Bárbara

Ciertamente es una película que narra con precisión aquellos años de la Guerra Fría desde el lado de la RDA, pero narra las vidas de personas normales en un entorno rural. De personas que viven bajo ese yugo invisible, corto en libertades, pero que tratan de buscar la felicidad dentro de un país roto. Y esta es la historia de la fría Barbara, que va en pos de una vida mejor en el lado occidental de la Europa de los 80. Una Barbara protagonizada con temple y rigidez por Nina Hoss, una de las actrices más reconocidas de Alemania. Le da empaque a una cinta bien filmada por su director, pero que a veces, a mi parecer, pasa como un arrullo de agua. Aún así, es una estupenda opción para saber más de la historia de la RDA, aunque esté en segundo plano.

Una película objetivamente mala con personajes de imposible empatía, misterios de nulo interés y el aburrimiento como protagonista absoluto de la función, pues está no solo en todas las escenas sino también acabada la tortura que supone el visionado, pues los quilos de aburrimiento, sí, he repetido la palabra pero el recuerdo de la película anula mi vocabulario, son difíciles de desprender. Hay quien dice que toda película se asocia con un momento determinado de tu vida, pues esta sería lo más próximo a un entierro que he vivido jamás como espectador. Lamento la hipérbole y herir la sensibilidad que quien crea que es insultante comparar un entierro con una película, pero quien realmente ama el cine encuentra las más diversas analogías entre vida y cine pues resultan indisociables si radica nuestra pasión en ello, algo de lo que carece en todos los aspectos este insulto al cine, a la vida y el placer.

Petzold dirige con pulso templado una sencilla historia que esconde más de lo que muestra y a la que le falta un poco más de nervio. Es como si el drama estuviese aletargado, como si se contagiase de esa sociedad en la Alemania del Este gris, que Petzold traza con cierta condescendencia abriendo la puerta a la reconciliación que vendrá.

El ambiente rural quizás propicie un cierto relajamiento en el ferreo control que las autoriades de corte comunista ejercieron sobre los que quedaron "del otro lado".

Nina Hoss impone su convincente presencia y buen hacer. Parece estar agusto con este director con él que lleva muchas colaboraciones fructiferas para su carrera, en un personaje que antepone una vida más confortable por otra no menos interesante pero que la obligará a partir otra vez de cero. No sabemos muy bien de donde viene pero si su capacidad de sacrificio para con aquellos que sufren y su grado de compromiso social al aprovechar la oportunidad para poner en práctica aquello por lo que lucha.

Despues de "La vida de los otros" (Florian Henkel / 2006), el cine aleman sigue saltando a la inversa en el tiempo al otro lado del muro.

El cine europeo de las últimas décadas está lleno de muchas pequeñas películas, que tratan las consecuencias de gobiernos totalitarios.
En este caso es una historia que tiene lugar en una pequeña localidad alemana en los años 70, cuando todavía no se había derribado el muro de Berlín.
La película es visualmente bastante interesante, nos ofrece unas imágenes muy buenas de la protagonista en bicicleta sobre una zona de campo con el sonido de los árboles y los pájaros de fondo. La idea del final de la película me gusta, pero no la forma de conseguirse. No se puede hacer un final así partiendo de unas situaciones anteriores poco creíbles. La actuación de Nina Hoss es bastante buena, desde la primera escena donde la vemos llegar al hospital para trabajar hasta la escena final, nos muestra una interpretación con distintos matices dramáticos.

Es algo sorprendente que a Christian Petzold le premiaran como mejor director en el pasado festival de Berlín por esta película. Más que nada porque “Bárbara” está dirigida de forma plana, con poco riesgo, desaprovechando una historia en principio potente y atractiva. Petzold parece más preocupado por darle al film el tono adecuado y dibujar con precisión a su protagonista femenina, subrayando una y otra vez la frialdad de sus sentimientos pero se olvida de darle al personaje un desarrollo adecuado y otorgar algo más de entidad a los diferentes personajes secundarios. De esta manera, la película que transita de una manera lenta y monótona en su mayor parte, se vuelve poco creíble en su tramo final. Carente de la fuerza que desprendían las imágenes de “La vida de los otros” o la emotividad de “Goodbye, Lenin”, “Bárbara” hace de la denuncia de la falta de libertades en la Alemania comunista su auténtico leitmotiv pero no puede evitar que este espíritu crítico se vea salpicado de un cierto maniqueísmo y un exceso de pulcritud que atenazan un guión ya de por sí encorsetado. Con todo ello pues, su mensaje queda demasiado amortiguado, lejos de la trascendencia que inicialmente esta historia parecía aspirar a conseguir.

Lo mejor: su voluntad de denuncia.

Lo peor: que el director confunda clasicismo con linealidad.