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El intendente Sansho

Drama A finales de la Época Heian en el siglo XII, el gobernador de un pueblo es enviado al exilio. A pesar de que su familia quiere ir con él, ninguno podrá acompañarle, pues, engañados por una vieja que se hace pasar por sacerdotisa, son vendidos como esclavos por separado: la madre por un lado y los hijos por otro. (FILMAFFINITY)
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Críticas 57
Críticas ordenadas por utilidad
6 de noviembre de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un drama poético en relato que se desarrolla en el japón del siglo XII, donde los avatares de una familia forman el centro de atención. El padre con su carácter suave, que es gobernador de una provincia, es desterrado, sus hijos (Hanayaki, kagawa) vendidos como esclavos, la madre (Tanaka) obligada a prostituirse.

Una película conmovedora con una dirección y fotografía brillantes. Gran, gran película de uno de los grandes, Kenji Mizoguchi.
Juan Marey
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9 de abril de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Japón es un pueblo admirable. Su entorno geográfico puede calificarse como hostil: diseminado en numerosas islas de costas recortadas y de orografía escarpada, pobladas de bosques o desnudas, y sometido a frecuentes terremotos y tsunamis. A pesar de ello, han desarrollado una original civilización con una refinada estética. Sus edificios de madera, más resistentes a los terremotos, proporcionarón pautas estéticas y espaciales a los arquitectos occidentales del racionalismo. El conocimiento de las estampas japonesas (en las que no se usaba la perspectiva) en la Europa de finales del XIX supuso una renovación en las concepciones espaciales de la pintura occidental. El refinamiento de sus objetos de uso sigue siendo modélico para el diseño actual. Pero, ¿habeis visto alguna vez una silla en una película histórica japonesa?
En el abrupto paisaje japonés, sin grandes espacios abiertos, estás obligado a mirar de arriba abajo o viceversa. En los depurados interiores japoneses, en los que no existen las sillas, los japoneses se sientan sobre sus talones (me duelen las piernas sólo de pensarlo). Es obvio que no pueden tener el mismo punto de vista que los occidentales. Y ese punto de vista es el que proporciona al cine clásico japonés su inconfundible impronta: la singular belleza de sus encuadres sesgados.
Por contra, la música tradicional japonesa apenas ha calado en la cultura occidental. Y lo mismo puede decirse de sus danzas y de su teatro. Reconocemos su refinamiento, pero nos emocionan escasamente. La cadencia de la narración está más en consonancia con estas tradiciones y el tempo se ralentiza (por ejemplo, largo plano de dos piedras circulares semienterradas en la tierra; yo me pregunto: "¿y esto?" y antes de que termine el plano digo: "una elipsis"). Además, el modo de interpretar de los actores puede resultarnos chocante. El caso es que no termina de llegar la emoción.
Una cosa por la otra. La belleza de las imágenes me resulta más emotiva que el indudable dramatismo de la narración, que (salvo contadas secuencias) no me conmueve. Ya se que Mizoguchi no tiene la culpa. Soy yo, que no tengo el día.
iñaki
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14 de noviembre de 2009
25 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primero de todo: la película es buena. Incluso la recomiendo. Tiene escenas realmente hermosas, como la que menciono en el spoiler* no sea que validación me balee. Aunque realmente no lo veo necesario, sólo hay que ver la banderita de la peli y nadie en su insano juicio espera que no haya uno.

Ahora vamos al tajo, a talar bonsáis. El problema con el cine de otras culturas es que la gente lo trata como una porcelana china. No se acercan mucho no sea que se rompa el jarrón. Y claro, siempre da el cante sea bueno o malo. Yo cuando veo cine de sitios así, me imagino que está hecho aquí, y cuando veo cine más próximo a mi cultura pues procura imaginar que soy un extraterrestre del espacio interestelar que ve por primera vez esas cosas. O sea, si estás entre los arboles sal y a mirar el bosque. Pero si es un bosque misterioso que nunca has visitado pues a meterte entre los árboles.

Y francamente aquí hay algunos bonsáis paupérrimos. Comenzando por las actuaciones, que todas las masculinas son de polichinela. Oh, es que es otra cultura y otra forma de actuar. Y dale con el miedo a no romper el jarrón. Que se rompa, que es una mierda. Los diálogos son tautológicos, no sé puede estar contando continuamente lo que estás haciendo, YA LO VEMOS. Y finalmente algo que ayudó a no meterme en la película: si cuentas algo triste y dramático que dura años, no entro si todos esos años pones a los protas TODO EL RATO con cara triste y dramática. Igual que alguien cruel no pone cara de crueldad toda su vida, pues lo mismo. Eso en un drama me saca de la historia, lo siento. No es un problema de verisimilitud, que me importa un rábano, sino mío tal vez. No me lo creo y no entro.

Así que ya saben, si tienen una buena película que hacer y temen tener fallos, no se preocupen. Vayan a Uzbekistán a realizarla, y la mayoría de flipaos que ven esas cosas aplaudirán como chinos. Bueno, vemos, que me incluyo. E incluso le doy un aplauso a ésta ¡Pero uno eh!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Gilbert
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20 de diciembre de 2005
9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra de las obras maestras de Mizoguchi, además de las más conocidas y mentadas de su filmografía, que se ubica en el Japón feudal del siglo XII, dónde tras distintos avatares, dos niños serán despojados de su madre, cayendo en las redes del terrible gobernador Sansho...
Compone Mizoguchi una obra delicada y finísima, de gran capacidad en la creación/evocación de imágenes, con una atmósfera muy lograda (la crueldad primitiva del hombre, la capacidad redentora, impasible y generosa de la mujer, que lo "salva" y hace que se retrotaiga de su ciego embrutecimiento sin retorno a una reflexión humanista, amplia, básica).
Muy bien acabada y suavemente poética, denota una mayúscula sensibilidad en cada fotograma, con varios momentos antológicos preñados de lirismo, desgarro y hermosura, como por ejemplo el final.
kafka
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13 de julio de 2010
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
EL INTENDENTE SANSHO: Perfección, Maestria, Grandeza, Excelencia, Poderío.

Una Obra Maestra de esas películas en las que se resume todo el concepto de cine y arte, de aquellas que conmueven hasta su máxima expresión, Si señor! me pongo de pié para aplaudir al maestro KENJI MIZOGUCHI.. por crear este tipo de bellezas, plasmadas en imagenes.

Yo me pregunto ¿Como puede ser que una película así llegue a ser tan especial? y la respuesta sería. Porque la realizó un Maestro del Septimo Arte.... Este genio tras cámaras logra pulir los rincones más escondidos de la belleza y poesia y plasmarlos sobre un blanco y negro extraordinario, adhiriendose al alma del espectador..

En esta película reside el verdadero concepto de amor, sacrificio, esperanza, entrega, valentía, en este cine están las emociones y sentimiendos de VERDAD; no como las plásticas y baratas envolturas sensibleras que nos quiere vender actualmente Hollywood

Son actuaciones realistas y reales; son elementos memorables, son todo lo que se acerca a la palabra perfección, escenas imborrables que despiertan una cantidad de sentimientos encontrados, momentos que expresan en un solo segundo miles y miles de emociones, Irrepetible, única, soberbia, magistral.

¡¡Obra Maestra Capital!!! y es que nadie puede negarlo "THIS IS A MASTERPEACE"
NOSTROM
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