Jeff y los suyos

En un comienzo piensas que sera un drama con un toque cómico pero totalmente equivocado. Conforme la cinta va pasando su trama se pone interesante y le prestas más atención aunque su desarrollo es lento pero merecido.
Sinceramente no esperaba algo como lo que termina dando. No es que sea una gran película pero gusta lo suficiente como para recordarla.
Me gusta ver a Jason Segel en otros papeles que no sean cómicos Es un actor que está aprovechando su momento y no lo hace mal.
En definitiva una película que se deja ver.
Lo mejor: El tema de perseguir el camino que se te dicta.
Lo peor: Es un tanto lenta aunque le da una continuidad necesaria a la trama. En algunos momentos esperas algo más.
Mejor escena: Bajo las cascadas y se sincero con ella. Son dos escenas profundas.

Jason Segel y Ed Helms son un reclamo suficiente para que me atraiga una película, por lo que cuando supe que protagonizaban Jeff Who Lives at Home, me dispuse a verla.
La trama de la película transcurre por tres historias, una para cada protagonista.
Jeff, interpretado por Marshall Jason Segel, es un treintañero sin porvenir en la vida. No tiene trabajo, no tiene pareja y aún vive con su madre. Una mañana, el teléfono lo despierta y alguien pregunta por Kevin. A partir de ahí, Jeff se dedicará a seguir las pistas de ese nombre y buscar su destino.
Jason Segel me encantó desde que lo vi en la aclamada serie Cómo conocí a vuestra madre en el papel de Marshall. Más tarde me volvió a enamorar en Los Muppets y Bad Teacher. En esta película, Segel hace un papel que le viene como anillo al dedo y del que he oído que se quiere desmarcar, pues no quiere encasillarse.
Ed Helms interpreta a Pat, hermano mayor de Jeff que está pasando por una mala racha con su pareja. Cuando la descubre de casualidad con otro hombre, Pat intetará averiguar qué está pasando, y seguirá a su mujer cueste lo que cueste.
A Ed Helms lo conocí en la mejor serie de comedia que he visto, The Office, donde hacía el papel de Andy Bernard. Pero el papel que le ha dado la fama ha sido sin duda el que hacía en la trilogía Resacón. Me ha gustado mucho en esta película, aunque creo que podría haber sido un personaje menos serio, pues su cariz cómica es muy grande, y aquí está desaprovechada.
La última línea argumental es la protagonizada por la bellísima Susan Sarandon, de la que ya se ha hablado aquí en la crítica de Thw Rocky Horror Picture Show.
Susan es la madre de estos hermanos, que desde que murió su marido, no ha encontrado pareja. Mientras trabaja, un compañero anónimo empezará a mandarle mensajes de amor.
No me olvido de Judy Greer, que hace de la esposa de Pat. Esta actriz es una cara frecuente de series americanas, siendo Californication en la que más ha participado. Le veo grandes capacidades. No la perderé de vista.
La dirección a cargo de los hermanos Duplass me ha encantado, y a pesar de no ser una película memorable, me ha dejado con ganas de ver más del trabajo de esta pareja de directores, por lo que me apunto su filmografía para futuros visionados.
Como todas las comedias independientes de Estados Unidos, el humor inteligente y sutil no te sacará ni una carcajada, pero si varias sonrisas, e incluso lágrimas.
Una película que nos habla sobre la familia y el destino, y que marca los inicios de unos directores a los que les veo un buen futuro por delante.
Si, como yo, eres fan de alguno de los actores que participan aquí, te la recomiendo, pues cada uno de ellos dan lo mejor de sí.


Una frase con la que me quedo: "Nos sentaremos aquí, y esperaremos una señal."
Mi puntuación: 6/10

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Debe ser porque estoy cerca a los 30, que la vi con mucho sentido a la película. Y es porque tiene muchas verdades, y a diferencia de otras películas no trata de lavarte el cerebro con cosas fantásticas y cuenta la historia tal como es, y con algo de comedia (lo cual es muy rescatable). Me hubiera gustado un mejor guión y un mejor desarrollo del final, pero creo que la dirección y los actores principales hicieron un gran trabajo(por los 2, ya que uno era muy plano). No es la historia del año, pero creo que llegan al cometido de su mensaje.

Quizás la percepción de la película dependa de la edad, si es que eres menor aprecia la historia y quédate con el mensaje.

Son 3 historias sencillas, cortas y con buena luminosidad de drama, comedia y melancolía.

Me ha pasado con “Jeff y los suyos” algo similar a lo que me sucedió con “Cyrus” (ídem, 2010), el trabajo inmediatamente anterior de sus responsables. A la vista de su reparto, sinopsis y un puñado de reseñas profesionales, esperaba una gamberrada “alla” Judd Apatow y he acabado topando con una levísima historia de (anti) estética indie y humor a cuentagotas.
Pese a la decepción inicial —más por una cuestión de expectativas insatisfechas que por la calidad intrínseca del film—, “Cyrus” funcionaba; no así la película que nos ocupa. Porque adornaban a aquélla una mala uva, un colmillo retorcido y una notoria habilidad para incomodar al espectador más encallecido de los que ésta carece por completo. Encima, comparado con el turbador personaje que encarnara el energuménico Jonah Hill, el Jeff compuesto por Jason Segel es un palomo sin sangre en las venas. Diluido el vitriolo y sin la gracia escatológica de la factoría Apatow, los hermanos Duplass entregan una obra inofensiva y apoltronada, pero rodada con el descuido amateur que suelen, opción que pierde cualquier atractivo si, como es el caso, le falta un soporte argumental lo bastante fresco. Un treintañero fumeta sin oficio ni beneficio, su hermano cuñado —entendiendo lo último en su acepción adjetival y no estrictamente genealógica— y la (comprensiblemente) insatisfecha madre de ambos constituían unas premisas a las que no hace justicia su ulterior desarrollo, presidido por un buenismo insípido que se torna más y más irritante conforme nos acercamos a ese desenlace que hubiera firmado un Frank Capra al borde del coma diabético.
En suma, “Jeff y los suyos” no es ni carne ni pescado, indefinición que no hace sino agravar la frustración de aquel a quien le habían prometido una reedición de “Virgen a los 40” (“The 40-Year-Old Virgin”, 2005), descerebrado pasatiempo que, al lado de este aguachirle inocuo, se erige en obra maestra de la comedia moderna.

Puede que sea verdad eso de que los Simpsons predijeron todo y que siempre hay un meme suyo para cualquier situación cotidiana, pero mi referencia televisiva vital, el espíritu guía mediático que siempre me explica la realidad con conceptos sencillos y ejemplos entendibles por todos, es Masterchef. Pongamos un ejemplo: el cine independiente es esa prueba de cocina de aprovechamiento recurrente en cada temporada del famoso talent show, en la que a los concursantes les ponen platos ya preparados (presuntamente por los propios jueces y que supuestamente representan sobras de días anteriores) para que los reinventen y les den una segunda vida. La prueba es curiosa porque pone a prueba habilidades secundarias de los participantes como la improvisación y la adaptación al medio, pero es evidente que el ganador de la prueba no es necesariamente el mejor chef o el cocinero de más talento, sino ha sabido jugar con malas cartas o tener la inspiración más afortunada… algo similar a lo que ocurre en el mundo indie, jugando siempre con una mano atada a la espalda y aspirando sólo a dar lo mejor que se puede con los medios de que se dispone sin garantizar que el resultado sea digno de una entrada.

“Jeff y los suyos” es cocina de reaprovechamiento cinematográfica que no parece fruto de un plan preconcebido sino que parece evolucionar y adaptarse a los actores que ha podido reclutar, ajustando el argumento a las localizaciones y medios disponibles en cada momento. Así que con Jason Segel y Ed Helms a bordo, está claro que la cosa tiene que ir de una comedia de rollo hipster y, a partir de ahí, todo es una permanente lucha contra el silencio, rellenando metraje con situaciones de bajo coste, mucha cháchara y humor demasiado inteligente. Porque “Jeff y los suyos” es de esas comedias que dan por hecha la complicidad del público o, peor, que el espectador adquiere junto a la entrada una especie de obligación de reírse ante las cuestionables propuestas cómicas de Segel y compañía que, por lo general, consisten en recibir una mala noticia, poner cara de compungido y rebozarse en una charca de autocompasión. El resto del reparto, ya sea de manera dirigida o improvisada, plantean algún enredo y escenas de histerismo alocado que, sin nada del otro mundo ni la alegría de la huerta, al menos plantean una película en términos admisibles.

Aburrida, pero admisible, como ese plato elaborado a partir de sobras (sobras de calidad) que te salva la papeleta y sale bien de precio, aunque tampoco puedes esperar grandes cosas de él.