The Meyerowitz Stories

Entre personajes que fingen una empatía por el otro de la que carecen y relaciones familiares disfuncionales, Noah Bambauch construye The Meyerowitz Stories (2017), una comedia dramática despareja que cuenta con una gran actuación de Dustin Hoffman.

Por Nicolás Bianchi

Una constante se mantendrá desde el comienzo hasta el final en The Meyerowitz Stories. Ningún personaje escuchará, ni siquiera por un momento, lo que el otro tiene para decir. En la película cada cual tiene su propia agenda, y sin importar lo que suceda alrededor, continuará en su empeño por conseguir, o decir, lo que quiere.

Bambauch divide a la película en episodios, que se focalizan en distintos personajes. Los principales son los hermanos Danny (Adam Sandler) y Matthew (Ben Stiller), y el patriarca Harold, interpretado por Hoffman. Son hombres que bordean lo patético. Danny es un músico frustrado, que en su vida tuvo un trabajo estable y cuando comienza la historia está, luego de un divorcio, por ir a vivir a la casa de su padre mientras su única hija ingresa en la universidad. Tiene problemas para controlar sus enojos, suele gritar y exasperarse con facilidad. A su vez, su medio hermano Matthew es un empresario exitoso que atraviesa también una crisis matrimonial y que hace lo posible para no ser un padre tan ausente, vía video llamadas, para su hijo. Harold es un escultor que nunca tuvo el reconocimiento que le hubiera gustado y cree merecer. No para de quejarse de todo lo que lo rodea, a la vez que convive con Maureen (Emma Thompson), una hippie alcohólica que nunca parece estar conectada con la realidad que la rodea.

Completan el elenco Elizabeth Marvel como Jean, la hermana silente y frustrada de Danny y Matthew, y Eliza (Grace Van Patten), la hija del personaje interpretado por Sandler, un soplo fresco de juventud y sanidad mental entre tanto adulto propenso a la neurosis. La película avanza a través de una serie de encuentros y desencuentros entre los protagonistas que Bambauch presenta como situaciones cargadas de drama que se suelen resolver mediante un giro cómico o ridículo. Entre ellos el director inserta unos cortes un tanto caprichosos, como si a las escenas ya les sobraran algunos segundos. Por ejemplo, cuando Danny quiere desahogarse en insultos con otro conductor que toca desenfrenadamente la bocina en Manhattan, el director corta abruptamente y da comienzo a un nuevo episodio. Los personajes están, casi todo el tiempo, al borde del escándalo.

Las escenas en las que Harold, el personaje de Hoffman, está presente logran ser, por considerable diferencia, los mejores momentos de la película. El experimentado actor caracteriza a un artista frustrado, quejoso e irascible que arruina todos los planes que sus hijos intentan desarrollar. La secuencia en la que concurre a una exposición de un amigo, notablemente más exitoso que él, junto a Danny (Sandler) retrata con acidez los distintos comportamientos de las personas que visitan ese tipo de eventos. En esa vorágine de falsedad, donde a nadie le importa nada más que saludar a cuanta gente sea posible, Harold se destaca por su escasa paciencia y su mal temperamento.

Al margen de ciertos momentos y detalles que están bien, la película cae en algunos pozos profundos. Los enfrentamientos entre los hermanos se llevan a un punto tal que se desfasan tanto del drama como de la comedia para caer en el absurdo. Luego, en una película cuya dinámica es la de presentar personajes que no empatizan entre sí, se introduce una historia de abuso, por parte de la silente hermana Jean, sub trama que parece caer en una suerte de saco roto. Lo que significa un verdadero trauma para uno de los personajes es tomado con absoluta liviandad por sus hermanos. Si todo es tan cínico y horroroso, Bambauch no parece haber encontrado el tono apropiado para señalarlo. Da la impresión que a la película le importa tan poco el dolor de algunos de sus protagonistas como los mismos personajes lo expresan en el film.

En contraposición a lo dicho anteriormente, en la mitad de la película en la que Hoffman no aparece el relato deambula y se estira. The Meyerowitz Stories no llega a las dos horas por unos pocos minutos aunque se experimenta mucho más larga de lo que es. El principal problema puede ser que el tono, la caracterización de los personajes y varias de las acciones y diálogos están en la línea de una comedia romántica, la especialidad del director al momento de filmar la película. Pero se trata de un drama o comedia negra familiar. No hay historia de amor en foco, más allá de algún tibio intento de Danny. Cuando justamente él abraza a su hija Eliza antes de que ella parta a la universidad se muestra un afecto mutuo y sincero, un rasgo de humanidad y ternura que no vuelve a aparecer en el film. Para resaltar las asperezas, quizás solo hacía falta que entre ellos se escuchen y quieran un poco más.

Pelicula USA del 2017, de 110 minutos, con una valoracion de 6/10, bajo la direccion y guion de Noah Baumbach, con 11'4 millones de presupuesto, con un gran elenco liderado por Sandler, Stiller, y Hoffman, en el que destaca Sandler añorando muchos puntos en el registro de su interpretación.

Ahora todo lo gana en su interpretación, y el buen ritmo de sus diálogos, se va al garete, ante lo aburrido de su argumento intimista, el cual me aburrió estrepitosamente.

Tal vez sea un film para una reducido público, que busque ciertos matices que no encuentra normalmente, por lo que hay que buscar con gran empeño.

Películas hay muchas y las mejores son aquellas que más espectadores captan. Lo contrario tal vez es elitismo.

Pues en contra de lo que esperaba me ha gustado. A destacar el reparto, en especial a Adam Sandler, pero vamos que todos están muy bien (Dustin Hoffman, Ben Stiller, Grace Van Patten...)
Eso sí es una película de mucho dialogo y aunque puede parecer algo lenta al principio luego te darás cuenta de que mantiene un muy buen rimo.
La recomiendo solo por ver como Adam Sandler se desmarca totalmente del tipo de comedia al que nos tiene acostumbrados.

A pesar de que en su casting figuran actores con vena cómica, nos encontramos ante un auténtico drama magníficamente narrado. Cuenta la historia de una familia encabezada por un padre artista, un ser egoísta y absorbente que se considera insuficientemente reconocido y carga su frustración sobre los hijos causando en ellos significativas taras psicológicas que afectan a su desenvolvimiento, éxito y supervivencia.

Pero también habla de la decadencia de una era y de una forma de ver el arte a través de la figura de un artista que no supo vivir acorde con su realidad, del que uno de sus hijos dice en un momento de la película: puede que necesite creer que mi padre era un genio porque no quiero que su vida sea insignificante. Y si no es un gran artista, eso significa que solo era un desgraciado

Buenas actuaciones que encarnan a unos familiares que cargan con miedos y frustraciones tan banales como profundos. Sin embargo, la historia no es muy interesante. El relato es un pretexto para reflexionar sobre la vulnerabilidad y las relaciones familiares. Es reconfortante ver que Adam Sandler haya decidido empezar a tomarse en serio su carrera.