Los viajeros de la noche
3.744
Fantástico. Terror. Romance. Western
Un joven cowboy, seducido por una chica nueva en la ciudad, descubre que ha sido mordido por un vampiro. Lentamente se convierte en una criatura de la noche, una raza compuesta por hombres y mujeres que vagan sin rumbo, alimentándose con la sangre de sus víctimas. Frente a estos zombis vampiros, sólo queda una cosa: "rezar para que salga la luz del día". (FILMAFFINITY)
3 de agosto de 2016
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ex-mujer de James Cameron decidió reunir a buena parte del reparto de "Aliens, el regreso" en este insulso, plano y tedioso thriller de vampiros digno de un producto de serie B que pasó sin pena ni gloria por las salas de cine, recaudando menos de lo que costó y obteniendo así un más que merecido fracaso de taquilla (se hizo con un presupuesto de 5 millones de dólares, recaudando tan sólo poco más de 3 millones en todo USA).... Un protagonista inexpresivo y nada carismático y unos personajes nada interesantes para una película olvidable y con un final muy predecible.... Ni siquiera los supuestos "vampiros" tienen colmillos.... denigrante.
Bill Paxton: sobreactuadísimo, como siempre.... como en gran parte de su filmografía, se limita a soltar chorradas y a hacer el gilipollas.... de una forma u otra. Por cierto, es el único actor de Hollywood que ha sido asesinado por un Terminator, por un Alien y por un Predator.
Bill Paxton: sobreactuadísimo, como siempre.... como en gran parte de su filmografía, se limita a soltar chorradas y a hacer el gilipollas.... de una forma u otra. Por cierto, es el único actor de Hollywood que ha sido asesinado por un Terminator, por un Alien y por un Predator.
10 de septiembre de 2013
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mito del vampiro ha sido tratado en gran multitud de ocasiones en el cine, ya desde su nacimiento. Una de las muestras más reconocibles es la de Nosferatu, película dirigida por el director alemán Murnau en el año 1922 y que adaptaba de manera no oficial la novela más famosa del género, Drácula de Bram Stoker (de hecho, tuvo problemas legales por acusación de plagio). En los años sesenta la productora Hammer en Reino unido fue la que explotó de manera sistemática el mito vampírico, con Christopher Lee como el estandarte más visible de aquellas películas (para la historia del cine quedará siempre por sus papeles como el conde Drácula).
Y como es sabido por todos, en los años ochenta se produjo una auténtica explosión dentro del género fantástico, que hizo que se revitalizara y que no fueran pocos los directores que se atrevieran a dirigir unas películas que si hace años tenían vedado acceder a un público mayoritario, ahora se convertían en películas con grandes audiencias detrás, en gran parte porque los adolescentes se empezaban a formar como un Target bastante importante, y las productoras aprovecharon el filón. Noche de Miedo, de Tom Holland o Jóvenes ocultos del comercial Joel Schumacher son sus máximos representantes dentro del mundo de los murciélagos nocturnos.
Pero no se equivoquen. Los viajeros de la noche no es una película tan denigrante como Crepúsculo o productos parecidos. Pese a que la película tiene unos defectos bastante claros, se convierte en una digna competidora dentro de su género. Para empezar, y si hay que destacar una característica de la película es sin duda su alejamiento a muchos otros clichés del género. La película contiene unos personajes bastante modernos para la época, un grupo de vampiros que sin que se nos cuente su historia (no sabemos de dónde vienen ni como se convirtieron) que desterrados por la sociedad van de tugurio en tugurio buscando un poco de hemoglobina. Aquí la película ya se empieza a alejar de los ambientes suntuosos o palaciegos que la Hammer y películas más antiguas habían cultivado. Se trata sin duda alguna, de una adaptación de la imagen del vampiro clásico del siglo pasado a una figura mucho más cercana (y verosímil) de nuestros días.
Que los vampiros temen a la luz queda claro antes de que uno vea la película, pero además queda bastante patente en la película, y es que la mayoría de ella se desarrolla en la oscuridad. Paremos un momento y recordemos que la directora de la película es nada más ni nada menos que Kathryn Bigelow, una artista que ha pasado a la fama por sus recientes nominaciones a los oscars a la mejor película, por Tierra hostil en 2008 (que además lo ganó) y La noche más oscura (2012). Lo que poca gente sabía es que en el pasado, la directora había realizado productos bastante alejados de sus películas más recientes. Podemos citar, aparte de esta misma película, Días extraños, rodada en el 1995 y que compartía una atmósfera bastante oscura.
En todo caso, la película se aleja ostensiblemente de otras vías (como por ejemplo la cómica en la que se optaba en noche de Miedo) para acercarse de manera directa al terror. O por lo menos intentarlo. La oscuridad embarga toda la película, y continuamente se busca el tenebrismo como tono dominante de la película, exceptuando algunas escenas que suceden a la luz del día. Pese a la inexperiencia de la directora alguna imagen quedará para el recuerdo, como la figura del protagonista recortado a modo de silueta sobre la luz de la luna. Otra característica de la película que va bastante ligada con lo contado anteriormente es que el tono es bastante serio y pese a que se trata de una película realizada hace más de treinta años, la violencia y la jerga en la que hablan los vampiros (actualizada a nuestros días) puede resultar igualmente chocante vista hoy en día. Para nada busquen unos vampiros atrofiados y sin mala uva, aquí es todo lo contrario.
Pese a que los personajes que acompañan al séquito resultan pintorescos, no consiguen tener nunca una profundización que pueda resultar de interés y caen en arquetípicos mal construidos, que sí caen en gracia es más por los actores que por su creación.
En todo caso, la película tiene algunos defectos que lastran bastante su potencial oscuro. Aparte de un error de raccord bastante absurdo (en una secuencia se hace de día de un minuto para otro) el guión deja bastante que desear, porque una vez el protagonista principal se ha integrado en el grupo vampírico, la senda que toma la película es bastante simple (un poco de acción entre secuencia y secuencia y para terminar un postre servido como venganza que deja a uno un poco frío). También hay que decir que se trata de la segunda película dirigida por la directora, y seguramente aún no había aunado la experiencia suficiente como para enfrentarse con el mundo de la noche y salir totalmente ilesa en el intento.
Y como es sabido por todos, en los años ochenta se produjo una auténtica explosión dentro del género fantástico, que hizo que se revitalizara y que no fueran pocos los directores que se atrevieran a dirigir unas películas que si hace años tenían vedado acceder a un público mayoritario, ahora se convertían en películas con grandes audiencias detrás, en gran parte porque los adolescentes se empezaban a formar como un Target bastante importante, y las productoras aprovecharon el filón. Noche de Miedo, de Tom Holland o Jóvenes ocultos del comercial Joel Schumacher son sus máximos representantes dentro del mundo de los murciélagos nocturnos.
Pero no se equivoquen. Los viajeros de la noche no es una película tan denigrante como Crepúsculo o productos parecidos. Pese a que la película tiene unos defectos bastante claros, se convierte en una digna competidora dentro de su género. Para empezar, y si hay que destacar una característica de la película es sin duda su alejamiento a muchos otros clichés del género. La película contiene unos personajes bastante modernos para la época, un grupo de vampiros que sin que se nos cuente su historia (no sabemos de dónde vienen ni como se convirtieron) que desterrados por la sociedad van de tugurio en tugurio buscando un poco de hemoglobina. Aquí la película ya se empieza a alejar de los ambientes suntuosos o palaciegos que la Hammer y películas más antiguas habían cultivado. Se trata sin duda alguna, de una adaptación de la imagen del vampiro clásico del siglo pasado a una figura mucho más cercana (y verosímil) de nuestros días.
Que los vampiros temen a la luz queda claro antes de que uno vea la película, pero además queda bastante patente en la película, y es que la mayoría de ella se desarrolla en la oscuridad. Paremos un momento y recordemos que la directora de la película es nada más ni nada menos que Kathryn Bigelow, una artista que ha pasado a la fama por sus recientes nominaciones a los oscars a la mejor película, por Tierra hostil en 2008 (que además lo ganó) y La noche más oscura (2012). Lo que poca gente sabía es que en el pasado, la directora había realizado productos bastante alejados de sus películas más recientes. Podemos citar, aparte de esta misma película, Días extraños, rodada en el 1995 y que compartía una atmósfera bastante oscura.
En todo caso, la película se aleja ostensiblemente de otras vías (como por ejemplo la cómica en la que se optaba en noche de Miedo) para acercarse de manera directa al terror. O por lo menos intentarlo. La oscuridad embarga toda la película, y continuamente se busca el tenebrismo como tono dominante de la película, exceptuando algunas escenas que suceden a la luz del día. Pese a la inexperiencia de la directora alguna imagen quedará para el recuerdo, como la figura del protagonista recortado a modo de silueta sobre la luz de la luna. Otra característica de la película que va bastante ligada con lo contado anteriormente es que el tono es bastante serio y pese a que se trata de una película realizada hace más de treinta años, la violencia y la jerga en la que hablan los vampiros (actualizada a nuestros días) puede resultar igualmente chocante vista hoy en día. Para nada busquen unos vampiros atrofiados y sin mala uva, aquí es todo lo contrario.
Pese a que los personajes que acompañan al séquito resultan pintorescos, no consiguen tener nunca una profundización que pueda resultar de interés y caen en arquetípicos mal construidos, que sí caen en gracia es más por los actores que por su creación.
En todo caso, la película tiene algunos defectos que lastran bastante su potencial oscuro. Aparte de un error de raccord bastante absurdo (en una secuencia se hace de día de un minuto para otro) el guión deja bastante que desear, porque una vez el protagonista principal se ha integrado en el grupo vampírico, la senda que toma la película es bastante simple (un poco de acción entre secuencia y secuencia y para terminar un postre servido como venganza que deja a uno un poco frío). También hay que decir que se trata de la segunda película dirigida por la directora, y seguramente aún no había aunado la experiencia suficiente como para enfrentarse con el mundo de la noche y salir totalmente ilesa en el intento.
20 de enero de 2017
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Supongo que ésta es una película que se ama o se odia, y en mi caso, y por desgracia, sin duda estoy en el segundo grupo. Aquí el vampirismo es una enfermedad que se cura con una simple transfusión de sangre, lo que reduce al mito a algo bastante ridículo, tan ridículo como que hay vampiros buenos (Adrian Pasdar) y vampiros malos (Lance Henriksen). Se trata de crear una nueva visión del vampirismo en el cine, por lo que no hay colmillos, ni ojos raros, ni ristras de ajos, ni nada de eso. Se elimina toda una parafernalia para crear otra, supuestamente mejor, en la que el vampiro se quema y despide fuego y humo al entrar en contacto con la luz solar. Mucho humo y pocas nueces...
El conjunto está malogrado por un esteticismo excesivo, que trata de sublimar las limitaciones de una producción de bajo presupuesto como ésta, y que a veces resulta desagradable y estúpido, por ejemplo en la secuencia de la muerte del personaje de Bill Paxton.
En un papel secundario aparece Tim Thomerson, el protagonista de "Trancers" (1985), una curiosísima obra de ciencia-ficción dirigida por Charles Band.
El conjunto está malogrado por un esteticismo excesivo, que trata de sublimar las limitaciones de una producción de bajo presupuesto como ésta, y que a veces resulta desagradable y estúpido, por ejemplo en la secuencia de la muerte del personaje de Bill Paxton.
En un papel secundario aparece Tim Thomerson, el protagonista de "Trancers" (1985), una curiosísima obra de ciencia-ficción dirigida por Charles Band.
1 de marzo de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
54/24(25/02/18) Interesante segundo film (tras “Loveless”, 1982) de la realizadora californiana Kathryn Bigelow (única hasta la fecha en ganar un Oscar a la dirección con “The Hurt Locker”, 2008). Relato sugestivo que mezcla los géneros del terror, el western, la acción y el romance, siendo el guion escrito originalmente por la directora y Eric Red, que un año antes había estrenado “The hitcher”, film con el que este guarda bastantes paralelismos con un escenario semidesértico en el medio oeste estadounidense, y con un protagonista que por azar se ve envuelto en una historia de terror cuasi-sobrenatural, en este film que abordo se centra en un muchacho (Caleb Colton encarnado por Adrian Pasdar), que vive con su padre (Loy encarnado por Tim Thomerson) y hermana pequeña (Sarah encarnada por Marcie Leeds), en una granja, y que una noche se ve envuelto con una chica (Mae encarnada por Jenny Wright) en una vorágine de violencia de chupasangres, la película nunca menciona la palabra "vampiro", ni se basa en su iconografía de cruces o agua bendita. Obra de bajo presupuesto, cuasi serie b, pero que sabe exprimir bien su virtudes, con buenas escenas de acción, pero a la que le falta hondura, con unos personajes bastante planos, sabe exponer un submundo muy de comic, creando sus propias reglas, es disfrutable mientras se ve, con un ritmo ágil, una buena ambientación, pero se olvida rápido, no suma precisamente su final atropellado y pasteloso.
Bigelow conocía (y luego se casó en 1989) al director James Cameron, que dirigió Aliens, película de 1986 que comparte tres miembros del elenco (Paxton, Goldstein y Henriksen) con “Near Dark”, habiendo un guiño a esta cinta cuando se ve de fondo al comienzo de la película tiene a Aliens en la marquesina y Cameron interpretó al hombre que " quita " a Severen. La labor de fotografía de Adam Greenberg (“Terminator”, también de Cameron) es uno de los elementos más cautivadores, y adornando y dando un sentido ochentero esta la música del grupo alemán techno Tangerine Dream (“Legend”).
Las películas de vampiros se habían vuelto "de moda" para la época de la producción de “Near Dark” con el éxito de “Fright Night” de 1985 y “The Lost Boys” de 1987 (estrenada dos meses antes que “Near Dark” y recaudando $ 32 millones). Kathryn Bigelow quería filmar un western que se apartara de la convención cinematográfica. Cuando ella y el coguionista Eric Red encontraron difícil obtener el respaldo financiero, se les sugirió que trataran de mezclar un western con otro género más popular. Su interés en la interpretación revisionista de la tradición cinematográfica la llevó a combinar dos géneros que consideraban maduros para la reinterpretación, el western y las películas de vampiros. La combinación de los géneros había sido visitada al menos dos veces en la pantalla grande, con “Curse of the Undead” (1959) y “Billy the Kid vs. Dracula” (1966).
Lo que pretende ser el corazón del relato, el deux machine, es la relación entre Mae y Caleb, pero no mana la químicas entre ellos, no hay fluidez ni naturalidad, no hay diálogos que nos lleguen, están atraídos uno por el otro porque lo dicta el guión, no porque orgánicamente sea veraz o mínima intensa, por lo menos deja una lírica imagen con ínfulas claras erótico-sexuales cuando vemos a Mae alimenta la sed de Caleb dándole de beber sangre de su muñeca, ello en un lugar con unas bombas de bombear petróleo, que vemos subir y bajar en nítido sentido sensual; El grupo de vampiros resultan llamativos en sus imagen moderna, pero no tiene matices, dimensión alguna (excepto Mae) todos son malos malísimos, sin aristas, meras caricaturas, aunque como caricatura lo borda Bill Paxton encarnando al siniestro Severen, su pérfida sonrisa y su sadismo desbordan la pantalla; resto de actores como el protagonista Adrian Pasdar no pasan la criba de ser meraos arquetipos, aunque la belleza de Jenny Wright deja estela de sensualidad, que lastimeramente explota nada.
La puesta en escena dentro de su austeridad resulta buena, con un diseño de producción Stephen Altman (“Gosford Park” o “Ray”) estimable, filmando en Arizona (Coolidge; Casa Grande; Eloy) y Oklahoma, en lares semidesérticos, áridos, carreteras sin vida, moviéndonos por la noche, moteles decrépitos, bares mugrientos, Y esto realzado por la fotografía de Adam Greenberg (“Terminator” o “T2”),creando fotogramas de enorme belleza jugando con la luz escasa, con los contraluces, con la luz de la luna sobre campos estériles, con momentos turbadores como los rayos de luz que entran por los agujeros de bala a modo de láseres que pueden cortar a los chupasangres, o la perturbadora secuencia en que Mae alimenta de su muñeca a Caleb.
Bigelow conocía (y luego se casó en 1989) al director James Cameron, que dirigió Aliens, película de 1986 que comparte tres miembros del elenco (Paxton, Goldstein y Henriksen) con “Near Dark”, habiendo un guiño a esta cinta cuando se ve de fondo al comienzo de la película tiene a Aliens en la marquesina y Cameron interpretó al hombre que " quita " a Severen. La labor de fotografía de Adam Greenberg (“Terminator”, también de Cameron) es uno de los elementos más cautivadores, y adornando y dando un sentido ochentero esta la música del grupo alemán techno Tangerine Dream (“Legend”).
Las películas de vampiros se habían vuelto "de moda" para la época de la producción de “Near Dark” con el éxito de “Fright Night” de 1985 y “The Lost Boys” de 1987 (estrenada dos meses antes que “Near Dark” y recaudando $ 32 millones). Kathryn Bigelow quería filmar un western que se apartara de la convención cinematográfica. Cuando ella y el coguionista Eric Red encontraron difícil obtener el respaldo financiero, se les sugirió que trataran de mezclar un western con otro género más popular. Su interés en la interpretación revisionista de la tradición cinematográfica la llevó a combinar dos géneros que consideraban maduros para la reinterpretación, el western y las películas de vampiros. La combinación de los géneros había sido visitada al menos dos veces en la pantalla grande, con “Curse of the Undead” (1959) y “Billy the Kid vs. Dracula” (1966).
Lo que pretende ser el corazón del relato, el deux machine, es la relación entre Mae y Caleb, pero no mana la químicas entre ellos, no hay fluidez ni naturalidad, no hay diálogos que nos lleguen, están atraídos uno por el otro porque lo dicta el guión, no porque orgánicamente sea veraz o mínima intensa, por lo menos deja una lírica imagen con ínfulas claras erótico-sexuales cuando vemos a Mae alimenta la sed de Caleb dándole de beber sangre de su muñeca, ello en un lugar con unas bombas de bombear petróleo, que vemos subir y bajar en nítido sentido sensual; El grupo de vampiros resultan llamativos en sus imagen moderna, pero no tiene matices, dimensión alguna (excepto Mae) todos son malos malísimos, sin aristas, meras caricaturas, aunque como caricatura lo borda Bill Paxton encarnando al siniestro Severen, su pérfida sonrisa y su sadismo desbordan la pantalla; resto de actores como el protagonista Adrian Pasdar no pasan la criba de ser meraos arquetipos, aunque la belleza de Jenny Wright deja estela de sensualidad, que lastimeramente explota nada.
La puesta en escena dentro de su austeridad resulta buena, con un diseño de producción Stephen Altman (“Gosford Park” o “Ray”) estimable, filmando en Arizona (Coolidge; Casa Grande; Eloy) y Oklahoma, en lares semidesérticos, áridos, carreteras sin vida, moviéndonos por la noche, moteles decrépitos, bares mugrientos, Y esto realzado por la fotografía de Adam Greenberg (“Terminator” o “T2”),creando fotogramas de enorme belleza jugando con la luz escasa, con los contraluces, con la luz de la luna sobre campos estériles, con momentos turbadores como los rayos de luz que entran por los agujeros de bala a modo de láseres que pueden cortar a los chupasangres, o la perturbadora secuencia en que Mae alimenta de su muñeca a Caleb.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
30 de enero de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A ver, no sabía lo que iba a ver pero cuando al rato de empezarla me dio por mirar de qué iba exactamente porque no pasaba nada de nada lo entendí todo; tópic: película de culto, buenooooooooooo... ya me dijiste todo. Digamos que la película habla de un hombre que se convierte en vampiro, es que va de eso, de cómo va dejando su humanidad de lado para abrazar su nueva naturaleza. ¿A qué suena interesante? pues no lo es. No pasa mucha cosa durante toda la película, además de que la forma en la que lo convierte no puede ser más patética.
Los actores no es que lo hagan mal y son conocidos, algunos, Adrian Pardar —«Héroes», «Home Movie(¿s?)»—, Bil Paxton, y el otro que no sé su nombre pero que sé quién es.
Como ya dije la banda sonora cuando suena, porque no suena mucho, salva la película pero claro es de Tangerine Dream, no podía ser de otra forma. Si te gustan las películas con banda sonora maravillosa, tendría que escuchar el álbum para incluirla, mira mi lista de tópic: películas y animes con banda sonora maravillosa. aquí en FA.
Los actores no es que lo hagan mal y son conocidos, algunos, Adrian Pardar —«Héroes», «Home Movie(¿s?)»—, Bil Paxton, y el otro que no sé su nombre pero que sé quién es.
Como ya dije la banda sonora cuando suena, porque no suena mucho, salva la película pero claro es de Tangerine Dream, no podía ser de otra forma. Si te gustan las películas con banda sonora maravillosa, tendría que escuchar el álbum para incluirla, mira mi lista de tópic: películas y animes con banda sonora maravillosa. aquí en FA.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here