Sophie Scholl. Los últimos días

Nos encontramos ante una peli (se podría pensar que en otra más) contra el régimen del Tercer Reich dentro de su mismo país, unos hechos que acontecieron en Febrero de 1943, o sea, dos años antes del término de la cruenta guerra. Un grupo universitario contrario al régimen de Adolf Hitler denominado ‘La rosa blanca’, dos de los cuales, que son hermanos, distribuyen panfletos en una universidad con el propósito de levantar o despertar conciencias explicando las barbaries del régimen por Europa. Son descubiertos y llevados a prisión. En este lugar empieza verdaderamente la cuestión del film, empiezan los interrogatorios, las amenazas, las mentiras que llevan a las verdades, y finalmente el miedo que lleva a la valentía. La prota del film, Sophie Scholl, pasa de ser una chica adolescente con ideales a ser una chica madura en todos los sentidos, en muy pocos días va viendo la vida pasar de manera fulgurante, va viendo el destino inevitable que se acerca con una injusticia insultante, déspota, cruel.
‘Sophie Scholl. Los últimos días’ viene a ser un documento más que un film, nos explica cómo pasaron los tres últimos días, queridos compañeros cinéfilos, a través de interrogatorios interminables, tres jóvenes rebeldes con mucha causa, acentuando personalmente y en primera línea a esta pobre mártir.
Cabe destacar, de alguna manera, el juicio y digamos que a grito pelado por parte del omnipotente juez, que sufren los tres jóvenes y su posterior sentencia. La interpretación de Julia Jentsch (‘Los edukadores’) es magistral, es el peso total de la película o el documento en sí, actriz berlinesa que, después de ‘El hundimiento’ (que, casualmente también estuvo nominada al Oscar a la mejor peli extranjera) nos confirma como actriz de primera línea de su país natal Alemania.

El 9º pasajero

Una película estricta y veraz, que cuenta todo con rigor, apoyándose en las actas originales encontradas después de la guerra, interpretado maravillosamente por Julia Jentsch, convenciendo y convencida de la dantesca realidad que se estaba gestando para Alemania a consecuencia de la tiranía del fascismo para su país y también para el resto de Europa. Impresionantes los diálogos con el criminalista de la Gestapo, Alexander Held, después de su detención, además de su actitud en prisión manteniendo siempre la serenidad algo que logra cautivar a su compañera de celda; también en el juicio sumarísimo, donde nos podemos dar cuenta de como estos eran absolutamente dictatoriales, sin ninguna garantia para los acusados ya que no había defensa y donde el juez sólo buscaba el camino más directo que era la condena a la pena capital. Durante la película subyace un espíritu cristiano, que muestra un camino de lealtad y esperanza que nunca se pierde.

Sophie Scholl: Los últimos días narra uno de tantos hechos trágicos que ocurrieron en la Alemania nazi. La detención y posterior proceso judicial al que se ven sometidos dos hermanos por el mero hecho de repartir octavillas en contra del régimen de Hitler.
La película se mueve por un terreno previsible. Nada en su desarrollo nos va a sorprender por que lo hemos visto en muchas películas y en muchas historias anteriores. Pero el director, Marc Rothemund lo hace con una sobriedad y un rigor dignos de elogio, un rigor que es de lo que carecía, por ejemplo, la película española Las trece rosas.
La película se centra en el personaje femenino, Sophie Scholl, y muestra la integridad y fortaleza de una persona que cree en lo hace. Ella y la actriz que la interpreta son lo mejor de una película honesta que, pese a sus estructura excesivamente teatral, consigue remover la fibra sensible del espectador. Destacar también el trabajo del interrogador, el actor Alexander Held, un personaje más interesante de lo que a primera vista parece.
Como puntos negativos destacar una música que a veces poco tiene que ver con la sobriedad de las imágenes, y parece más propia de una película de acción. Y también el retrato que se hace del juez que juzga a los protagonistas, que tal vez sea real, pero más parece una caricatura fuera de lugar dentro de una película como esta.

No la vi en su día en las salas por el principio de saturación que me empezaba a provocar el cine de campos de exterminio. Pero en este título hay algo más. El tenso interrogatorio entre el investigador de la Gestapo y Sophie es ese algo más que convierte la película en un buen logro. Toda una lección de dialéctica aplicada a un guión, donde las argumentaciones y contraargumentaciones se suceden implacables ante el espectador, dando lugar igualmente a reflexiones y combates morales en los que el único arma es la palabra. Doce hombres sin piedad jugaba también con las posibilidades del verbo hablado, y si no fuera porque la Juana de Arco de Dreyer es muda Sophie me recordaría a la santa. Después de todo la historia, real como la vida misma, es un homenaje a esos mártires de la democracia que parece ser que sí hubo en Alemania, aunque fueran cuatro monos.

Todo lo demás no se separa mucho de lo esperado en una película de esta temática, sin por ello estar mal trazado. Pero repito, escuchen a Sophie y piensen que, seguramente su interrogador sería más adelante un magnífico agente de la policía de la futura y democrática República Federal Alemana.

Buen film alemán que narra los últimos días de la vida de la joven alemana Sophie Scholl, miembro del grupo de la organización resistente "Rosa Blanca", que por medio de la distribución de octavillas y panfletos, trató, en vano, de concienciar a la población alemana de la sinrazón de la guerra europea.
Y digo "en vano" porque el objetivo de dicha organización cayó en saco roto mientras la contienda duró. Sin embargo, cuando finalizó sí que se le dispensaron honores por su actuazión, poniendo a diversas calles de diversas ciudades alemanas su nombre, a parte de otras loas. Y la historia, juez inexorable, la ha puesto en su lugar, a ella y a la organización.
El filme es duro, aunque no es propensa a la lágrima fácil, ni pretende dejar echo polvo al espectador.
Por medio de un cuidado y exhaustivo guión, nada pretencioso ni recargado en cuanto a ambientación, sino poniendo de manifiesto, sobre todo, el componente humano, los sentimientos de los diversos personajes, personificado en el personaje principal, Sophia Scholl, Marc Rothemund logra un buen trabajo, ganador de un buen número de premios internacionales, sobre todo europeos.
Y lo hace gracias a unas estupendas interpretaciones, con la joven Julia Jentsch a la cabeza, sencillamente extraordinaria, y unos diálogos veraces, con un logrado ritmo que logra captar el interés del espectador, dejándole enganchado a la trama desde el comienzo hasta el final.
Su buena banda sonora le da un aire de thriller político, por ejemplo en escenas como las de los hermanos Scholl colocando las octavillas en la Universidad donde estudia.
Y escenas como el (un pco largo) interrogatorio entre el ofcial (más humano y clemente de lo que pretende hacer crer bajo su fría fachada) de la Gestapo y la protagonista, tienen una indudable fuerza dramática.
En el estricto plano técnico no es para echar cohetes este filme, pero tiene el gran valor de la honestidad y la verdad histórica. Solo por eso merece la pena, pero hay bastante más.