El Gran Hotel Budapest

El escenario de la película es un país inventado al este de Europa, donde hay un gran hotel y a través del libro de una mujer, un antiguo gerente del Grand Budapest irá contando las historias que supo conocer y participar relacionadas con el mismo.
Destacan ante todo la escenografía y el vestuario en un uso magistral de la paleta de colores. Las actuaciones, la dirección y el guión son firmes y sobrias, otorgándonos una agradable comedia,

Disponible en Argentina en Flow.

No descubro nada si digo que la mayor cualidad del cine de Wes Anderson es su singularidad. En ese sentido, vale su peso en oro, pero si nos centramos en la historia que nos cuenta "El Gran Hotel Budapest" nos daremos cuenta que no es para tanto. De hecho, este argumento no se sustentaría si protagonizase una película convencional, pero claro, si mi abuela tuviese ruedas sería un patinete, así que me dispongo a juzgar la película como un todo indivisible.

Sin duda, el resultado es positivo, probablemente porque sea mi primera vez con Wes Anderson. Después de "El Gran Hotel Budapest", quiero ver todas sus películas, y es que el director, como Almodóvar o Allen, ha creado un universo particular, sólo que este ha ido varias galaxias más allá, abriendo un camino desconocido hasta la fecha en esta selva que es el cine. Un camino desconocido y creo que intransitable para cualquiera que no sea él mismo, lo que le hace merecer un puesto destacado dentro del cine mundial.

Su estilo visual es extraordinario, tanto que, en vez de una película, parece que estés viendo cuadros en movimiento, tanto que llega a fagocitar a un argumento enmarañado y que poco importa. Su reparto coral me divierte, nada más, ya que es imposible profundizar en ellos al ser tantos, y lo hace a pesar de contar con algunos de los actores que más rechazo me provocan: algunos por inexpresivos (Bill Murray), otros por todo lo contrario, (Tilda Swinton, Owen Wilson) y otros por ningún motivo en especial (Ralph Fiennes, Saoirse Ronan). Pero nunca me quejaré de ver a tantos buenos actores en una misma película y, sobre todo, de la forma tan cuidada y pintoresca con la que aparecen.

Resumiendo todo lo que he intentado transmitir, "El Gran Hotel Budapest" es una obra maestra en su superficialidad, pero algo floja en su fondo.

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He vuelto a ver... El Gran Hotel Budapest... Y me ha vuelto a gustar.

La vi por primera vez hace siete años, y la tenía valorada en 7. Y un 7 supone que me pareció buena. Pero curiosamente apenas conservaba recuerdo de la misma.

Eso quiere decir que la historia que cuenta no me llegó especialmente. Al punto que, cuando seleccionamos esta película para el CineClub, me confundí y pensé que se había votado por El Exótico Hotel Marigold, que es una película que me sorprendió y me gustó especialmente, porque la valoré en 8. Y eso que, en FilmAffinity, está valorada tan sólo en 6,2, lo que supone casi un punto menos que el 7,2 en que está valorado El Gran Hotel Budapest.

El caso es que, después de verla, vuelvo a valorarla en 7, y comprendo por qué la valoré y valoro como buena, al tiempo que me explico por qué la olvidé, y puede que vuelva a olvidar.

La película es impecable. Tiene una estética perfecta en todos los sentidos, tanto visual, como sonoramente… Incluso en más cuestiones, como el orden, el rigor, la simetría, la pulcritud y la coherencia, lo que a quienes tenemos cierta amistad con los TOC, puede producirnos cierta sensación de placer, que es constante durante la película. Al punto que puede llegar a hastiar en algún momento, por mera saturación.

Así que, aunque lo que cuentan pueda no ser interesante o memorable, la cuestión está más en cómo lo cuentan, y en las sensaciones que produce mientras la ves.

Está dotada de principio a fin de un tono cómico permanente, que aunque ayuda a mantener la sensación de irrealidad, también le da cuerpo y forma a la película. El hecho de la verosimilitud no es relevante en el relato, sino el placer visual, sonoro, el ritmo, y la sensación anímica. Y en ese sentido, el director crea un producto perfecto.

Una cosa que no me gusta porque me parece excesiva, es la sobrecarga de estrellas que agrupa el film. Aunque tiene el lado bueno de que puede haber quien vea en ello un incentivo para proceder a la visualización de la película. Se podría ver como un juego de “cameos”. Pero en mi caso, más que dotar de atractivo, lo que hace es distraerme del relato.

Con todo, he visto la película a gusto. La he disfrutado, y me ha dejado bien. Y se lleva el 7 de buena, pero… No me ha impactado, ni ofrecido algo que me llame la atención o que me parezca especialmente memorable, de forma que me permita pasar a valoraciones superiores.

De hecho, dudo que vuelva a ver la película, a no ser que salga elegida en algún otro CineClub, porque no ha habido nada que me haya conmovido especialmente. Digamos que es una película que hay que ver, se puede disfrutar el degustarla, pero cuando se acaba se acabó.

Y parece que es una sensación que me acompaña con la obra de este director: me parece buena mientras la veo, pero, aunque me gustan muchos aspectos de cómo cuenta las cosas, lo que cuenta no me suele interesar especialmente. Así que, veo la película, y a otra cosa mariposa.

No creo que haya nada más gratificante que ver una película tan bellamente construida como le ocurre a "El Gran Hotel Budapest", sencillamente, me parece una maravilla visual y siempre que la veo me quedo más y más convencida de lo hermosa que es.

Esta oda a la nostalgia, al delirante humor, a un cine que amo ver y con un reparto de escándalo, es una de mis películas favoritas, cuya banda sonora me acompaña en mi día a día siempre que la veo. Hacía muchos años que no la veía, pero ni por un solo momento podría llegar a decir que la experiencia no haya sido tan visualmente hermosa como la primera vez que la viera.

Ambientada en el hermoso hotel Budapest, con una paleta de colores que es una delicia para todos aquellos amantes del color pastel y de rosas imposibles, seguiremos las andanzas de Zero, el botones del majestuoso hotel junto con su mentor y protector, el señor Gustave, interpretado por un increíble Ralph Fiennes, que personalmente, se roba la película. No por ello son menos importantes actores de la talla de Edward Norton, Jeff Goldblum, Willem Dafoe o Adrien Brody, así como un joven escritor Jude Law. La verdad que solo por el reparto merece mucho la pena, pero la película va mucho más que eso.

El toque de Wes Anderson se observa en cada toma, en cada sucesión de cámara, en cada uso del paisaje, del color y del escenario. Casi parece que estés viendo un precioso cuento, en donde la maestría de los actores queda reflejada, pero sin duda, es la puesta en escena y la visión del director lo que otorga a esta obra una sensación de nostalgia y familiaridad increíble, como sería el volver a revivir tu cuento favorito de la infancia. Y lo gracioso es que la película, en sí, no está contando ningún cuento, sino una persecución por asesinato, mentiras y robo, en donde lo bonito de la película no logra esconder muchos retazos podridos de la sociedad, desde el avance de un ejército conquistador en plena guerra mundial, el racismo implícito de ese movimiento, la locura de la violencia y el crimen así como la crudeza de la realidad.

Al final, aunque la película sea hermosa, el mensaje que deja es triste. Es un mensaje acerca de todos aquellos que parecieron no encajar en el mundo, o que mostraron que podría existir un breve atisbo de humanidad. Al final, por muy delirante que sea la historia, esta no deja de ser una tragedia, narrada a todo color y con conversaciones ingeniosas, pero que termina demostrando lo terriblemente abrumadora y triste que es la soledad y el pasado.

Fue mi primera película del director y quedé más que impresionada por todo, por su forma de contar la historia, por su forma de plasmar sus ideas en cámara, con sucesiones de escenas, movimientos de cámara, usos del color y del paisaje que creo que marcan los ideales y el estilo del director. Sinceramente, me quedé enamorada de esta película y la recomiendo como una experiencia visual, más que nada, pero es cierto que también te deja el corazón calentito al terminarla, y sí, por qué evitarlo, con una sonrisa triste.

"El Gran Hotel Budapest" es una de mis películas favoritas, una obra que casi siempre se me viene a la mente al pensar en cine, que adoro ver cada cierto tiempo y que siempre me deja con un buen sabor de boca. No logra quitarme la sonrisa mientras que estoy disfrutando de ella, no logra evitar que no me emocione con el final, no logro quitarme su banda sonora de la mente durante varios días, y sin duda, no logro olvidarme de sus hermosos decorados, de la belleza de sus escenas y en su paleta de colores tan cuidadosamente elegidos. Sin duda, una obra de arte que recomiendo encarecidamente, es divertida, porque lo cierto es que te puedes reír con la mayor parte de las ocurrencias del guión, es emotiva y es hermosa.

Para nada soy fan del director WES ANDERSON, pero he de decir que por vez primera he aceptado y he entrado en su juego, por primera vez me he sonreído, me ha cautivado su excéntrica galería de personajes y por vez primera he sentido de cerca la emoción de su particular universo.
Una gran obra de arte con mayúsculas EL GRAN HOTEL BUDAPEST, con uno de los repartos más extensos y acertados de los últimos años, cada uno de ellos en pequeños papeles, pero los principales se llevan la palma con un acertadísimo y brillante RALPH FIENNES, y la sorpresa del desconocido TONY REVOLORI.
Me ha encantado hasta el nombre escogido para los personajes Gustave H, o Zero moustafa, el diseño de producción es abrumador, la paleta de colores sensacional, parece que estemos asistiendo a un cuento de la forma que esta relatada la historia, con acción, humor, drama, asesinatos, nada falta en esta sensacional película que nos ha brindado el bueno de Anderson, y que desde ya forma parte de lo mejor de su filmografía, y que a un servidor le sirve por fin para reconciliarse con su cine.