Manhunt: Unabomber (Miniserie de TV)

La historia de la humanidad podría segmentarse por el crimen. Cada época y cada civilización tenía un modus operandi y unas particularidades a la hora de fabricar sus crímenes, pero, lo más importante es el motivo. Eso que incita a un particular a querer cambiar el mundo, a manifestarse y a convertir una de las máximas de Maquiavelo en una doctrina: el fin justifica los medios.
El cine y las series actuales han cambiado, y ahora reconocen el hecho de que el antihéroe juega un papel fundamental en nuestra psicología y en nuestra realidad. El conocido síndrome de Estocolmo ha girado una vuelta de tuerca más, y ahora, somos capaces de ver más allá del crimen a una persona que trata de buscar un motivo para constituirse.
El sistema. Eso que nos hace libres y que a la vez nos ata. La tecnocracia, la alienación y la vanidad nos tratan del mismo modo. Manhunt: Unabomber ahonda en esos conceptos de una forma apasionante y disyuntiva. Además consigue despertar el interés procesal desde un punto de vista que a menudo pasa a un escalón inferior en el cine; el del analista del FBI.
Y es que, en definitiva, cada acto que perpetramos deja un rastro o cientos de ellos. Depende de los ojos que miren y de cómo miren para interpretar todas esas pruebas e indicios que alguien ha querido hacernos llegar. Por tanto, la comunicación lingüística, concepto pionero en la investigación policial de los noventa, juega el papel más fundamental para la consecución del crimen y resolución del caso; convirtiendo algo engorroso y académico en un trepidante juego de cartas (bomba), nunca mejor dicho.
Unabomber. Basada en hechos reales, es, pese a pequeñas fisuras argumentales y escenas algo superfluas y comerciales, un derroche discursivo y narrativo que trata al espectador de forma inteligente y clarividente.
Las dos líneas temporales que plantea son como relojes que se van sincronizando ingeniosamente hasta confluir en un todo uniforme, tremendamente seductor y adictivo. La trama, al igual que el caso real, se desliza con deductiva intuición durante los ocho capítulos que dura la serie. En todo ese proceso, abruma el esfuerzo que Paul Bettany y Sam Worthington hacen por empatizar y adentrarse en su personaje. Ambos sublimes están cercanos al nivel de otros papeles como el de Mcconaughey y Harrelson en True Detective o Tennant y Colman en Broadchurch.
Por poner un pero, el lenguaje cinematográfico, salvo destellos de una fotografía muy simbólica (sobre todo cuando la escena se centra en Bettany, o lo que es lo mismo Kaczynski), no es excesivamente poderoso como para sacar del formato televisivo a esta serie, y quizás por eso haya pasado un tanto desapercibida respecto a otras similares como Mindhunter o las mencionadas anteriormente.

Miniserie de ocho capítulos que narra la "caza" de Unabomber, un terrorista de tendencia anarquista, antitecnología y ultraecologísta, que actuó durante casi dos décadas, tiempo en el que envió cartas-bomba a personas que representaban lo que el odiaba, el avance tecnológico y científico. Durante la investigación el analista del FBI Jim Fitzgerald, basándose en un nuevo método conocido como Lingüística Forense, consiguió realizar un perfil que a la postre sirvió para identificar al terrorista y detenerlo.

Durante la investigación se produce un proceso de transferencia, de identificación, entre el agente del FBI y Unabomber, una especie de Síndrome de Estocolmo que hace a "Fitz" abandonar el "mundo civilizado" y adoptar el modo de vida del Ted Kaczynski, algo que a mi, como espectador, también me pasó. Independientemente de la aversión que me produce el terrorismo en sus múltiples manifestaciones, tengo que reconocer que he empatizado con el mensaje de Unabomber. A mi modo de ver, y hablando exclusivamente por lo que la serie muestra, su mensaje es, cuanto menos, digno de consideración. La tecnología, el progreso mal entendido, nos está haciendo involucionar, convirtiéndonos en seres cada vez más incapaces, esclavos de unas máquinas que supuestamente están ahí para hacernos llevar una vida más fácil. En mi opinión esta es la gran virtud de esta serie, hacer que te plantees si la forma de vivir de nuestra sociedad occidental es la correcta.

* El tema del "hombre libre occidental que no es más que es un esclavo" es recurrente en la cultura popular de nuestro tiempo (me viene a la mente Matrix, por ejemplo), aunque no es nuevo ya que es un tema que se ha tocado constantemente a lo largo de la historia. Las religiones, de toda índole, han hablado mucho de ello. La única manera de ser libre es no estar apegado a nada ni a nadie. El apego te convierte en un esclavo, y de los peores, ya que lo somos por propia elección. Somos como aquellos libertos a los que su amo les daba la libertad y se autovendían porque no sabían qué hacer con su libertad. ¡Qué irónico, ser esclavo en una sociedad supuestamente basada en el respeto a la libertad individual y a los derechos humanos.

En fin, una serie que independientemente de sus valores artísticos, que los tiene, plantea serias preguntas que como cada espectador debe "rumiar" y contestar. Para mí, una serie altamente recomendable.

-Cuenta la historia real de la caza de Theodore “Ted” Kaczynski. Un Terrorista que, en los años 80 y 90, envió por correo 16 bombas a lo largo de todo Estados Unidos. Su detención resultó una de las investigaciones más difíciles en la historia del FBI.

-La T1 aún no ha concluido (se han estrenado 5 capítulos). Lo visto hasta ahora no me llama excesivamente la atención. Es el clásico producto de la industria americana (en este caso, real y eso lo hace algo más atractivo) de policía y criminal a la caza el uno del otro. Sin embrago, he de reconocer que la factura final y la interpretación, en términos generales, es aceptable. Deja que desear el guión que no engancha. Aceptas ver el siguiente capítulo porque quieres conocer esta historia real.

Soy elbuscadordeseries.wordpress.com

Hoy en día son muy habituales este tipo de productos, basados en alguno de los grandes acontecimientos del siglo XX. Hay muchos personajes y sucesos con su versión actualizada en Netflix, Amazon, HBO, o cualquier otra plataforma.
En realidad están casi todos cortados por el mismo patrón y no aportan nada. Es más, diría que son peores que los documentales que hacían para las televisiones de pago estadounidenses durante los años 90. La historia, la versión de los hechos, aunque tenga 10 capítulos, es peor que la entrada de un blog hecha por un adolescente en su tiempo libre. No se molestan ni en adaptar en profundidad la esencia del personaje.
Eso ocurre en esta miniserie. Kaczynski es secundario. Toda la acción recae en un agente del FBI, que por supuesto ve cosas donde nadie las ve, lucha completamente solo contra todos sus superiores, burócratas que lo ridiculizan, lo amenazan y no creen en su enfoque. Y etcétera etcétera. ¿Se adivina el final?

Le han dado a un loco el mayor megáfono que podían darle. Y estando en la cárcel. Y habrá quien lo vea como un problema. Yo lo veo como algo maravilloso. Si empatizáis en algunos aspectos, no os asustéis.
Unas interpretaciones espectaculares, con una arquitectura perfecta y una invitación al desarrollo personal casi inexistente en la gran mayoría de metrajes.
Un bravo merecidísimo.