La próxima piel

La delicada búsqueda, tan natural e introspectiva, del pasado para encontrarse en el presente, la identidad como fin, nos viene entrelazada con unas relaciones personales y familiares tan reales como empáticas. A veces lo que somos es más de lo que fuimos, o nada de lo que creíamos ser. Esta metáfora del dónde venimos puede servir para hacer una relectura de la importancia de los recuerdos, o de lo que creemos o queremos recordar, para saber discernir entre lo que necesitamos: la utilidad de nuestra historia para guiar el camino, nuestro camino. Un guion que nos hace estar en alerta, sin perder detalle pero sin dudar del instinto, conduciendo y focalizando la atención en lo que de verdad es importante: el sentimiento y la causalidad. Un guion contenido, equilibrado, fuerte y por momentos osco nos cuenta una historia de vida, de sentimientos y de búsqueda constante. Unos protagonistas espléndidos en su contención, amplios en su devenir, magistrales en su sentir: Álex Moner se encumbra con un amplio registro y una variedad cromática de sentimientos con carácter y tesón; Emma Suárez brillante en su papel de contención dolorosa; Sergi López rebosante en su rabia esquizofrénica del que ve perder lo que no puede tener. Una amalgama de vidas tan próximas como equidistantes en su realidad.

Esta película tiene el aliciente de juntar a dos actores tremendos, Emma Suárez y Sergi López. Hasta ahí llega, porque la historia no está estructurada, no te la crees, por mucho que un final explicativo que intenta convencer al espectador, intente a última hora arreglar un tanto la odisea de un muchacho perdido que no se sabe si es o no es y cuya historia va dejando de interesar según va transcurriendo el film. Suárez ha estado mejor en muchísimas ocasiones pero aquí consigue un Goya un tanto sorprendente. Lo mismo le ocurre a López, demasiado metido últimamente en papeles de malo un tanto rústico. El protagonista no llega al nivel de estos dos ni de lejos y el guión da bandazos adornando la historia central sobre la identidad y el pasado con toques de homosexualidad, delincuencia. Verdad o mentira, el caso es que la historia no interesa. Muy prescindible película española en un año excepcional para nuestro cine.

El argumento está preocupantemente cerca de un telefilm de sobremesa, aunque la factura sea de calidad. Monner es un buen joven actor y promete. El desarrollo de la película es bastante lento y las dudas tan pronto parecen aclararse como vuelven a aparecer, que para un thriller debería ser lo ideal, pero aquí te llevan a la confusión más que al suspense.

Película en la que los protagonistas no demuestran emociones, ni la provocan en los espectadores. Parece una tomadura de pelo del guionista intentar hacer creer que una madre dude de la identidad de su hijo, en la edad y por el periodo de tiempo que narra la historia. Menos creíble es la poca emoción que demuestra esta madre al recuperar a su hijo, actúa como si fuera una adolescente asustada, con una falta de expresividad que resta toda importancia a un personaje esencial en la película, y con un tonteo con el chico que no se entiende en quien piensa realmente que es su hijo. Del supuesto hijo puede decirse lo mismo, pues no es que nos haga dudar de su identidad sino que no transmite nada, ni como hijo ni como impostor. El único que muestra algo de emoción y sentimientos es el tío. Y si lo que se queria transmitir es que, ante la duda, los implicados prefieren no plantearse nada más, dada su soledad y desgraciado pasado, se podía hacer de otra manera. He leído críticas sobre la tensión que crea la película, a mí desde luego no me ha producido ninguna, es todo lento y carente de emoción. Las interpretaciones flojas. La ambientación buena y los paisajes preciosos. Es lo único destacable

Tanto en el plan del documental como en el de ficción o en la mezcla de ambos, Lacuesta lleva demostrando desde hace quince años que tiene una mirada personal diversa y más que interesante. Mi última referencia de su trabajo fue "Los pasos dobles" no apta para todos los paladares premiada con la concha de plata de San Sebastian. Ahora decide formar tandem con la productora, guionista y realizadora en un thriller sobre la identidad personal. Tras un planteamiento más que prometedor el asunto se encalla y avanza de manera irregular con subtramas (la de los amigos) que parecen no tener otra finalidad que estirar el asunto y el punto de partida inicial de cada personaje tampoco evoluciona dejándonos la sensación de que ocultan sus cartas solo en beneficio de la trama. Aún así la tensión durante todo el metraje se mantiene y al final nos queda un sabor agridulce de lo que pudo ser y no fue.
Alex Monner sale airoso de su omnipresente presencia en la pantalla y Sergi López y Emma Suárez poco o nada tienen que demostrar de su solvencia como actores. Suárez se llevó el Goya como secundaria por este papel en un doblete quizás excesivo.