondos continúa siendo inimitable.

Don Lope, el protagonista de Tristana, es un viejo burgués venido a menos con un código moral personal y muy estricto. Buñuel hace una presentación de Don Lope como la antítesis del ideal burgués de la época: favoreciendo al más débil, aborreciendo el lucro propio negándose a regatear con un perista en detrimento de su escasa fortuna, renegando de la iglesia y defendiendo el amor como un acto de libertad.

El genio aragonés arremeto de nuevo contra la clase burguesa en una figura descarada e incluso chulesca, Don Lope, un personaje que se ira desinflando y arrugándose por la vejez en favor de Tristana, acogida en su hogar y transformada en amante.

Tristana es la historia de una venganza, una venganza lenta y fria, ejecutada por una mujer infeliz que cuando consigue el amor de un hombre joven tendrá que renunciar a él en favor de Don Lope debido a una enfermedad, ensañándose con este con denostada crueldad.

La película muestra la transformación de Tristana, de un ser angelical a una pérfida mujer que humilla y maltrata a su salvador y sustento, un Don Lope arrepentido, cansado y muy viejo que comulga con la religión e invita a los curas a tomar chocolate a su casa. Los dos personajes muestran una curva degenerativa que los transforma a lo largo de la película, rodeados de personajes secundarios impasibles, como la sirvienta, su hijo mudo o el joven pintor.

De esta forma Buñuel nos muestra una historia de acoso y abusos sexuales hacia una menor de la forma más natural y sencilla, como algo normal y cotidiano, bien visto por todos, donde la víctima inocente se convertirá en verdugo implacable. Todo ello con el estilo tan personal y característico de Buñuel, todo un gran genio.

Tristana de Luis Buñuel, es un drama surrealista sin igual, que no deja a nadie indiferente. Dirigida con un ritmo majestuoso, realiza un film original, inteligente, lúcido y singular, propio y subjetivo de Buñuel, lleno de imaginación, donde la realidad y los sueños, se mezclan de modo que dejan al espectador perdido a su suerte, tal y como quiere el director.
La fotografía, es hermosa y serena, además de rica en matices y con armonía natural. La música, brilla por su ausencia, y solo se escucha un piano, y sonidos cotidianos. Y los planos y movimientos de cámara panorámicos, detalle y seguimiento están bien trabajados.
Las actuaciones, son el centro del film, con un gran papel de Fernando Rey muy convincente e impecable, Catherine Deneuve fría, álgida y espléndida, Lola Gaos con personalidad y firmeza, y Franco Nero con carácter y determinación. Con vestuarios y caracterizaciones elegantes, propios y sugerentes a la trama.
El guion, escrito por el mismo director junto con Julio Alejandro de la novela de Benito Pérez Galdós, tiene tintes sexuales. Además es interesante y sustancioso, por tener un argumento provocador y morboso, jugando con el surrealismo, lo insano y lo impropio. Y con una narrativa afable, sencilla y directa, pero con un doble sentido en su interior.
En definitiva, un film indispensable e imperecedero del genio Buñuel. Insólito e inaudito, con un resultado soberbio, aún siendo una obra incomprensible y recóndita. Totalmente recomendable para sus seguidores, y para los que busquen obras impenetrables pero inconmensurables e inolvidables. Francamente, de las mejores del director.

El maestro Buñuel se aleja de su faceta más surrealista para firmar este magnífico drama de apariencia sencilla y con dosis del humor más sutil y sarcástico. Se trata de una adaptación de la novela homónima de Galdós.

La película sigue la historia de la joven y bellísima Tristana, que tras la muerte de su madre es acogida por Don Lope, un hombre casi anciano, mujeriego y con ideas de izquierdas o anarquistas y radicalmente anticlericales. La joven se convierte rápidamente en un objeto de deseo para el hombre, que aprovecha su posición de poder y la inocencia angelical de Tristana para dominarla y convertirla en su amante, renegando de la figura paterna con la que se identificaba inicialmente y despertando en ella un gran resentimiento.

Tristana cada vez siente más aversión por Don Lope, cuando conoce a un joven y atractivo pintor con el que inicia una relación secreta. Poco a poco, empieza a adueñarse de sus acciones y cada vez es menos sumisa de Lope, que se ve incapaz de dominarla como antes solía hacerlo.

A partir de aquí seguiremos la evolución de los dos principales personajes, que Buñuel retrata inteligentemente a modo de denuncia.