Shine. El resplandor de un genio

Shine, es una película magnífica en todos sus aspectos, que nos muestra como un joven pianista Australiano amante de la música (David Helfgott), consigue escapar de las garras de un padre duro y autoritario.

David, decide marcharse a Londres donde le han concedido una beca para estudiar allí, cuando su padre se entera de esta situación, se opone firmemente a la propuesta de David, para no romper la familia. Pero David le echa coraje y marcha.

Allí en el conservatorio de Londres, practica día y noche hasta que logra por fin lo que tanto esperaba: Tocar el concierto nº 3 de Rajmáninof. Allí, en el mismo concierto, cuando este termina, cae desplomado al suelo por la dificultad y la presión que estaba sosteniendo, e ingresa en un sanatorio durante los próximos 10 años.

Más adelante, hace un trueque con una camarera de un bar: Él tocaba el piano todas las noches para que el aforo de gente aumentara si ella le daba comida y alojamiento.

Más tarde, cuando ya se hace mayor, conoce a una astróloga y se casan. Su padre había fallecido hacía poco, síntoma de tristeza para David, aunque su fallecimiento y el cariño de su esposa le habían ayudado a quitarle esa presión que soportaba desde hace años, ya a ser feliz con la mujer a la que ama. David gracias a esto vuelve a tocar el piano en conciertos.

OPINIÓN PERSONAL:

NO SE DEBE PRESIONAR A UN HIJO PARA QUE GANE SIEMPRE, SIMPLEME AL CONTRARIO, HAY QUE APOYARLE Y ANIMARLE PARA QUE CADA DIA DE SU VIDA APRENDA ALGO NUEVO.


ALBERTO ORDÓÑEZ GARCÍA
(Alorga816)

Esta fantástica y emocionante historia, nos lleva a la vida del pianista David Helfgott, quién desde muy pequeño demostraba aptitudes para el piano y su dominante padre lo explotó para ser un pianista excelente, está explotación no escatimó dureza y sometimiento y sin dudas desestabilizó emocionalmente y mentalmente a David.
Esta historia conmueve desde lo más mínimo, nunca cae en regodeos y se centra en la historia de David en sus tres etapas: niñez, adolescencia y adultez. Cada una impreganada de estructuras perfectamente delineadas y llenas de emoción.
Es una obra sobre la fuerza interior, sobre la relación padre-hijo ( en este caso destructiva), sobre lo que se puede lograr con confianza en uno mismo y sobre los golpes de la vida.
Apoyada de una dirección precisa de Scott Hicks, de impecable banda sonora y de protagonistas extraordinarios, desde el sensacional Geoffrey Rush, en una composición magistral de David;pasando por el impecable Armin Mueller Stahl, que dota al padre de unos gestos y matices especataculares y hasta el prometedor Noah Taylor, excelente como David en la adolescencia.
Excelente film para ver y emocionarse con una historia de dolor y superación personal.

Muchos de nosotros vivimos rodeados de ciertas comodidades y no luchamos por alcanzar metas, aunque nada tiene una garantía de que todo salga como esperamos, pero al menos sellamos la historia, significa cambiar el curso de nuestra propia vida. La película me reveló en parte esto, a través del protagonista. David representa un ejemplo de esfuerzo humano y Geoffrey Rush realmente se puso en los zapatos del personaje con una gran actuación, sin restar importancia al reparto que brilló junto a él.

Todo piano evoca un recuerdo, todo pianista tiene algo que contar en sus melodías, todo genio pierde el juicio, todo brillo desprende un resplandor que se convierte en el fulgor de una llama que nos ciega por su intensidad descontrolada.

Ciegos son mis oídos cuando de nuevo se transportan embelesados por el sonido que emite el genio, sin juicio, en un piano que nos cuenta, nos transmite todo lo que una vida ha sido para él. Sus recuerdos.

Recuerdos compartidos, pues una presencial infancia se convierte en una dura prueba en busca de ganadores, y una amarga adolescencia se torna oscura con un padre que ama sus temores y quiere controlar la gloria cuando entre las manos de este artista se esconden notas que no todos pueden alcanzar.

Todo fin tiene un comienzo, pues una proeza máxima se convierte en destello centelleante y un exceso de belleza pierde al genio entre sus partituras para siempre, puesto que cuando yo acertaba a acomodar mi vista a su presencia de nuevo, como si compartiera la estancia con un viejo conocido de la niñez, él perdía el sentido y desdibujaba el significado de todo lo conocido, de las normas básicas, de su respeto y su control. Perdido en su genialidad sólo comenzaba a encontrar su lugar en el mundo.

Todo piano suena una vez más. Todo pianista recuerda la melodía que tocar con los ojos cerrados, sin necesidad de partitura, ni tan siquiera de un piano, todo brillo atrae nuestra atención sin importar el motivo que nos lleva de nuevo a descubrir que la hermosura se esconde en ese fulgor de estrella que todo genio descuidado esconde donde sólo nosotros sabemos buscar.

Sorprendente película australiana, injustamente perdida en el olvido, sobre la vida del pianista David Helfgott, niño prodigio estrujado hasta el abuso por su padre.

Aunque ‘Shine’ no brilla, valga la redundancia, como la magistral ‘Amadeus’ (Milos Forman, 1984), la película de Scott Hicks resplandece por si misma, en parte gracias a la radiante interpretación de Geoffrey Rush quien, todo hay que decirlo, está muy bien arropado por el resto del reparto (especialmente Rafalowicz, Mueller-Stahl y Noah Taylor).

Sin relucir tampoco como ‘Amor Inmortal’ (Bernard Rose, 1994) si supera en emotividad a otros filmes semejantes y alcanza destellos como los que emocionaron en ‘Billy Elliot’ (Stephen Daldry, 2000). En cualquier caso, lo verdaderamente brillante de la cinta es el conmovedor trabajo de Rush (merecido Óscar) y, como no podría ser de otra forma, la música. En contra de lo que se ha dicho a menudo, la película no cuenta con composiciones de Mozart, lo que no impide que Chopin, Schumann, Paganini, Liszt, Vivaldi, Beethoven y, por supuesto, Rachmaninoff, acompañen con fulgor al propio Helfgott en lo que bien podría haberse titulado ‘La Pasión de David’: su particular vía crucis hasta la admiración final del genio y el triunfo de los corazones nobles.