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Orfeo negro

Drama. Romance Ambientación del mito griego en el carnaval de Río de Janeiro. La bella Eurídice visita la ciudad brasileña en vísperas de su famoso carnaval, invitada por una prima que vive en los arrabales. Hasta allí llega en un tranvía cuyo conductor, un guitarrista llamado Orfeo, queda prendado de sus encantos. Sin embargo su relación se verá empañada por las sospechas de su celosa novia. (FILMAFFINITY)
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Críticas 24
Críticas ordenadas por utilidad
17 de octubre de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Marcel Camus sitúa esta leyenda en pleno carnaval de Río de Janeiro, en medio de un colosal jaleo de sambas y disfraces, con el indestructible sonido de la percusión del carnaval como habitual música de fondo.
En ese contexto se desarrolla la historia.
Original y rezumando el rtimo brasileño durante toda la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
zaporowsky
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16 de septiembre de 2006
22 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debería existir la posibilidad de realizar viajes a través del tiempo en la vida real.
Debería existir la posibilidad de hacerse un flashback y regresar a un instante preciso.
Debería existir la posibilidad de cambiar nuestro presente en forma de modificar la historia… de galardones de festivales y premios no tan ilustres.

Porque películas “Orfeo negro” creo que han sido creadas y galardonadas para que en el caso que alguna persona consiga viajar unas cuantas décadas atrás, olvide evitar cualquier atentado político, etc. y lo primero que haga sea subirse a un escenario y patear el culo a Marcel Camus, al jurado y académicos que premiaron este confirmado, ratificado y universal bluff.

Que esta película posea el oscar a la mejor película extranjera y la palma de oro me hace temblar. ¡Qué vergüenza! ¡Qué indescriptible bochorno! En su momento puede que el colorido y esa samba sudosa llamasen la atención como lo hizo la lambada. Pero, ¿qué es ahora y quién recuerda el baile prohibido de la risa? ¿Qué es ahora “Orfeo negro”? Creo poseer la respuesta: una demostración de interpretaciones mediocres, momentos cutres y patéticos atenuados por una indescriptible y ridícula versión del mito griego. Un culebrón realizado con dos duros le da mil vueltas a esta patraña mitificada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Maldito Bastardo
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5 de agosto de 2009
20 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, se supone que es una adaptación del mito griego de Orfeo y Eurídice trasladado al carnaval de Río de Janeiro en el siglo veinte.
Se me ha convertido en un plomazo de grandes proporciones. Y lo siento de veras por un usuario al que le gusta mucho, ojalá hubiera podido decirle que coincidí con él. Pero no.
Ver a un montón de gente tocando y bailando samba sin cesar, pues puede que sea una explosión de colorido y de exotismo, pero cuando me están aporreando sin piedad los oídos y la vista, y además el guión me parece muy tonto, y los personajes totalmente insulsos, y ahí no veo pies ni cabeza ni gran cosa a la que agarrarme, entonces la película me irrita más de lo que me agrada. La samba no me disgusta, pero el retumbar de los tambores y de los instrumentos alargando las mismas melodías durante una hora y cuarenta y dos minutos de metraje, consigue que aprendas a apreciar más el silencio una vez que has terminado la pequeña tortura.
En cuanto a los protagonistas, no encuentro mucho con lo que experimentar empatía. Superficiales, mal esbozados, casi como caricaturas apresuradas dibujadas por alguien inexperto. Alguno de ellos, francamente ridículo. Y para rematar, la "muerte", un tío disfrazado de esqueleto que da menos miedo que la subida de los precios.
Vale, es el imponente carnaval de Río. Ya he visto imágenes por la tele. Mucha gente disfrazada a ritmo de samba, olvidando las penas del resto del año en un día de ilusión efímera. Juerga y desmadre. Disimulando el dolor y la tristeza, soñando imposibles. Y el mundo sigue girando.
La canción más bonita de la película dice: "La tristeza no tiene fin, la felicidad sí..." Ese día de carnaval en el que la gente se lanza a engullir su breve trocito de felicidad, para muchos quizás es casi el único día de auténtica alegría. En el antiguo mito de Orfeo y Eurídice, los amantes apenas disfrutaban de un corto período de plenitud, antes de que todo se fuera a pique...
Una hermosa idea que sin embargo, en esta versión cinematográfica de Marcel Camus, se me queda en una simplona exhibición folclórica digna de aparecer en una guía turística audiovisual titulada algo así como "Venga a conocer las delicias del Brasil".
Vivoleyendo
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15 de febrero de 2012
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda una gran adaptación de un mito griego a la actualidad, pocos directores han conseguido destacar un mito y que relate objetos claves de la verdadera historia.
Camus logra una buena comparación de Orfeo situándolo en el carnaval de Brasil donde se encuentra la gran música y bailes y con la muerte de Eurídice relacionándolo con la muerte que seria la semana santa justo después de los carnavales.Sin embargo, a la hora de elaborar los bailes carnavaleros no tuvieron en cuenta de que se hacia pesado y dado que no hacían nada en especial podían haberlo recortado.
annitf
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25 de agosto de 2021
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para empezar, no sé por qué la película se titula “Orfeo Negro”, y no simplemente “Orfeo”. Es obvio que Orfeo es un muchacho de raza negra que conduce su tranvía, toca su guitarra y baila en los carnavales de Río con la alegría del trópico, pero esto no tiene nada de particular, nada de racial, a no ser que nos quieran vender la moto -que tampoco parece- de que los de su raza son unos tarambainas de mucho cuidado. Es por eso que lo de “Orfeo Negro” suena tan bobo, y tan redundante, como “Barton Fink blanco”, o “Los siete samuráis amarillos”. Una gilipollez.


Tengo que confesar, de todos modos, que quizá haya una explicación racional para esto, una que sucede más allá del minuto 41 de metraje, que es cuando he dicho basta y me he puesto a mirar por la ventanilla del tren, más pendiente del paisaje montañoso coronado por los molinos. Me pregunto si al final había otro Orfeo en la película, uno blanco, que rivaliza con nuestro muchacho en la conquista de las mujeres. O si remarcan lo de negro en contraste con el griego de la mitología, enamorado de Eurídice, que todos suponemos blanco jónico, o dórico, o corintio. Me pregunto, también, ya desentendido de la película, qué hubiera hecho Don Quijote por estas tierras de León, en el siglo XXI, enfrentando a estos molinos que no son gigantes, sino el mismísimo Galactus multiplicado por mil, que vino de otra galaxia a renegociar las energías.

A “Orfeo Negro”, como a tantas otras películas, he venido engañado por la publicidad. Me decían que esto era una película, pero no lo es: es un documental enmascarado de la vida en las favelas, pobretona pero alegre, antes de que la droga lo invadiera todo y Zé Pequeno viniera a poner orden con su pistola. También me dijeron que aquí estaba el origen de la bossa nova, casi retransmitido en directo, con Vinicius de Moraes y tal, pero aquí, hasta el minuto 41 sólo había sonado “Tristeza” y tampoco en su totalidad. Un rollo. Y una envidia, el tal Orfeo, que las vuelve locas a todas con su baile de pies , y su sonrisa de Pelé.

https://www.cinepasaje.es/
Augusto Faroni
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