Charada

- Hola, qué tal. Me llamo Audrey Hepburn y soy un icono de la belleza, la elegancia y la delgadez.

- Hola, yo me llamo Cary Grant y estoy como un quesito gruyere a pesar de mi provecta edad.

- Hola, yo me llamo Stanley Donen, soy director de cine y normalmente hago musicales pero estoy pensando cambiar de tercio.

- Y en qué ha pensado exactamente, Donen?

- Pues estaba pensando en algo de intriga pero con un toque romántico. Un muerto, un dinero desaparecido, cinco personas buscándolo, una historia de amor... lo típico.

- Uysssss, qué bien. Yo me apunto pero sólo si ella es rica y la viste Givenchy.

- Yo también, pero sólo si él es un dandy, lleva trajes a medida y cena todas las noches en los mejores restaurantes de París.

- Ah, y yo quiero que ella coma muchísimo, constantemente, pero que nunca engorde. Ya que en la vida real sólo puedo permitirme un tomate al´día y tres pepinillos de guarnición por lo menos que mi personaje coma a gusto.

- Pero eso es imposible, Miss Hepburn. Cuando la gente come muchísimo engorda. Es ley de vida.

- Bueno, el director es usted y por lo visto es experto en musicales. Hágalo posible. Le parece acaso normal que la gente cante constantemente por la calle?

- Hummmmmm, bueno, visto así, quizás podríamos arreglarlo.

- Ah, pues yo quiero que mi personaje se quede colgado de un tejado agarrándose sólo con las uñas y luego con un pequeño impulso y sin despeinarse se incorpore sin problemas de nuevo al tejado.

- Pero... Mister Grant, eso es imposible. Tiene usted casi 70 años. Nadie lo creerá.

- Ah, y usted cree que la gente canta bajo la lluvia con el paraguas en los pies y no se moja? O que siete hermanos medio gilipollas pueden encontrar siete novias dispuestas a casarse con ellos cuando se pasan el día bailoteando y haciendo el imbécil?

- Bueeeeeeno, vaaaaale, tendrá usted su escena del tejado. Algún antojo más?

- Huuuummmmm, qué tal si llamamos a la película MAMARRACHADA.

Es cierto que "Charada" posee muchas similitudes con el cine de Hitchcock. Intriga, asesinatos misteriosos y suspenso forman parte del ambiente creado por Donen. En lo personal el gordo inglés no me gusta, no porque considere sus cintas de bajo nivel estético, sino simplemente por lo absurdo de muchos de sus guiones. Eso sí, hay cintas como "La soga", "Los pájaros" o "Con la muerte en los talones" que sobresalen con distinción máxima dentro de su generosa filmografía. Pues "Charada" no entra ni por asomo en esa categoría.

Me resulta absurdo y no creíble todo lo que rodea a esta película. Sus personajes y sus acciones, su historia, las actuaciones e incluso esa relación amorosa entre los protagonistas resulta bastante forzada. Incluso la anoréxica, pero igualmente estupenda y encantadora Audrey me resulta falsa. El guión es correcto, pero no para tomarlo en serio. El giro final supera todo nivel de lo ridículo. Una cosa es querer hacer una película sorpresiva en su desenlace y otra muy distinta es inventar una situación facilista, absurda y ridícula para justificar toda la cinta.

Los puntos a favor son su música y uno que otro giro de guión. Insisto "Charada" entretiene, pero no alcanza para clasificarla de clásico y menos para igualarla con las mejores películas de Hitchcock como en esta página se ha afirmado.

Lamentable intento de repetir fórmulas de éxito, lease "Con la muerte en los talones" sin conseguirlo en ningún momento.
A medio camino entre la comedia y el suspense, no es ni una cosa ni otra pues no convence ni engancha. Ausencia absoluta de química entre la pareja protagonista, un Cary Grant demasiado mayor para resultar un galán convincente y una Audrey Hepburn imitándose a si misma, no llegando a ser ni divertida ni sofisticada.
Unos diálogos que pretenden ser brillantes y acaban siendo rídculos y sacados de contexto. Escenas forzadas y falsamente ocurrentes.
En definitiva, un fiasco completo. Tantos nombres de relumbrón perdiendo totalmente el tiempo.

La bella y elegante actriz belga que copó uno de los más elevados puestos del glamour en la gran pantalla, sigue aportando su estilo encantador y eternamente femenino en la conocida comedia de intriga de Stanley Donen. Su papel, oscilando entre la seducción a la vez ingenua y pícara, y entre la simpatía de su vis cómica e intrépida, calza a la perfección con ese rostro dulce y con esas maneras delicadas.
La ambigüedad es la principal protagonista en este thriller cómico de suspense, en el que lo más llamativo es, aparte del chispeante dúo constituido por Audrey Hepburn y Cary Grant, las situaciones humorísticas (inolvidable el juego de las naranjas) y los momentos de tensión, crímenes y persecuciones, es la deliberada desorientación provocada en el espectador, quien, como Regie Lampert, llega a dudar hasta del suelo que pisa. Rodeada de mentiras, múltiples identidades, confusión... Y su propio cuello en juego por un montón de dinero.
El riesgo es enorme, pero la atracción supera a la sensatez... Y Regie podría estar enamorándose de su enemigo.
Divertidos diálogos, acción, glamour, elementos de cine negro en clave de humor, romanticismo, risas, una buena fotografía y una música destacable para agradar al respetable con este clásico encumbrado por el aura inmortal de Audrey.

Stanley Donen nos ofrece un gran ejercicio de ingenio y picaresca que particularmente me ha sorprendido gratamente.
De hecho, no me extrañaría ni un pelo que los hermanos Coen hayan visto un par de veces la película antes de escribir un guión suyo.
Alberga un reparto de personajes espectacular, donde detrás de unos magníficos Grant y Hepburn, se encuentran enormes actores de la talla de Coburn, Matthau o Kennedy, que dotan a sus personajes de vida propia. Y para sustentar al gran elenco de actores, cinco cartas bajo la manga:

Posee la suficiente comicidad como para sacar sonrisas. (Trébol)
Posee la suficiente ironía para que la comicidad no se vuelva risa facilona. (Trébol)
Posee el suficiente romanticismo para ser hermosa sin ser empalagosa. (Corazones)
Posee la suficiente intriga como para no saber que ocurrirá a continuación. (Trébol)
Posee la suficiente emoción como para seguir viéndola hasta el final. (Corazones)
Un grandioso full de tréboles y corazones.

Y por si fuera poco, estas excelentes cartas se juntan en un guión bien hilvanado que dosifica todo cuando toca, que jamás la hace pesada ni aburrida, y cuando acaba te deja perplejo ante lo visto.
Memorable.
Ver Charada es volver a creer en la magia del cine.