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La cinta blanca

Drama. Intriga En 1913, en vísperas de la Gran Guerra (1914-1918), extraños acontecimientos, que poco a poco toman carácter de castigo ritual, se dan cita en un pequeño pueblo protestante del norte de Alemania. Los niños y adolescentes del coro del colegio y de la iglesia dirigido por el maestro, sus familias, el barón, el encargado, el médico, la comadrona, y los granjeros conforman una historia que reflexiona sobre los orígenes del nazismo en ... [+]
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Críticas 358
Críticas ordenadas por utilidad
30 de enero de 2010
56 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buen perfil psicológico de la sociedad alemana años antes de la guerra mundial. Siempre se nos ha dicho que el caldo de cultivo de la segunda guerra mundial fue la primera (y su abusivo Tratado de Versalles), y es cierto, pero quizás también tuvo que ver la propia sociedad en si. Esto es lo que intenta analizar Haneke. Cuando aún ni se imaginaba a un hombre como Hitler en el poder, ya se comenzaba destapar ciertos problemas entre los alemanes. A través de un gran homenaje al cine expresionista alemán, que trataba el perfil psicológico de los personajes, desgastados por una sociedad alemana estancada, el director busca llegar a nosotros y mostrarnos una respuesta más a la pregunta que todos nos hacemos sobre el nazismo: ¿Por qué?

Sea como sea es un peliculón, que deberían de ver.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Julyexd
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20 de enero de 2010
62 de 93 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La cinta blanca” es, además de un peñazo, un fraude. Uno compró la entrada pensando en ver una película de culto y…¡ me encontré que es una película gore de serie b! Sí, sí, una gore: En ese pueblo todos los personajes son malos, pero malos, malos, malos: Los aristócratas son esclavistas y cornudos. Los granjeros, cobardes y vengativos. El médico es un sátrapa, asesino, pederasta y misógino. ¡Y el cura! un talibán, sádico e inquisidor.

Todos son malos; pero es que en ese pueblo lo peor son los niños. ¿Los niños? se preguntará el asombrado lector de esta reseña. ¿Los niños? Pues sí, los niños de esta película son aún más “malditos” que aquellos alienígenas de la película de terror porque también van en grupo y son fisgones, cotillas, impertinentes y pajeros.

No se salva nadie. Ni uno solo. Para decir que el propio narrador es un gilipollas reprimido.

Y el Director no es menos malvado. Para contar tanta maldad, no hacen falta cien planos secuencia vacíos y sin ningún interés narrativo. En ese afán torturador del espectador, cada vez que ve una puerta, el Director se excita y emplea hasta cuatro minutos para narrar que la gente sale y entra. ¡Tremendo ejercicio intelectual!

Claro está que en las gore de verdad, no te engañan: rezuman sangre y adrenalina hasta que el Freddy de turno arde para reencarnarse en la siguiente película de la serie. En esta película, sin embargo, como todos son Freddy, no arde ninguno de los protagonistas. El que ardió fui yo, aburrido, de tanta maldad del Guionista y de tanta pretenciosidad del Director.
Lafuente
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16 de enero de 2010
50 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
No diría que el mayor mérito de esta película sea análisis alguno, aunque bien sé que lo más recurrente en los círculos cinéfilos será dedicar líneas y frases a ensalzar la radiografía de una infancia, un germen y una condición humana. Supongo que el debate más interesante debe ser, la opinión mayoritaria así lo indica, la fijación del caldo de cultivo de lo que ya se ha comentado convenientemente. Se llega incluso a mencionar la capacidad de sugerencia de Haneke, su presunta intención de proponer libertad al espectador para que valore libremente lo que está viendo.

Y yo con Haneke encuentro siempre, precisamente, lo contrario. También en este caso. No creo en la sutileza del austríaco, si acaso le reconozco capacidad para enmarañar sus soflamas. Esta película es bastante obvia en intenciones (¡el baroncito y el deficiente!), circunstancia que se aprecia en la distribución de diálogos y golpes de efecto que buscan, en un guión de enorme precisión pedagógica, elaborar un discurso, una simbología y unas pretensiones de resonancias sincrónicas (etapa entreguerras en Alemania) o diacrónicas (lectura de carácter más universal y menos contextual). Y es que incluso más allá de la habilidad para dejar en “off” la parte física de este ensayado tremendismo, todo acaba por redundar en cierta hinchazón moral en un muestrario de miserias humanas reiterativas y calculadas.

Sigue siendo Haneke en esencia, aunque matizado. Pero recurre a su didactismo, a la búsqueda de la conclusión y la finalidad. No digo que esto sea malo, a mí particularmente me da igual en este caso. Digo que su película está repleta de balizas luminosas.

Pese a todo, “La cinta blanca” tiene virtudes válidas más allá de la búsqueda de la interpretación y definición (tarea baladí, en mi opinión, por la previsibilidad ya comentada).

El retrato pausado, a fuego lento, de infancia adoctrinada y gélida. La búsqueda del eco dreyeriano en composiciones de plano fijo que se regodean en una geometría ralentizada de ritmo y luz. También la técnica bergmaniana de los rostros y los escorzos, microcosmos protestante de vestidos y oraciones. La opresión del clima. La sordidez moral y la aterradora conciencia que precede kierkegaardiana al abismo de la Guerra y al abismo del cambio. Seres extraviados en el rencor, aprendiendo su propia finitud desde la represión del temblor. Gobierno de líderes espirituales intransigentes y rodillos en forma de Imperios que se agotan.

Puntúo más pensando, quiero decir, en toda esta vertiente de exploración de un instante en un pequeño pueblo al norte de Alemania. No tanto en las ansias de su diagnóstico.
Bloomsday
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22 de enero de 2010
45 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ayer, en caliente, le puse un ocho. Pero hoy, tras consultarlo con la almohada, he decidido bajarle un puntito. Un siete ya está bien. Más que suficiente -a mi juicio- para una peli aparentemente impecable cuyo poso, esta mañana, brillaba por su ausencia.

De nada me sirve, pues, haber asistido a un preciso y eficaz análisis de la sociedad rural alemana de la preguerra, a una auténtica lección de cómo se fotografía una peli en b/n y a una magnífica exhibición de cómo se administra el tempo cinematográfico. De nada me sirve porque Haneke y “La cinta blanca” no han despertado en mí un interés más allá de lo estrictamente racional, ni más allá de lo específicamente visceral. Algo que quizás el alemán podría haber conseguido si hubiera empleado una batuta en lugar de un bisturí para dirigir su película.

Y es una lástima, porque estoy convencido que Haneke podría haberle sacado mucho más jugo a su peli si en lugar de jugar a los médicos y practicarle la autopsia a sus antecesores se hubiera dejado llevar algo más por su propia creatividad. Como en “Funny games”, por ejemplo.
Taylor
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21 de marzo de 2010
68 de 107 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me pregunto si estos niños malotes de la pelicula que viven en una zona rural de Alemania, son diferentes a los niños malotes que en 1913 habitaban pueblos de España, Francia, Holanda, Ucrania, Grecia o Dakota del Norte.... Yo creo que no. Todos los adolescentes del mundo tienen un punto de rebeldia y a veces de crueldad.
Sin embargo, un nutrido grupo de sesudos criticos cinematográficos han querido ver en estos jovenzuelos el germen del nazismo... ¡Atiza! ¡Han descubierto el origen del huevo de la serpiente! Y va la gente... ¡y se lo cree...! Y por ello abarrotan los cines para ver una pelicula tan aburrida como pretenciosa.
Las salas atestadas de gente que pone cara de interesante y entendidos, que alaban a Haneke, quien por otra parte cuenta los fajos de billetes en algún paradisiaco lugar de los Alpes, mientras se ríe a mandíbula batiente...
El dia que yo fui, las viejas empujaban para entrar, la sala llena de bote en bote y nadie se movió de la butaca durante la proyeccion; o sea que a todos les pareció interesantísima... A la salida, todos con cara de haber visto una obra maestra, no vaya a ser que digamos que es aburrida y nos digan que no sabemos nade de cine, ni de historia contemporánea, que puede ser peor....
El cine no es sólo saber filmar, y poner la cámara en su sitio. El cine ha de tener alma, y a ser posible mensaje.
Resumiendo, una pelicula aburridisima y prescindible... El señor Haneke lo sabe. El sabía de antemano que aquí no radica el origen del nazismo ni de nada, y por eso está disfrutando como un enano con la que se ha montado con su pelicula. Buenas criticas y dinero a su bolsillo en cantidades industriales.
En el banco del señor Haneke también están gozando...
p1471789
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