El diablo viste de Prada

Me asombra la cantidad de críticas benévolas que hay sobre esta película. Cuando me enteré que la daban por televisión me puse a verla sin ningún tipo de expectativas, lo cual me sirvió, ya que el film no me dejo nada.
No quiero hacer extensa la crítica porque lo que a ustedes les sirve es saber de que trata la película. Se los voy a resumir:

- Un film sin desarrollo;
- Unos papeles sobreactuados, tanto que, el papel de Meryl Streep me hizo acordar a la malvada "Cruella de Vil" de la película 101 dálmatas.
- Una revista de alta moda que lo único que transmite es que no se puede estar fuera del mundo de la frivolidad, y lo único que interesa es si nuestro sombrero combina con nuestro cinto.
- Por último, un mensaje que no se logra transmitir, porque la película se torna pesada y poco divertida, lo que lleva al espectador a esperar el final para poder levantarse del asiento y desintoxicarse de tanta insensatez.

Este film puede servirles a aquellas chicas que quieren saber como se combina de forma elegante unos zapatos con una cartera, y para los hombres a los que les pueda interesar conocer la tendencia de la moda en el otoño.

Filme muy mediocre que explota el carisma de Meryl Streep (nunca mejor que aquí). Nos cuenta las desventuras de una joven aspirante a periodista que entra a trabajar en la redacción de una revista femenina. Tendrá que soportar todo un rosario de padecimientos a manos de su diabólica jefa Miranda (la Streep) que pondrán en entredicho sus ambiciones profesionales.
Con esta trama se podía haber hecho una sátira inteligente del mundo de la moda, o una comedia griega o un dramón, pero el resultado de no decidirse del todo por ninguna de estas corrientes es un filme insulso, que no consigue hacer reír ni llorar y que los únicos alicientes que tiene es ver el catálogo de modelitos que va luciendo la protagonista y la fantástica interpretación de Streep, que demuestra clase y poderío casi sin esfuerzo.

Y me aburre.

Me la refanfinfla la Streep p Tucci y que el guión parezca bastante engrasado.

Los clichés, las moralejas manidas (eh, tener un trabajo único y viajar around the world no molan, lo importante son los buenos amigos. La gente de éxito vende su alma y son infelices forever, la belleza está en el interior y blablabla), los cast de esperar -¿otra vez la Hathaway de fea que se vuelve guapa?- y los momentos musicales tipo "Sex in the city" me ponen enfermo.

Chick flick disneyana para toda la familia. Blanda, floja, roma, bienintencionada, tonta, simple, previsible y nada interesante.

Debía estar desesperado para tragarme esto...

Es curioso la fiebre desatada por las revistas de moda y todo lo que lleva consigo. Series como Sexo en Nueva York han desatado pasiones en todo el mundo por lo que las productoras cinematográficas buscaban películas que atrajeran a ese mismo público. Títulos de películas como LA COSA MÁS DULCE o COMO PERDER A UN CHICO EN 10 DÍAS son ejemplos de ello.

Ahora llega la película para la generación vogue , EL DIABLO VISTE DE PRADA , basado en un libro superventas.

Sin ser una gran comedia hay que reconocer que se hacen llevaderas las casi dos horas de película y hay que atribuir parte del mérito a Meryl Streep y a unos secundarios que cumplen con sus papeles ( sobre todo Stanley Tucci ).

Es la típica historia del patito feo que se convierte en cisne , nada nuevo bajo el sol , pero ese tipo de películas son las que te hacen pasar dos horas entretenidas sin grandes pretensiones y eso no es malo.

Personaje estandarizado = clave del éxito.

Digamos que hay una revista (Vogue) que dirige una bruja (o eso dicen) en su edición americana, que mantiene su enemistad con la editora europea, todos la temen y una palabra suya sirve para paralizar el mundo de la moda y que la plebe le aplauda.

Pues alguien vio el filón de oro para producir una película a través de este mito moderno añadiendo tintes de superación personal, con una patita fea y muchas princesas urbanitas.
Más de lo mismo pero con lazos de un azul cerúleo para decorar el misterio.

Podría contar que un tipo comienza en su nuevo trabajo en una revista de caza. Allí acude con su traje de Armani, una camisa de la colección primavera-verano de Yves Saint Laurent y el maletín Louis Vuitton, porque sus gustos por lo selecto no le deberían impedir trabajar en este lugar de paso para alcanzar otro tipo de publicaciones. Pero el pobre no encaja, no hasta que lleve chaqueta verde, botas de montaña y pantalones multibolsillo.

Pronto acepta el reto y deja de lado los coctails de gala y los brunch para tomar cervezas en bares de carretera y venerar los días de caza del ciervo, todo ello sin dejar de lado su integridad laboral y consiguiendo destacar entre sus compañeros con su bondad característica y milagros como conseguir que el señor Rudolph, que batió un récord en la modalidad de pesca con mosca, un hombre muy comprometido y ocupado, les dé una entrevista desvelando sus secretos cuando era algo prácticamente imposible.

Aunque mantenía una relación con una ejecutiva con aspecto de diosa, empezó a interesarse por la mujer que rellenaba los cafés en un bar de Minnesota, una señorita de unos 50 años que siempre iba mal peinada y tenía una verruga junto a su nariz. Siempre que podía coqueteaba con él, levantándose ligeramente la falda para enseñarle la goma elástica de sus medias terapéuticas para aliviar las varices.

Su vida había cambiado mucho, y a nadie le reconocía y él no lo comprendió hasta que un día su jefe le invitó a una cacería privada y vio que allí se iba para cazar tigres de bengala. Cuando, animado por su jefe, estuvo a punto de disparar a uno de esos trofeos, se dio cuenta que ese no era su mundo, que él no quería seguir los pasos de un hombre que adora matar animales de razas extintas pasando por alto todo tipo de leyes internacionales. Así que abandonó aquella revista, quiso ser el de siempre, todo aquel que trabajó con él supo que tenía alma, honradez, que llegaría lejos, sólo necesitaba encontrarse de nuevo a sí mismo para superar cualquier reto. Eso sí, las botas de montaña pasaron a ser imprescindibles en su fondo de armario.

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