Las brujas de Zugarramurdi

Valiente bodrio. Qué dispendio de subvenciones, Rtve, TeleMadrid, Ministerio, ICO... para un producto zafio que desarrolla un despropósito sin pies ni cabeza que plagia sin recato a "Abierto hasta el amanecer" de Robert Rodríguez y Tarantino, como se explica abajo en el spoiler. El humor que tanto elogia la crítica es basto, grueso y grosero, nada original y recargado de sal gorda. En definitiva, si esta película es la ganadora de los Goyas, uno puede perfectamente entender que la gente no vea cine español.

Seguidor aférrimo de las películas de Alex de la Iglesia deseaba ver su última película.
Qué me encuentro:
Un principio de los que nos tiene acostumbrados, brutal y muy bien dirigido pero mientras los personajes se dirigen a su destino irremediablemente vamos viendo como decae la película a momentos ya vistos en los films de los Ozores de los 80, como la mítica El liguero mágico con Andrés Pajares, que no son para menospreciar ya que forman parte de nuestro cine español, pero eso sí ya están más que sobadas. Mientras esperaba con ansia el final nos quedamos con un desenlace de locura sin camisa de fuerza que nos deja fríos, para llegar a los créditos pensado en lo que pudo ser y no fue. Interpretaciones correctas en todos los casos menos en el personaje de Mario Casas que está distinto a otras series y films y lo borda sin necesitar aguja ni hilo.
En fin esperaré con la misma ansia de siempre su películas porque somos humanos y nos podemos equivocar.

Las brujas de Zugarramurdi de Alex de la Iglesia, es una comedia de terror fantástico que cumple con su cometido de entretener y divertir. Dirigida con un ritmo trepidante, acierta con la trama en su singular manera de hacer comedia, y obtiene un resultado que sorprende de forma óptima, por mezclar notablemente la diversión y el terror.
La fotografía, es sombría y siniestra, y desde luego evocadora a la acción por estar trabajada con una oscuridad que estimula al espectador. Y acompañada musicalmente con sonidos rítmicos e inquietantes, llevados a cabo con competencia y acierto en los momentos oportunos en que es requerida. Destacando también unos efectos especiales, admirables y arrolladores, que dan gran entretenimiento y asombro al público.
Las actuaciones, son auténticas y genuinas en líneas generales, con papeles de los habituales del director como Carmen Maura, Terele Pávez o Santiago Segura. Y no defraudan y mantienen el tipo Hugo Silva, Mario Casas, Pepón Nieto y Secun de la Rosa, siendo actuaciones bastante eficientes y acertadas, cumpliendo con su cometido. Con diálogos graciosos, espontáneos y dicharacheros, que sacarán más de una risa a lo largo del film, amenizando y divirtiendo, no solo a los incondicionales del director, sino a todos. En parte también, gracias a unos vestuarios y caracterizaciones sugerentes, fantásticos y llenos de originalidad, bien trabajados al detalle.
El guion, escrito por el mismo Alex de la Iglesia junto con Jorge Guerricaechevarría, es jocoso e hilarante, con tintes efectivos de terror, mezclado con el humor negro que caracteriza al director. Destacando también los planos y movimientos de cámara subjetivos, detalle y primerísimos planos inteligentes y elaborados, aunque eso sí, en las escenas de acción son demasiado rápidos, y por lo tanto difíciles de seguir y mareantes.
Pero en líneas generales, la considero una obra cumplidora, divertida y amena. Recomendable tanto para los seguidores del director, como para los que busquen pasar un buen rato viendo una cinta espléndida y arrolladora. Que sabe mezclar con mucho acierto el terror y el humor más negro, de la mano de un Alex de la Iglesia, que como siempre, no deja con su cine a nadie indiferente.

Y otra vez más, Álex de la Iglesia dando la nota.

Tras unos sugestivos títulos de crédito, la peli arranca con una secuencia que embrujará a los amantes del cine de acción, creo. El atraco más friki de la historia, cometido por un soldadito verde de juguete, un niño y un Cristo plateado. Durante la huida, Bob Esponja sale perjudicado de mala manera, y es muy triste ver a Patricio desolado. Qué peli más ultraviolenta. Qué vergüenza.

Estos potentes minutos iniciales sirven de sobra para que el espectador se defina, es decir, que aprecie o desprecie la peli, aunque, seguramente, ya estuviese definido de antemano. Es el precio que hay que pagar por hacer cosas raras y dispares, y no creo que a Álex de la Iglesia le importe mucho pagarlo, visto lo visto. Y yo que me alegro.

Aunque es verdad que la peli va de más a menos, estancándose durante el último tercio, el viaje en taxi a Zugarramurdi merece la pena, por muchos motivos. A saber:
-El despendolado atraco.
-A Mario Casas se le entiende cuando habla. A los demás también.
-La galería de brujas, travestidos incluidos.
-Un despliegue de efectos visuales de lo más resultón.
-El aquelarre, algo largo, pero vistoso.
-A Mario Casas se le entiende cuando habla. (¡ah!, perdón, que eso ya lo había dicho… es que todavía no lo he asimilado…que me ha gustado, hasta me he reído con él)
-Y, para remate, el monstruo de la señora mayor.

Total, que sí, una chorrada de no te menees. Puro divertimento gamberro para el que guste de estas cosas, que espantará a cualquier otro espectador serio y formal, como debe ser.

Me lo he pasado de coña. Gracias, Álex.

Irreverente por el empleo de figuras para transgredir el orden público, Álex de la Iglesia da rienda suelta a su imaginación para reunir y conducir a una serie de hombres hacia rumbos de locura, marcados por el símbolo del hembrismo agudizado de nuestra sociedad actual, donde lo radical es comernos llámese en el ámbito familiar, social o laboral. Una película altamente sexista que tiene sus logros a nivel de géneros, disfrutable y capaz de concluirla con algunas cuestiones que la limitan para alcanzar la recomendación a ciegas.

El sello humorístico de Álex trata de ser efectivo durante todo el metraje, sin embargo las dosis de acción están más logradas en la primera parte atenuando los chistes, mientras que en la segunda esa extraña combinación entre comedia y horror son integradas para cumplir con el objetivo, pasarla en cachondeo.