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El intendente Sansho

Drama A finales de la Época Heian en el siglo XII, el gobernador de un pueblo es enviado al exilio. A pesar de que su familia quiere ir con él, ninguno podrá acompañarle, pues, engañados por una vieja que se hace pasar por sacerdotisa, son vendidos como esclavos por separado: la madre por un lado y los hijos por otro. (FILMAFFINITY)
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Críticas 57
Críticas ordenadas por utilidad
20 de marzo de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El intendente Sansho” es una obra magna, épica, y sobre todo es la declaración de intenciones de todo un país en una época en que intentaba encontrarse a sí mismo y obtener un reconocimiento internacional. El revisionismo histórico del Japón medieval es fruto de la búsqueda de las raíces de un pueblo, una afirmación de la propia identidad. La historia de una familia aristócrata que se ve abocada a la esclavitud es la excusa de la que se vale Mizoguchi para la exaltación de valores perdurables: la familia, la religión, la caridad, la lealtad, la honestidad del gobernante... En suma, el director escarba en la tradición para relatar una historia con un componente ético y moral muy acentuado. Que esto se hiciese en Japón en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, y en una época en la que había una declarada vocación de abrirse al mundo, no puede extrañar a nadie. En la Italia postfascista los cineastas generaron una corriente como el Neorrealismo. En Japón, la propuesta de Mizoguchi nada tiene que ver con eso. Aunque hay un componente social importante en esta historia, las claves son muy distintas.

Con esta premisa, y la delicadeza estilística del director, la película está llena de grandes momentos. Me ha llamado la atención la sobriedad y contención con que se muestran escenas verdaderamente crueles y brutales (salvajes, diría yo). Pero, sobre todo, me quedo con el principio de la historia y con el emocionante final. El arranque y el desenlace se funden de una manera lógica y natural. La película relata los acontecimientos de una familia que vive el desarraigo y la humillación, pero que obtiene una salida no sólo sin perder la dignidad y el respeto por los demás, sino precisamente gracias a mantenerse fiel a esos ideales irrenunciables. Algunos momentos resultan chocantes en la mentalidad occidental actual, y no sé si en la fecha de su estreno podrían tener una mayor comprensión entre el público (la huida de los dos hermanos, cargando con una pobre vieja, y los sucesos siguientes, son de verdadero pasmo y no se entienden de ninguna manera). Si algo hubiera que reprochar a esta obra es su recargado tono ejemplarizante. En cualquier caso, “El intendente Sansho” (un gran título que hace referencia a un personaje secundario de poco protagonismo argumental, pero de gran peso específico y simbolismo en la historia) es una obra decisiva para poder entender la expansión e internacionalización del cine japonés de posguerra y para comprender mejor qué es el Japón y qué lugar ocupa en el mundo.
rober
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18 de marzo de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Imposible no emocionarse con esta maravillosa película. Donde cada dolor y cada alegría de los hermanos Zushio y Anju y de su madre Tamaki te traspasa y te hace vivir por dos horas en sus maltrechos cuerpos . Imposible no acabar tan mutilada como ellos, repudiados y vendidos a un esclavista. Sentirás como propio cada tendón roto y cada marca al hierro en una piel que nació solo para ser libre. Odiaras al mal personificado en la figura de Sansho Dayu, monstruo que nació en un cuerpo humano para horrorizar al mundo con su crueldad y violencia.
Cada fotograma tiene algo bello y triste que te arrasa por dentro. La mejor película de Mizoguchi que he visto. Deberían verla en cada escuela del mundo porque te transmite valores que nadie te va a enseñar en la vida.
El valor de la caridad que nos humaniza y nos hace dignos. El sacrifico como muestra suprema del amor. El deseo de venganza dulcificado por el perdón del que solo busca sembrar el bien en su vida.
Mizoguchi ha sabido captar lo mejor y lo peor del ser humano con esta historia. En esta película están retratados los actos mas nobles y tambien los mas viles que puede llegar a desarrollar una persona. Y como no, es un alegato inmenso contra la esclavitud. Contra la trata de personas que son compradas y vendidas por los poderosos sin tener en cuenta su condición de humanos.
Historia por desgracia universal y que se puede extrapolar a cualquier época.
La historia de ''El intendente Sansho'' es la historia de un hombre que parecía un verdadero dios. Un hombre que inculco valores universales en su mujer y sus hijos. Un hombre con un corazón demasiado bondadoso y misericordioso para poder desarrollar una actividad gubernamental importante. Es la historia de una familia que conserva su amor por encima de todas las cosas, sabiendo que eso es lo único que nos salva de la tragedia de la vida.
La escena final es de lo mas bello, triste y emotivo que se ha rodado y se va a rodar en la vida.

Nadie nunca va a poder superar el cine de Mizoguchi.


Nunca olvidare estas frases:

"Si una persona no siente la caridad, no es una persona.
Incluso ante tu enemigo hay que sentir la caridad".



"(...) Pero el mundo era mucho más cruel de lo que yo imaginaba, de nada sirve la voluntad de una sola persona, al ser humano le son indiferentes las desgracias cuando no le afectan directamente, la piedad se rinde ante el egoísmo. La vida es muy dura, los seres humanos son crueles y en lo más profundo de su ser solo saben pensar en si mismos."
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Nadja
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13 de septiembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Apenas dos años antes de morir, Mizoguchi dirigió esta maravillosa película sobre la adversidad y la necesidad de mantener unos principios éticos para superarla y evitar caer en la autodestructiva trampa del odio. Partiendo de una leyenda japonesa y de una novela que la adapta, el maestro japonés ilustra con una imágenes tan bellas que sobrecogen la historia de los hijos de un alto cargo del Japón del siglo XII y de las consecuencias que tiene para ellos la caída en desgracia de su padre. Una de las mejores películas de la historia del cine
Juan Pais
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23 de septiembre de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cine clásico sin fugas, sin pérdidas de identidad, sin desafortunados envejecimientos...CINE CLÁSICO.

El intendente es un "digno" representante de los hombres de su clase y categoría; en el siglo XII, que le tocó vivir; y por extensión e influencias, noventa décadas después. ¿Cuántos Sanshos siguen pululando, cual sabandijas, al amparo del poder menos escrupuloso? ¡Es la condición humana, mon ami! Pueden pasar siglos pero las pasiones, (eufemismo que se inventó para suavizar la séptima acepción del vocablo, que dice: Apetito de algo o afición vehemente a ello), siguen siendo ese instinto irrefrenable que, coronado por la inteligente maldad, nos convierte en animales despreciables.
Kenji Mizoguchi (1898-1956) es uno de los cronistas ideales del feudalismo japonés que se extendió hasta bien entrado el siglo XX, y que vivió en propia carne: su padre acabó vendiendo como geisha a su hermana. De ahí tal vez la gran humanidad y máxima solidaridad que demuestra hacia las mujeres prostitutas, a las que toma como ejemplo de injusta opresión y lucha feminista en las muchas películas en las que trató el tema, una verdadera obsesión en su carrera.

La pobreza en la que se desarrolló la infancia del gran director tokiota, hace que tome partido por las clases oprimidas, en el caso que nos ocupa por los esclavos, que son todos aquellos que tienen la mala suerte de no pertenecer al bando ganador, no se venden al mejor postor y son unos "cabezotas retrógrados", incapaces de cagarse en sus principios.
Kenji, sin duda, fue un adelantado a su tiempo, un auténtico referente que ya hizo el mejor cine neorrealista, antes incluso de que el gran Roberto Rossellini rodara "Roma, ciudad abierta" en 1945. Para entonces él ya había firmado maravillas como: Las hermanas de Gion (1936) o Historia del último crisantemo (1939), en las que como en El intendente Sansho queda explícita su denuncia a favor de los más desamparados.
Sinhué
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15 de diciembre de 2005
7 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Elegancia en estado puro, uno de los poemas más hermosos jamás rodados. Kenji Mizoguchi nos relata una historia llena de esperanza y nos da una lección de humildad y sencillez.
enrique teruel
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