Proof (La verdad oculta)

Dirigida por John Madden, galardonado previamente con varios Óscar por “Shakespeare in love” y protagonizada precisamente por Gwyneth Paltrow, también protagonista de aquel film, cuenta las dificultades de la joven Catherine para esquivar la larga sombra de su padre, Anthony Hopkins, un brillante matemático, de locura intermitente, que podría haber dejado como legado un descubrimiento teórico fabuloso y a una hija, también matemática, que tiene miedo de que se cumpla eso de que “de tal palo, tal astilla”.

Precisamente, a pesar de que los personajes principales de Proof son matemáticos que protagonizan un drama sobre su trabajo, las matemáticas no aparecen de manera explícita salvo en contadas ocasiones. En este sentido, Proof es otra película donde, una vez más, aparecen unidos trastornos mentales y Matemáticas. Así, resulta bastante significativa esa insistencia en el ”matemático loco”, como ya se pudo comprobar en ocasiones anteriores en películas como Perros de paja, Pi. Fé en el caos, Enigma o Una mente maravillosa, películas que corroboran, prueban o demuestran tal insistencia (de ahí, el título de mi crítica).

Es de destacar que Paltrow está estupenda, muy convincente, hace una interpretación bastante contenida, teniendo en cuenta que interpreta a un personaje muy desquiciado, que está continuamente al borde del estallido emocional. Por otra parte, Hopkins está en su línea, y es que es ya casi es un especialista en papeles de individuo de dudosa cordura. Conviene señalar que el film presenta momentos muy teatrales, sobre todo los diálogos entre las dos hermanas.

Al igual que John F. Nash en Una mente maravillosa, el matemático enfermo es redimido en su sufrimiento por el amor de un ser querido, en este caso su hija. Asimismo, como El indomable Will Hunting, en un momento dado Catherine se enfrenta a un dilema que puede vincular su destino a las Matemáticas.

En conclusión, pienso que es un film interesante de ver, sobre todo para los amantes de las matemáticas y del espíritu científico en general. También la recomiendo para aquellos que les guste el cine intimista y de fuertes tensiones emocionales.

Drama matemático-psicótico que es la adaptación de una obra de teatro del mismo nombre del ganador del premio Pulitzer David Auburn. La película tiene el gancho de sus protagonistas pero se queda en un intento demasiado espeso y redundante como para conectar con el espectador medio. En el fondo es un tostón aunque admito que al final hay un momento emotivo referente a la abnegación filial que evidentemente no puede borrar el resto de lo visto. Por un lado aparece cierta intriga sobre el que ha hecho cierto trabajo académico de enorme importancia, pero tarde y con poca convicción; por el otro hay un drama familiar respecto a la enfermedad mental que tampoco acaba de explotarse.

"Proof" o "La verdad oculta", debería haberse traducido como "La demostración", peca de teatral, pero sobre todo de contar con un argumento demasiado endeble, que no se mejora con el recurso de los flashbacks, no sólo mal insertados sino innecesarios. También es verdad que la película pretende ser seria, trata un tema delicado, aborda la depresión, la genialidad y la locura, que a veces aparecen unidas, el misterio de las matemáticas o las complejas relaciones entre padres e hijos o entre hermanas, explorando la culpa, la responsabilidad o las tensiones acumuladas pero, como digo, nunca llegas a implicarte. Así se entiende que la película apenas recaudara unos 14 millones de dólares.

Drama de buena factura e interés, basado en los problema que supone tener a cargo a un enfermo mental por parte de familiares, y de sus consecuencias.

El guión, de David Auburn y basado en su propia obra teatral, narra la historia de Catherine (una estupenda Gwyneth Paltrow), una estudiante de matemáticas que se ve obligada a cuidar de su padre, Robert (Anthony Hopkins), un genial y respetado matemático con esquizofrenia. Un día aparece Claire (Hope Davis), la hermana de Catherine, con la pretensión de llevársela a Nueva York para cuidarla, ya que sospecha que ha contraído la misma enfermedad de su padre. Catherine no la cree y se resiste a irse, pues no se siente enferma, pero va descubriendo pruebas que le dicen lo contrario. Hal (Jake Gyllenhaal), un antiguo alumno de su padre, la ayudará a comprender la verdad...

El título (el original, pues la traducción al castellano es bastante desafortunada) resume, en una sola palabra, la esencia misma de la película. Todo el tiempo se intenta buscar demostraciones, tanto matemáticas como vitales, con las que los protagonistas intentan encontrar una verdad escurridiza, una verdad en el límite entre la cordura y la locura. Mientras que los cuadernos matemáticos del padre de Catherine la mantienen en el límite, Hal será el ancla con la que Catherine se aferrará a la esperanza de poner en orden sus recuerdos y vivencias durante el tiempo que estuvo cuidando a su padre.

John Madden dirige de forma elegante y correcta una cinta que recuerda en muchos aspectos a "Una mente maravillosa", pero no consigue la fuerza y la emoción que desprendía el filme de Ron Howard. Los "flashbacks" donde aparecen Catherine y su padre son las de mayor fuerza, sobre todo gracias a la magnífica interpretación de Gwyneth Paltrow y la no menos buena de Anthony Hopkins, aunque sus apariciones son demasiado escasas.

A pesar de las buenas interpretaciones y de la interesante trama, la película no consigue profundizar lo suficiente para que el espectador la considere una obra maestra. Con todo, el filme de Madden se queda en la superficie con una infinidad de elementos que la podrían haber hecho una obra memorable.

Aun así, merece la pena dedicarle sus 99 minutos de duración.

Del estilo de 'Una mente maravillosa' y alguna más del estilo, he de confesar que soy un apasionado del susodicho género donde un colgado, un matemático, una mente fuera de lo normal destaca de forma melodramática en una sociedad que no llega a comprender. Estos personajes, más ficticios que reales, siempre han despertado mi curiosidad, pero en 'Proof', para sorpresa mía, no se centra tanto en los aspectos técnicos del descubrimiento, del detalle, del encaje de un guión preciso y coherente para los más quisquillosos.

Todo lo contrario, se centra en un análisis psicológico de los personajes que aparecen, sus contrastes, sus parecidos, la humanidad y el miedo a la locura de la que todos padecen en cierta medida. Sobre una base bien trillada, se ha creado una película que crea una perspectiva diferente. Así da gusto.

La película arranca de manera bastante interesante, pero a medida que avanza y comienza a desvelar los “secretos” de la trama, digamos que decepciona un poco. Lo que podía haber sido una buena película sobre la soledad, la locura, las relaciones entre familiares, la infelicidad… se convierte en un anodino y melodramático telefilm que, en determinado momento, amenaza con derivar hacia los aburridos folletines sobre superdotados con problemas emocionales (tipo “El Indomable Will Hunting”). No obstante, los guionistas se apiadan de nosotros y dejan a un lado todo ese rollo matemático que tanto miedo nos da a los que somos de letras, para tratar de elaborar complejas relaciones entre los personajes y dotar a la película de un barniz más dramático que enganche a todos aquellos poco avezados a cuestiones científicas. Lamentablemente nada de lo que narra está tratado en profundidad, solo son breves bosquejos apuntados con mayor o menor fortuna sobre el guión, pero que en ningún momento consiguen transmitir casi nada. Lo mejor de todo, si es que se puede sacar algo positivo, las escenas que comparten Gwyneth Paltrow y Anthony Hopkins. Lo peor, lo insustancial y completamente prescindible que resulta la historia.