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Vacas

Drama. Romance. Bélico A lo largo de tres generaciones, dos familias de un pequeño valle guipuzcoano mantienen relaciones tortuosas, marcadas por la violencia y las pasiones. La historia comienza en Guipúzcoa, en 1875. En una trinchera carlista, durante la guerra, un aizkolari logra salvar la vida embadurnándose con sangre de uno de los muertos, y dejándose apilar con los cadáveres. La presencia de una vaca le produce una extraña sensación, que se volverá obsesiva. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 43
Críticas ordenadas por utilidad
21 de diciembre de 2013
17 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay gente que por llamar la atención durante un partido de fútbol saltan en pelotas al campo y empiezan a correr como locos. Otros cruzan un precipicio en plan funambulista con una pértiga, arriesgando la vida. Cosas así.
Menem para hacer algo nuevo y llamar la atención hace "Vacas". Estoy convencido que vio una vaca un día en el campo y dijo: "Hostias, una vaca". Así se le ocurrió contar una historia más o menos sencilla con las vacas por medio. Pensó: el caso es innovar, como sea. La idea no está mal, pero su experimento, no nos engañemos, no le salió bien. Todo lo que cuenta parece interesante, pero desgraciadamente, a salto de mata. O sea, el interés se desinfla cuando se ponía interesante la cosa.
Las vacas deberían tener un significado relevante, que impresionara, pero resulta que son vacas de lo más común, con moscas en los ojos. No le veo la importancia para tomar su nombre como título y menos de protagonismo. Tal vez si hubieran luchado vacas contra pollos, o que las vacas se hubieran puesto a cortar troncos con el hacha, o que las vacas hubieran desarrollado una inteligencia malvada y estuvieran tramando una revolución silenciosa y metódica... No sé; algo significativo que impresionara. Entonces sí: Vacas, y uno podría hasta acojonarse. No digo más si sales a la calle y vieras una, echarías a correr. Pero me ha parecido de lo más común ver vacas por los verdes prados. Vacas: y efectivamente, son vacas. Salen vacas. Vacas lecheras.

Lo de los carlistas es algo absolutamente desconcertante, a los muertos les quitan hasta los calzoncillos. Qué guarros; con lo sucios que estarían. Lo del parto de la vaca, es más de veterinarios que de actores... Lo del abuelo no tiene sentido, debe estar tocado. Que pinte vacas me parece hasta irreal. Lo que hace con las patas de la vaca, para pegarle un tiro. Lo de las fotos, ruinoso. Se cierra la imagen y empequeñece el objetivo, muy interesante... Igual son escenas que esconden una parábola deslumbrante. ¡Pues me jode que pasen esas cosas, que sea así y no me entere!
Una de las veces se pone toda la familia a que les hagan una foto y no hay nadie para hacerla..., ¿motivo, razón? Pregúntaselo a Medem (te dirá que es una escena que ofrece interpretaciones contrastadas. Pues que las interpretes la mierda de la vaca, no te jode). Y en general, el argumento flojito flojito.
Yo me fijé que Carmelo Gómez con el hacha subido al tronco se parecía a Gregory Peck, clavado. Y es verdad lo que digo. Como si Gregory Peck hubiera cambiado el revólver y el caballo por un hacha y una vaca.

Las vacas son unos animales forrados de cuero, con las patas tan largas que les llegan hasta el suelo.
floïd blue
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19 de octubre de 2015
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Porqué se le ocurrió a Medem perpetrar semejante bazofia? ¿He entendido algo? ¿Hay algo realmente interesante en la película para que ésta ostente la puntuación que tiene?
Esas son algunas de las preguntas que se me ocurrieron pensar el día que tuve la oportunidad de hacerlo. Y sí, lo confieso, no me la tragué entera.
Debo confesar que creo que es bueno innovar en el cine y que Medem lo hace. Por extraño que parezca innovar innova bastante pero lo hace de una manera tan poco sugerente que lo que queda es una patochada inexplicable. Innova y se cree que es la pera dirigiendo y lo único que consigue es labrar un producto que contiene escenas de un gusto bizarro pero a su vez feo. Ya me pasó con "Lucia y el sexo", considero que creó un producto lleno de experimentos solo entendibles para fans y por tanto un producto poco ameno para servidor, ya que no creo que esté hablando de mis directores predilectos. Una pena que con un buen paisaje hasta éste quede ridículo en un contexto poco apropiado el de una película que cuenta entre sus escenas más interesantes, una vaca con moscas en el ojo, como un tio tala los árboles y pocas escenas más que por fortuna recuerde. Además guión creo que no existe... hay una apuesta o no sé que.. vamos ni le he podido prestar atención. Yo creo que el problema es de compenetración con un espectador que busca productos más convencionales, quizás no tan originales, pero más adecuados para que al menos uno logre empatizar con algo.. no sé, para ver una vaca con moscas, grabo yo la escena de mi periquito comiendo alpiste, vamos sería casi igual de interesante que ver unos actores en estado de (des) gracia pasando un mal rato ante supuestos conflictos que no se dejan ver con nitidez, en medio de una naturaleza desaprovechada en un sinfín de escenas sinsentido.
neptum
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18 de febrero de 2007
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es la mejor de sus películas, pero ha sido su trampolín, gracias a ella Medem ha triunfado, y ha seguido haciendo buenas historias.
Medem tiene mundo propio, ha habido directores que han querido imitarlo, pero pienso que es inimitable. Parece todo reflejo de su mundo interior.
Jeschenska
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25 de octubre de 2008
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy interesante, muy verde, muy rural, muy de Euskadi. Retrata la belleza existente en el caserío, y mayor aún por ser de épocas pasadas. Los silencios, y los sentimientos contrapuestos y odios viscerales que a menudo suelen ocurrir en este ambiente.
Y luego las vacas, presentes en todo momento, que todo lo ven, todo lo oyen, y parecen ser las únicas que todo lo comprenden. Vuelven a su territorio al final, se repliegan, cuando viene el caballo de fuera a invadir su espacio. 6 sobre 10.
pierrezugazua
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2 de enero de 2010
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una visión poética del País Vasco rural entre la Tercera Guerra Carlista y la Guerra Civil Española. Y cuando digo poética me refiero más que a la historia que cuenta a la forma de narrarla.
En una colina vasca dos caseríos vecinos que arrastran desde un episodio de esa guerra un odio latente. Rodeados de bosque, de verde constante, el símbolo mayor de un mundo oculto son las vacas, sustento y verdadero tótem de la vida de estas gentes. Y alrededor de la historia y de la simbología que apunto una miríada de detalles y visiones que abren expectativas a un mundo mágico: el llamado "agujero", la presencia bella de las setas venenosas, el mundo de los insectos, la trampa para jabalíes, el abuelo loco que arrastra la vergüenza de su cobardía, los cuadros casi surrealistas que pinta...y la visión desde un objetivo, ya sea el ojo de una vaca o el de una cámara, del mundo real y del no real.
Entre las dos familias se tensan situaciones, amores, sucesos y, desde el principio,el reto de ostentar el título de mejor aizcolari.
Y el resto del mundo queda allá fuera: en Europa o, si hay guerra, en América.
Todo está contado con sello personal sin concesiones, de forma que su lentitud o el recreo en ciertas escenas o imágenes puede lastrar a algunos el disfrute de una película distinta, bella, repleta de referencias ocultas que , como es natural, quedan sin desvelarse.
Si ha de encontrarse algún defecto quizá sea en la propia historia, en la superficialidad de ciertos personajes (Karra Elejalde) o la poca profundidad de los principales.
Sapristioca
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