37º2 le matin

180 minutos, versión del director, son demasiados para un argumento tan plano y, paradójicamente, llevado a la pantalla de forma tan irregular. Me gustan las historias de amores extremos, pero ésta es excesivamente larga y con detalles que podían obviarse perfectamente (por ejemplo las escenas de sexo: con una es suficiente, chico). Los secundarios son tan inverosímiles como los terciarios (me refiero a los personajes): la gente no suele tan tan maja en la vida real, el dinero no lo sacas mágicamente de una chistera, sino currando, y los agentes de la ley no van de guasa por las calles de Europa. Lo malo es que este señor nos entrega una película que no llega a interesar hasta pasados los 150 minutos... y la película dura 180, con lo cual llegas al grueso de la cuestión ya más harto que interesado, y está claro que las emociones se vuelven escuálidas cuando has tenido que esperar taaaaaaato tiempo para verle algo de chicha. Eso sí, que muy buenas interpretaciones: queda claro que los actores han puesto a trabajar a todo el cuerpo.

Hombre conoce chica.
Hablan y hablan.
Hablan despacio, con muchas pausas.
La chica en una de esas va, le abre la bragueta y comienza a acariciarle la batata.
Muchos planos de cielos y casas.
Mas charla.
Mas escenas de sexo
Mas cielos.

TRES HORAS MÁS TARDE (edición con el corte del director):
Fin.

177 minutos es mucho tiempo para un film tan artificioso como escaso de ideas. Tanto en lo formal, con esos atardeceres que aparecen hasta cuando son las 10 de la mañana, esos tonos pasteles y amarillentos repetidos articicialmente hasta el hartazgo en todo lo que rodea a los personajes, esos movimientos de grúa, esos atardecerers anaranjados... hasta en la propia historia, plagada de personajes inverosímiles y unidireccionales, esta "Betty Blue (37.2 le matin)" en "versión del director" es francamente insoportable. Para colmo, cuando el realizador no sabe qué hacer para mantener el interés (o sea cada diez minutos) nos aburre una y otra vez poniéndonos a los personajes principales desnudos ante la cámara o hace que Béatrice Dalle se marque una locurita absurda. Película sobrevalorada que se hace tan odiosamente larga, que uno llega a celebrar el dramático final, porque ya sólo aspira a que ese engendro acabe de una buena vez.