La jungla 2: Alerta roja

El gran éxito alcanzado por “Die Hard”, animaría de inmediato a los productores a continuar con la franquicia y sirviéndose, esta vez, de la novela “58 minutos” de Walter Wager, que espero sea mejor que la película, se puso de nuevo en manos del guionista Steven E. de Souza, quien, en compañía de Doug Richardson, hizo lo que pudo para repetir los mayores aciertos del filme anterior… pero sin lograr gran cosa, porque, cuando no se piensa en algo original con aroma a arte, lo que sigue huele a mercancía, y la Inspiración, que reclama siempre una alta ética, (y que es bien diferente al manoseo del arte) ya no se congracia con el nuevo intento.

Se cometió, además, el gran error que suele ocurrir en estos proyectos cinematográficos: Se buscó a un director (distinto a John McTiernan), con otra visión de la vida (que aquí luce vulgar y morbosa), y con otra forma de hacer cine que lo lleva a centrarse mucho más en la acción (¡hasta el cansancio!) y menos en la esencia humana que fue lo que más atrajo –incluso a algunos inconscientemente- de la primera entrega.

La fórmula es la misma: En navidad, Holly, la mujer del policía John McClane (ahora al servicio del departamento de policía de Los Ángeles) está de nuevo en peligro porque ¡otros terroristas! tienen en jaque a un aeropuerto para rescatar a un dictador… y al verse rodeado de incompetentes entre la policía aeroportuaria y de dobleces entre las líneas del ejército, McClane -con unas pocas ayudas-, deberá cargar contra los avanzados planes que tienen el coronel Stuart y sus secuaces.

A bordo, estará el impertinente periodista, Dick Turner, ¡listo para empantanar la situación!; el sargento Al Powell y otro afroamericano, serán el apoyo informático de McClane… y el resto serán balaceras, explosiones, multitudes que van… vienen… y corren… y McClane acabando con sus enemigos con unas maneras -Harlin style- que dan ganas de vomitar.

Con un Bruce Willis, mucho menos simpático que en la aventura anterior; una Bonnie Bedelia dispuesta a saciarse de nuevo con el sensacionalista petimetre cuando por fin se entere de sus andadas; y con un Dennis Franz que hará ‘el show de la imbecilidad’ como el jefe de la policía aeroportuaria, al reparto se añadirán nombres de gran crédito como Franco Nero, quien tendrá el liviano rol del dictador fascistoide al que se pretende rescatar; John Amos será el empoderado mayor Grant; y William Atherton, como el Coronel Stuart, será la cabeza de una operación que se convierte en la enésima versión de aquellas viejas catástrofes llamadas “Airport”.

Cuando el cine se fabrica como los espaguetis, quizás haya consumo por hambre o por el simple afán de llenar un vacío, pero en ningún momento, habrá complacencia de la mente o del espíritu. Y así no debe ser.

Título para Latinoamérica: “DURO DE MATAR II”

Si bien la película es peor que la original, es una muy buena secuela. Y esto es difícil que ocurra una vez que se realizan cambios en la dirección y parte del equipo técnico de la cinta.

La película pasa de tener un escenario "pequeño" como puede ser un rascacielos a tener un gran escenario como puede ser un aeropuerto.

Si pasamos del detalle de que es muy difícil de que al mismo tipo le pase algo parecido dos veces seguidas es una película muy disfrutable.

En esta película, a diferencia de la película original, los villanos no son tan carismáticos. Los actores secundarios están muy bien, sobre todo Reginald Veljohnson, Dennis Franz y el actor que hace de tácnico de mantenimiento del ascensor.

Para pasar un buen rato. Si la consideramos como secuela de la magnífica " la jungla de cristal" puede que sea un filme algo menor, pero si la comparamos con las películas de acción de ahora es una obra maestra.

2ª película de una de las mejores sagas de acción de todos los tiempos. Al igual que la primera comienza con el día de navidad mientras John McLane espera a su esposa que vuelve de la ciudad de Los Angeles, y de mientras se ve envuelto en una acción terrorista que pone en juego la vida de su mujer...

Un poco más floja que la 1ª en cuanto a cantidad de acción, pero con todo se mantiene bien, incluso pasadas ya 2 décadas.

No tenía yo el gusto de conocer a John McLane, clásico indiscutible del cine de acción. Un tipo no muy duro, pero sí resistente a la par que seductor, aún sin proponérselo, interpretado por un encantador Bruce Willis que te cae bien desde el primer minuto. ¿Quedarán hombres así?

Hacía tiempo que no veía a un héroe pasarlo tan mal. Le pegan, le disparan, está al borde de la muerte, sufre ataques por todos lados y, mientras trata de evitar una masacre y una fuga, se tiene que pelear con medio aeropuerto que, por pura envidia, no le quiere dejar hacer lo que tiene que hacer. A la vista está cómo llega el pobre al final: totalmente machacado, pero sin una queja. De nuevo el héroe incomprendido, pero con la suficiente independencia para afrontar la adversidad caiga quien caiga. Aunque caiga él mismo. Admirable.

Cierto que el gran éxito de este tipo de cine y de esta época concreta le debe mucho al carisma de los personajes y de los actores protagonistas, pero también es cierto que nada sería lo mismo sin la adrenalina de la acción, los tiroteos perfectamente coreografiados, los momentos sentimentales (precioso reencuentro el del final...), una historia sólida, hasta sorprendente por momentos; y, cómo no, sin una puesta en escena clásica y elegante. Imposible no disfrutarla.

Y aunque coger un avión no volverá a ser lo mismo... bien vale la pena pasar dos horas de gran entretenimiento. No os la perdáis.

Segunda puesta en escena de la Jungla, y sigue sin decepcionar el creíble personaje que interpreta Willis, con una cantidad de recursos para luchar contra "los malos" e ir solventando la papeleta a base de acción de la buena, ensalada de balas, explosiones a discreción y una serie de chistes para rebajar la tensión.

En ésta, los rehenes son una docena de aviones y su pasaje sobrevolando un aeropuerto.

Con su grito de guerra, el ya famoso ¡¡"Yipi-ka-yei, motherfucker"!! y reconociendo que no llega a la calidad de la primera, al notarse mucho el cambio de director y no estar McTiernan, esta secuela se queda en un notable alto.

Notable, 8.