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La noche

Drama. Romance Retrato de la vida cotidiana de un matrimonio burgués que atraviesa una crisis de pareja. En Milán, tras visitar a un amigo enfermo terminal en un hospital, el escritor Giovanni Pontano (Marcello Mastroianni) acude a una fiesta por la publicación de su último libro. Mientras, su mujer Lidia (Jeane Moreau) visita el lugar donde vivió muchos años atrás. Luego, durante la noche, ambos acuden a una fiesta en la mansión del Sr. Gherardini, ... [+]
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Críticas 35
Críticas ordenadas por utilidad
30 de mayo de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizá se pueda decir lo mismo con menos planos secuencia y con menos preámbulos; quizá se pueda decir lo mismo sin ser tan intelectual incluso rozando lo repelente. Quizá, pero no. Para hablar de una sola noche es preciso ponernos en antecedentes, casi hacernos perder la paciencia porque la noche no llega, sino que se queda a vivir en una tarde eterna de casas grises y tranvías, de pobres y descampados yertos. Sin embargo la noche llega, con sus fiestas fastuosas y sus mujeres alegres y sus hombres apuestos y su champán y su licor y una pareja se deshilacha entre la fiebre del vivir a medio gas y la voracidad salvaje de quien no sabe a lo que vive. Y entonces se comprenden los detalles y los matices y las vueltas y revueltas y las visitas al hospital y el imán destructor de Mastroianni y la tranquilidad triste de Jeanne Moreau y la expresividad cautivadora de Monica Vitti. Quizá se precise menos para hablar de la descomposición burguesa; quizá se precise menos para hablar de la soledad del corredor de fondo. Quizá, quizá, pero no en esta película
angel
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13 de enero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La denominada trilogía existencial de Michelangelo Antonioni llegaba en su ecuador firmando ésta lúgubre obra maestra, en pleno apogeo de un emergente cine italiano en que otros directores como Federico Fellini o Dino Risi mostraban desde ópticas distintas y menos personales. Pero en esa década se expuso total y completamente el descaro del acelerado acomodamiento de las nuevas clases emergentes burguesas. Así asistimos a una deshumanización de esa nueva élite claramente con sus verdaderos pensamientos y deseos que, en la exposición de Antonioni, se cierra con una virulenta como magna demostración de un nuevo poder reflejado en la arquitectura especialmente evidenciada en la primera parte del film cuando la pareja protagonista visitan al amigo enfermo.

Dicho esto caben en esa frustración los encerrados sentimientos albergados en ese matrimonio protagonizado por Jeanne Moreau y Marcello Mastroianni como Lidia y Giovanni respectivamente. Aparentan aún una vivaz juventud que aún no ha llegado a la mediana edad pero ya son prisioneros de suS propios intereses lo que lleva a una completa incomunicación entre ambos. Posteriormente, tras la visita de su amigo Tomasso (Bernhard Wicki) en el hospital se dirigen a la presentación de un nuevo libro de Giovanni y posteriormente a la fiesta de un amigo, el industrial Gerardhini (Vincenzo Corbella) . Em todo el dia la actitud de Lidia será constante, nula y sin demostrar lazo de afectividad sin que tenga que repercutir en la atención de su esposo, desviado hacia sus preocupaciones intelectuales y a la fijación exclusiva hacia la solitaria hija (Monica Vitti) del anfitrión de la fiesta.

El modo en que se pervive esa crisis de pareja puede resultar algo desalentador pero poco a poco se va descubriendo con un lenguaje cinematográfico imponentemente vigoroso sumado a las magníficas por gélidas actuaciones de Moreau y Mastroianni, la fuente del problema que se gratifica con el perturbador mensaje final.
Natxo Borràs
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26 de diciembre de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seguramente en busca de una mayor profundidad discursiva en su mensaje de incomunicación, Antonioni traslada la puesta en escena a la burguesía intelectual italiana de principios de los sesenta para elaborar este retrato de la atrofia y el anquilosamiento sentimental de una sociedad entregada a la fatuidad y la insignificancia del espíritu. Antonioni, no obstante, evita cargar el mensaje de la película de un tono abiertamente crítico y expone los hechos de acuerdo a las reacciones de los observadores que pone en pantalla, en este caso el escritor Giovanni Pontano (un Mastronianni insuperable) y su mujer Lidia, interpretada por una alucinada y muy convincente Jeanne Moreau. Las reacciones de los personajes ante la degradación social que presencian y de la que participan activamente marcan el tono y la temperatura del film, pero no se aprecian eclosiones ni manifestaciones viscerales ante lo mundano. Por el contrario: la actitud contemplativa parece contagiada en todo momento de una apatía que se traslada directamente a la puesta en escena y al desarrollo de argumento en sí.

Antonioni convierte a su musa, Monica Vitti, en una inquieta post-adolescente burguesa, en este caso morena y con gafas, y entregada a un cúmulo de inquietudes que la desmarcan ligeramente de la frivolidad que domina su entorno. Pontoni, irremediablemente atraído por su belleza y su magnética personalidad, se dejará guiar por ella en medio de un recorrido interno que hace las veces de muestrario de costumbres y hábitos de la burguesía, un abanico que se despliega en ese microuniverso que es la fiesta y que Antonioni equipara al trascurso vital en una sola noche, como para otorgar trascendencia al título de la película. Cabe destacar la cuidada puesta en escena de esta larguísima secuencia, orquestada de forma casi coreográfica, y durante la cual los diálogos, muchas veces meras excusas discursivas para exponer posturas y poses, sirven de contrapunto a unos silencios sumamente elocuentes.

Por su parte, el recorrido de Lidia por las calles de Milán nos ofrece la otra cara de la misma moneda, o quizá podríamos hablar de la misma cara de otra moneda. De forma indeleble, ambos mundos están conectados, y puede que ambos ejerzan una simbiosis, siendo uno el resultado del otro o viceversa. La marcada connotación sexual del paseo del personaje tiene que ver con los anhelos reprimidos ante la barrera de las convenciones sociales, y liberados seguramente por la crisis de pareja que atraviesa el matrimonio protagonista y a causa de la cercanía casi epidérmica de la muerte que ambos presencian en el hospital, donde visitan a un amigo moribundo. La escena de ninfomanía de la que Pontoni participa en el mismo hospital condensa ambos focos temáticos: los deseos insatisfechos y la corrupción física y moral.

Antonioni no se molesta en diseccionar las grietas en el matrimonio sino hasta llegar a la maravillosa escena final, cargada de un aire de resaca, de sueño atrasado, de malestar espiritual y, por supuesto, de una apatía sentimental que parece a todas luces insuperable, sin duda el principal obstáculo para la reconciliación y fruto, una vez más, del sentimiento de incomunicación que recorre el corpus de la trilogía como si fuera un hilo dorado.
Arsenevich
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12 de octubre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A lo largo de una jornada seguimos a un matrimonio de clase acomodada (Marcello Mastroianni y Jeanne Moreau) cuya relación está rota. La noche comienza en un hospital, cuando ambos visitan a un amigo enfermo terminal, lo que impregna al resto de la película de un hálito mortuorio. Michelangelo Antonioni utiliza la escenografía con propósitos dramáticos: los edificios modernos, con su funcionalidad y asepsia, así como elementos de estos (cemento, cristales) subrayan la incomunicación y la indiferencia. Estupenda fotografía de Gianni Di Venanzio.
Juan Pais
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9 de marzo de 2007
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antonioni prosigue con su particular e intelectual trilogía de la incomunicación con la historia de una crisis conyugal, que representan expléndidamente tanto Mastroianni como Moreau.
Los diálogos son escasos, pero llenos de fuerza, y el genial director italiano se las ingenia para que los largos ratos de silencio cobren vida en la mente del espectador, dotándolos de una gran belleza, asociada a una hipnótica banda sonora, que convierten dichos instantes en una especie de poema visual en torno a la soledad.
o0_oscar_0o
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