Una habitación con vistas

Si una mujer está segura de que, con cierto hombre, se siente valorada; si con él encuentra diversión, alegría y entusiasmo por la vida; y si con ese hombre sabe que podrá llevar una existencia digna aunque no nade en la abundancia, ¡¿Qué importa cuál es el apellido de ese hombre, cuál su nación de cuna o cuál el color que lleva en la piel?! No es apariencia sino interioridad, no es ostentación sino satisfacción del alma, no es abundancia de cosas materiales sino abundancia de amor lo que conduce a la felicidad. ¡Benditas pues las mujeres que consiguen decidir con los reclamos del corazón, ligados estos a la razón no prejuiciada!

Es en Florencia que se conocerán Lucy Honeychurch y George Emerson. Entre ellos nacerá un interés profundo aunque no confesado, porque lo cierto es que, Lucy, conservará bien tallado en su mente ese beso furtivo y apasionado que George le da durante su encuentro en el campo. Pero a sabiendas de que George no es un hombre de “clase”, su prima y chaperona Charlotte Bartlett, conseguirá que Lucy atienda primero a los intereses sociales que a los dictados de su corazón. Desde entonces, algo muy dentro llevará a Lucy a pretender autoengañarse, procurando engañar a todos los que la rodean. Y esto incluirá a su nuevo prometido, Cecil Vyse, a su dama de compañía, su madre, George… Y así se desenvuelve, una conmovedora y muy cálida historia de amor que demuestra, por enésima vez, lo obtusa que ha sido y puede ser una sociedad que durante largos y muy grises siglos nada entre la ambición y los afanes de apariencia.

Con un guión –galardonado con el premio Oscar- de Ruth Prawer Jhabvala, basado en la novela homónima que Edward Morgan Forster (E. M. Forster) publicara en 1908, la historia se desenvuelve con grata frescura en un ambiente de gran preciosismo visual, con impecable música y con una fluidez en los diálogos bastante halagadora.

Queda perfectamente recreada la sociedad excluyente y arribista de la era victoriana, mientras que la gente progresista como George, la sra. Honeychurch (madre de Lucy), Harry (el hermano menor)… y hasta el reverendo Beebe, van dando puntadas para que la liberalidad y la sensatez se abran paso y el amor pueda expresarse como debe ser.

El director, James Ivory, tiene aquí uno de sus filmes más calificados, con el cual consigue complacernos a plenitud en sus aspectos formales (puesta en escena, música, vestuario, edición…), al tiempo que recrea, con suma altura y sin condenas de ningún tipo, aquellas contradicciones sociales que felizmente van desapareciendo de manera lenta, muy lenta, pero segura.

Estimulantes y muy sentidas actuaciones de Maggie Smith, Helena Bonham Carter, Denholm Elliot, Daniel Day Lewis y demás miembros del reparto.

Y es bien cierto: “Hay cosas que careciendo de delicadeza a veces resultan maravillosas”… y sino pregúntenle a Lucy.

Título para Latinoamérica: “UN AMOR EN FLORENCIA”

Drama de época centrado en Lucy Honeychurch (Helena Bonham Carter) una joven inglesa que durante una visita a Florencia, Italia, conoce a George Emerson (Julian Sands) un particular y apuesto joven que la deja marcada. Al volver a casa, Lucy se compromete con Cecil Vyse (Daniel Day-Lewis) un hombre centrado, aseñorado, serio, adinerado y respetuoso. Sin embargo, un día George vuelve a aparecer en su vida y a enturbiar su relación con Cecil, dos tipos con personalidades totalmente diferentes.

A Room with a View es una película basada en una novela de Edward Morgan Foster, con guion de Ruth Prawer, se divide en varios tramos claramente identificados por el realizador, Ivory presenta una dirección correcta que sigue la línea de lo que cuenta, tiene varios momentos agradables en su narración que funcionan para alivianar la propuesta dramática de la obra, así como personajes entrañables.

Desarrolla su historia con un ritmo plano a lo largo del metraje, una ambientación espléndida que transporta al espectador a dicha época, actuaciones concisas que le dan credibilidad al relato, un genio Day-Lewis, un film correcto en todos estos aspectos, su representación es detallista, hay giros en sus argumento pero no sorprenden tanto, lo que hace que su visualización se vuelva un tanto pesada, es extraño porque todo está representado de forma tan pulcra que le afecta al film, a falta de un argumento que genere más impacto.

Un aria de Madame Butterfly que acompaña a unos títulos de crédito que se presentan tranquilos, nos adelantan que la película va a ser serena...y hoy en día, cuando nos movemos por la vida vertiginosamente, a ritmo de tuits (destellos vacuos) y de anunciantes que disponen de 5 segundos para convencernos, la serenidad no es un valor en alza. Para muchos, esta presentación tan sosegada es ya una primera barrera a sortear. Pero a los amantes del buen cine esos precedentes nos atraen. Al final, en una habitación con vistas a una Florencia majestuosa, reconocemos haber disfrutado de una película excelente.

Una Habitación Con Vistas nos habla de pasiones encerradas, de vitalidad reprimida, de potencial dormido. Y nos recuerda que la mayor represión de todas, la más difícil de superar y la más frecuente, en la Inglaterra victoriana, y hoy día, en mujeres, en hombres y en el resto, es la que nos autoimponemos. Somos nuestros propios carceleros, y somos muy eficientes.

La película tiene un humor fino y elegante y unos diálogos que beben de una obra literaria de calidad reconocida. Las interpretaciones son sobresalientes, y, casi duele escribirlo, solo desentona un Daniel Day-Lewis que sobreactúa. En contraste, Maggie Smith, dibuja un personaje, la prima Charlotte, que destaca sobre los demás. Pero los verdaderos protagonistas, los que hacen que esta muy buena película quede retenida en nuestra retina, los que nos animan a retomar su visionado, son la verde campiña inglesa, y, sobre todo, una Florencia bellísima, serena y apasionada.

Llevar al cine una obra literaria reconocida, es una labor de valientes. Son muchos los ejemplos de obras maestras literarias pisoteadas por películas mediocres, cuando no vilipendiadas por auténticos bodrios. Pero en Una Habitación Con Vistas estamos ante un ejemplo de que el lenguaje cinematográfico y el lenguaje literario se pueden complementar y enriquecerse mutuamente.

Una muchacha viaja a Italia con su dama de compañía. En la pensión donde se alojan, conocen a dos caballeros, padre e hijo que, amablemente, les ofrecen sus habitaciones, ya que poseen vistas a la ciudad. Así se inicia un romance que, luego se verá interrumpido por el regreso de las mujeres a Inglaterra.
Bonita película de época, basada en una novela de E.M.Forster que, no obstante, tiene las mismas virtudes y los mismos defectos que otras de su director.Como virtudes podemos destacar una ambientación exquisita, música excelente y buenos actores, sin olvidar mencionar a la excelente Maggie Smith, en un papel que parece hecho a propósito para ella.
Como defectos, no puedo dejar de mencionar que, aunque no he leído la novela, creo que se le nota en exceso que está mutilada ya que, hay partes de ella que no están muy bien explicadas sino, sólo esbozadas.
Por último, mencionar lo que me parece que es el gran defecto de James Ivory y es, la falta de pasión. Una película de estas características, debería dejar más sitio para la pasión y los sentimientos y menos para el preciosismo.
De todas formas, es una película que se ve con mucho agrado y que no defraudará a los amantes de este cine. BUENA.

Soy de los condescendientes: hacer algo potable de un libro que es un tostón resulta algo plausible. Y pido perdón, desde luego, a los recalcitrantes de Edward Forster, que haberlos... haylos.
Fue una más de las colaboraciones de James Ivory con Ruth Prawer Jhabvala, escritora y guionista de origen alemán y apellidos indostánicos, esta de UNA HABITACIÓN CON VISTAS. Y fue una colaboración buena. El vestuario es formidable; la dirección artística, soberbia; la ambientación, fantástica, y la banda sonora, parte de ella interpretada por la inefable Kiri Te Kanawa, maravillosa. Del lado de los que pisan como hombres y mujeres, del plano interpretativo, destacar que a Helena Bonham Carter se la soporta, que a Judi Dench se la digiere, que Daniel Day Lewis sorprende y que a Denholm Elliott, en la piel aquí del señor Emerson, padre, siempre se le echará de menos. Y por encima de todos ellos se eleva, desde el suelo firme a su pedestal en el Olimpo, Maggie, de los Smith de Ilford. Sólo la más bella Florencia queda a su altura.