Anastasia

"Anastasia" es un largometraje en el que la historia que se cuenta no me produce un excesivo interés, pero el buen reparto, la calidad del guión, y una puesta en escena elegante y teatral -no en vano la película es la versión cinematográfica de una exitosa obra de teatro de Broadway- colaboran en la configuración de un sólido melodrama en el que se une la historia de amor, la intriga internacional, la visión, un poco patética, del mundo del exilio ruso posterior a la Revolución de 1917, y una visión de la monarquía entre irónica y nostálgica. Y la verdad es que acaba importándonos menos que Ingrid Bergman sea de verdad la hija del último Zar -porque la idea de reimplantar la monarquía en Rusia ni siquiera se plantea- que el hecho de que su personaje haga buenas migas con el de Yul Brynner.

Con esta frase podríamos resumir lo que supondría la realización de este correcto melodrama, el añorado retorno de la exiliada estrella nórdica, tras su polémica aventura extramarital en los brazos de Roberto Rosellini.
Por otra parte, Anastasia es una correcta obra dramática en la que destaca el gran trabajo actoral, la notable puesta en escena, la elegancia y bellezas estéticas, su diseño de producción esplendoroso, y una inolvidable banda sonora. Todo ello bien merece su visionado inexcusable. Ya la imperdible galería de secundarios interpretativos son razón atractiva para recabar toda nuestra atención.
Por otro lado, la historia tiene momentos en que no resulta del todo atrayente, consecuencia de un excesivo y cargante guión, con intensas y atolondradas conversaciones, algo liantes y deleznables. Además es destacable un final algo precipitado e inconcluso.
Sin embargo, todo esto no resta ni un ápice de su atractivo, siendo una película notable; un drama histórico de clásica producción americana con clásica temática europea. Todo envuelto en un embelesador tono de cuento.
Para amantes del cine clásico en mayúsculas. Ingrid Bergman, Yul Brynner y Helen Hayes en una producción majestuosa.

Después de que la rechazaran por ser infiel o tener un romance con un hombre casado, que se tuvo que exiliar en Italia... después de romper con ese hombre vuelve a EEUU y a lo grande. Este papel le valió su segundo Oscar y también volver a Hollywood, ya que reluce más que nunca.

La crítica fue buena y la recaudación también, así que, fue todo un éxito.

La película, que relata sobre las impostoras que hubieron sobre ser o no ser Anastasia, hace de esta película que sea todo un vaivén si es verdad o no. Y la película así lo deja.

En 1956, aún no se sabía a ciencia cierta si Anastasia está viva o no, por es los títulos iniciales, así lo dicen. En 2007 se confirmó al 100% que Anastasia murió en 1918.

Una historia de amor, entremezclada con la realeza, y también mezcla la gente común. Esas mezclas, hacen que al final la película te atrape y bueno, te interese. Aunque el final me ha dejado algo frío.

Después de años de hacer las porquerías de Rossellini, Ingrid Bergman vuelve a Hollywood y recupera su magia, concreto. La película está bien llevada sin ser grandiosa aunque los últimos minutos se pone un poco densa. Ingrid Bergman y Yul Bryner se lucen y forman una dupla con mucha química.

Mi abuela Carlota me contaba con emoción y énfasis en su narración, la historia de Anastasia y su "reaparición" milagrosa en París, donde un astuto ex general ruso (malo, malísimo, como todos los soviéticos) toma las riendas del asunto y se dispone a cambiar el curso de la historieta. Y lo digo en diminutivo, porque el dramón resulta, además de más falso que un euro con el rostro de la Reina Letizia; no resiste el menor análisis histórico.

Puede que en la Rusia actual, el inventor del cuento de Anastasia exija derechos de autor al espantoso musical que recorre los escenarios de EEUU y Europa, rememorando nuevamente el tema de la nieta nunca fusilada por los rojos, rojísimos de la Revolución bolchevique contra el reinado de los Zares, tan buenos y estupendos, aunque mataran de hambre a más de 40 millones de personas.

Técnicamente, el producto cumple los requisitos esenciales para que la leyenda sea adoptada como verdadera entre los millones de incautos que cuando van al cine, creen lo que ven, cuando lo suyo es comprender que en Hollywood se lleva haciendo este tipo de cine desde la época de las silent movies, solo que entonces Charlot era una mosca cojonera en el trasero de la industria y esta clase de narraciones no colaban.

Las Fake News tienen hoy un hermano llamado Fake Films (casi todos) aunque en muchos casos se advierte que "los hechos que relata la película están basados en la realidad", lo que por ende resulta insultante para quienes conocen la historia.

Aqui, ni con Yul Brynner y la oscarizada Bergman (en su peor papel) se logra otra cosa que la risa contenida, aceptando en lo que vale la astucia de Anatole Litvak, que como director de productos anticomunistas ganó muchisimo dinero, pero como realizador fue siempre un desastre.