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Mi noche con Maud

Drama. Romance. Comedia Jean-Louis, un ingeniero católico de treinta años, descubre un día a la salida de misa a Françoise, una mujer rubia, y presiente que algún día se casará con ella, pero la pierde entre la multitud. Por otra parte, su viejo amigo Vidal, marxista convencido, lo lleva a casa de Maud, una bella divorciada. (FILMAFFINITY)
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Críticas 38
Críticas ordenadas por utilidad
17 de diciembre de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace ya muchos años que yo peroraba con mis amistades sobre temas profundos al igual que lo hacen los personajes de esta película, disertaba como ellos más o menos, vamos, era igual que ellos, o peor, todavía más enrevesado.

En la película, Rohmer nos trufa con disertaciones plagadas desde perspectivas del catolicismo, jansenismo, ateísmo, con constantes referencias a Pascal. Lo cierto es que no conozco nada del jansenismo ni de Pascal, no he leído nada de ellos, no tengo ni idea... ¿se requieren conocimientos de ellos para ver su película Sr. Rohmer?

Yo también me enciscaba en conversaciones imbuidas en la misma enjundia, me desgañitaba, trataba de desentrañar la realidad, aunque en mi caso lo hacía desde idearios relacionados con el budismo, la psicología humanista, la new age más variada, etcétera. Pero el trasfondo de la cuestión es el mismo, uno se pone en una posición en la que "la profundidad" es lo que cuenta, uno se encuentra "a otro nivel". Y yo lo vivía con la misma intensidad al igual que nos la presenta Rohmer, con pasión, con belleza, con intensidad.

Y no reniego de todo aquello, pues me enseñó mucho, fue el camino que necesité recorrer para comprender las cosas como las comprendo hoy.

Pero a lo que voy, visto con la perspectiva de hoy, me doy cuenta de que todos esos diálogos que nos presenta Rohmer son una pérdida de tiempo, en el fondo están vacíos de contenido, son todos una malla que oculta lo que en el fondo desean los personajes: Vivir más plenamente, tener más sexo, romper sus barreras mentales.

Es entonces que comprendo que toda la película está estancada en una visión simplista, erudita, intelectual, se regodea en ella, y aunque bellamente presentada, en realidad su contenido es en el fondo pobre. No es que me quiera situar en una posición de superioridad moral, pero me he reconocido en esas maneras de hablar y de comportarse, y por tanto me siento legitimado para hablar de ello.

Si Mi noche con Maud se centra toda ella en esos enfoques artificiosos de la realidad, entonces podemos concluir que todo el metraje redunda en demasía sobre lo mismo, lo que la hace menor. Es evidente que el Director comulga con esos planteamientos, se alimenta de ellos, por tanto no está libre de funcionar de esa manera.

Por último está el tema del amor. Para esto me remito a mi crítica de la película "El amor después del mediodía", del mismo Director, mis conclusiones sobre el tema se pueden aplicar para la presente.

En cuanto a las cuestiones técnicas poco que decir a lo que ya apuntan otros, muy buen nivel del cineasta. Un 5,2.
Tombol
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4 de noviembre de 2006
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fantástica película de diálogos, en la línea del magistral Eric Rohmer, uno de los autores más prolíficos de la "nouvelle vague", este film en concreto forma parte de una serie, de esas que tanto le gustan al director, llamada "Cuentos morales", aquí el dilema moral lo plantea la vida de un joven que se autoproclama cristiano, pero que no actúa exactamente según los preceptos de esta religión. Película de planos fijos, estéticamente muy bien cuidada, decorados sencillos, donde lo importante son los actores y el guión. No se la pierdan, genial Trintignant, y también la actriz que interpreta a Maud.
maria luisa
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1 de marzo de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al igual que otras películas de Rohmer, como La rodilla de Clara o La mujer del aviador, el argumento de esta historia se remonta también a los años cuarenta. En la primera versión se titulaba “La Fille à bicyclette” y el encierro del protagonista con Maud se justificaba por la presencia externa de la guerra. Finalmente, Rohmer sustituye este elemento por la nieve con lo que, según sus palabras, “hace más fuerte la situación en el cine, más universal que la circunstancia exterior, histórica, de la ocupación”.La nieve tiene además, dentro del film, un papel fundamental como instrumento del azar que mueve los hilos de los personajes, que propicia sus encuentros y separaciones (...) El azar se halla de este modo íntimamente ligado a un fenómeno climatológico y, a través de él (como es constante en el cine de Rohmer), a un tiempo y un lugar determinados: las “navidades blancas en Auvergne” que diría Fernando Méndez-Leite.El azar,la predestinación, el cálculo de probabilidades y la apuesta de Pascal constituyen el eje de las conversaciones que mantienen los cuatro protagonistas.

(...) La cámara, abierta a todo el conjunto (de ahí la necesidad de rodar en estudio), trata de captar lo que sucede a su alrededor y muestra, en cada momento, el punto de interés más relevante. La naturalidad con que se mueve siguiendo los desplazamientos de los personajes, cambiando de plano para buscar sus reacciones o los saltos del discurso, se hace posible a través de una puesta en escena de gran precisión y, en ocasiones, levemente irónica.(...) Esta precisión, esta suerte de minimalismo, explica –desde un punto de vista diferente- otra serie de elementos de la película: la ausencia de color para dar un tono más austero a las imágenes, la frialdad (con excepción del cálido ambiente en casa de Maud) de los escenarios y de las imágenes, acorde con los sentimientos del narrador. El gran éxito alcanzado, tanto de crítica como de público, por la película supuso, tras la excelente acogida de La coleccionista, el espaldarazo definitivo a la obra de Rohmer. Después de ambos títulos se abre en su filmografía una nueva etapa de mayor estabilidad y seguridad financiera, que encontraría su plasmación en una de sus mejores obras: La rodilla de Clara.

(Carlos Heredero y Antonio Santamarina, Eric Rohmer, Ed. Cátedra, Madrid, 1991.)
atletico
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27 de septiembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi noche con Maud de Éric Rohmer es una comedia dramática y romántica de la Nouvelle vague basada en un hombre católico de 30 años que descubre en la iglesia a una mujer rubia de la que se enamora y decide seguirla para conocerla, pero antes de que ocurra todo eso conoce a Maud a través de un amigo, sosteniendo con ella profundas conversaciones que cambiarán su modo de percibir la vida. Dirigida con un ritmo tranquilo que no se toma prisas en exponer sus personajes y con un estilo particular que se distancia bastante de lo más convencional al profundizar mucho en unos personajes muy reales, es una obra magnífica en lo que se propone serlo por sus larguísimas conversaciones que parecen como la lectura de un libro, absorbiendo al público con mucha naturalidad y acierto y logrando con ello un título imprescindible en la Nouvelle vague que es de visión obligada para sus seguidores.
La fotografía en blanco y negro de Néstor Almendros es perfeccionista y exquisita en definición, logrando una labor confortante y cautivadora que de forma excelente y magistral logra imágenes estéticamente inspiradoras. La música es escasa y no se usa en todas las escenas, predominando mucho los silencios aunque cuando la música sale a escena suenan sonidos clásicos e instrumentales de Mozart. Los planos y movimientos de cámara consuman una buena labor técnica a través de los subjetivos, reconocimiento, primeros planos, detalles, plano-contraplanos, plano-secuencia largos y tercera persona que exprimen lo mejor de las interpretaciones.
Las actuaciones son admirables y concluyentes. Como protagonistas Jean-Louis Trintignant está inexpresivo e impasible en una enorme labor con calado psicológico y Françoise Fabian está sensual y algo provocadora en un reluciente y auténtico papel, siendo remarcables y en la misma línea los trabajos de Marie-Christine Barrault, Antoine Vitez y Leonid Kogan. Para estos emplea la dirección artística unos vestuarios y caracterizaciones elegantes y distinguidos en una formal tarea que está bien trabajada y que junto con los interiores y exteriores naturales te transportan con efectividad al movimiento de la Nouvelle vague.
El guion, escrito por el director, está basado en una historia sencilla pero plagada de conversaciones filosóficas y trascendentales para descubrirse a sí mismo y al otro personaje, dando al espectador un ejemplo de cine personal y profundo que añade de forma valiente un granita nuevo al gran mundo cinematográfico y en especial a la Nouvelle vague, finalizando uno de los films más imprescindibles de este movimiento cinematográfico. Esto se lleva a cabo con una narrativa profunda con voz en off explicativa y pensativa, siendo el resto clásico e intachable en resultado en una inteligente labor que marca la personalidad de cada personaje. Cabe destacar también, el montaje seguido y acompasado que aún siendo de un ritmo lento, atrapa al espectador con su narrativa.
Concluyendo, la considero una magnífica obra de la Nouvelle vague que con mucha naturalidad muestra a unos personajes sencillos que van poco a poco mostrando su forma de ser, desnudándose delante del espectador para dar a este una lección de buen cine que se apoya en la narrativa e interpretaciones y no el que intenta sorprender con aspectos técnicos y efectistas. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, montaje, planos y narrativa que vuelven a Una noche con Maud, un film soberbio en su categoría que cautivará hasta a los cinéfilos más exigentes.
Elcinederamon
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5 de octubre de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película que me gustó bastante cuando la vi, me parece que entra dentro de las mejores de Rohmer. Se rodó en blanco y negro, pero un blanco y negro elegante.

La película ya me gusta nada más empezar cuando el protagonista sigue a la chica rubia, pero acaba perdiéndola por las calles. Ese comienzo ya promete.

La relación que tiene el prota con la rubia interpretada por Marie-Christine Barrault me gustó mucho, la actriz es buena y me gustaron todas sus escenas.
Sin embargo, Françoise Fabian, la actriz que interpreta a Maud, me gustó aún más. Esta hipnótica cada vez que sale, es impresionante.
Las interacciones del protagonista con la rubia y con Maud son lo mejor.

Lo que puede echar a muchos para atrás es cuando la película se pone un pelín filosófica y divaga con lo del Jansenismo, etc... en ese tramo puede que alguno desconecte, pero no dura demasiado.

La escena del final es mi preferida (ver spoilers *).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
real life
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