El juego del ahorcado

Después de una carrera irregular, el otrora "rey de la comedia", Manuel Gomez Pereira, con sus defectos o batacazos(Reinas o Desafinados) y sus virtudes(Boca a Boca, El amor perjudica seriamente la salud..), da un giro a su carrera y vuelve a acercarse al drama(Ya lo hizo con Entre las piernas) y, la verdad, no queda mal parado. Cuenta la historia de amor de David y Sandra, dos adolescentes cuya vida transcurre en un pueblecito de Girona y en la que un hecho trascendente marcará su relación hasta los últimos momentos de su existencia. Bien interpretada por los dos jóvenes actores(Clara Lago , que ya despuntaba en La vida que te espera de Manuel G. Aragón), es la que lleva el peso de la pelicula), arropada por el debutante Alvaro Cervantes(Aunque con problemas de dicción, como en casi todos los actores jóvenes del cine español).Por último, apuntar un fallo de raccord. La película transcurre a finales de los 80, años de la Movida(Suenan Los Secretos y Alaska y los Pegamoides) y de repente(Cuando los protagonistas hablan del invento del cd), suena la cancion Desolado, del grupo catalán Pastora, que es de 2005(Es decir, 15 años después). Esos detalles deberían de cuidarlos.
Pelicula recomendable, en suma.

La película no es un thriller, el detalle que abre la vía es meramente circunstancial y se agota muy pronto. Es más un drama al uso con celos y medias verdades. Realmente el argumento carece de interés, y el desenlace no lo arregla. La dirección es casi tan circunstancial como el género, y es una lástima, porque los personajes no están nada mal definidos; aunque creo entrever que eso es más una cuestión de talento por parte de los actores, que algo que tenga que ver, ni someramente, con la dirección que reciben.

El realizador Manuel Gomez Pereira, se aleja voluntariamente de sus últimos registros ("El amor perjudica seriamente la salud", "Todos los hombres sois iguales") para contarnos una historia que tiene tintes de "thriller" negro.

Básicamente, Pereira nos narra la historia de una obsesión. La que siente el joven David (Alvaro Cervantes) por Sandra (Clara Lago), prácticamente desde niños (de lo que se encarga el realizador de hacernos ver, en el prólogo del film). En el tiempo presente, la amistad entre ambos jóvenes es muy estrecha, pese a las diferencias apreciables en los entornos de ambos. David tiene un padre autoritario que nunca le apoya ni le muestra su cariño, mientras que Sandra vive en ambiente que podríamos considerar como "normal", incluso sobreprotegida por sus padres.

En el fondo Pereria nos viene a contar una típica historia del despertar a la madurez de unos adolescentes que pese a sus apreciables diferencias, son algo más que amigos. Sin embargo, el realizador no acaba de sentirse cómodo ni seguro con lo que nos quiere contar, dando un giro de 180 grados a lo que nos estaba contando y aparentemente derivándola hacia un "thriller". Pero sólo es apariencia. En realidad más bien parece un truco de guión para mantener la atención del espectador, temeroso que sus jóvenes protagonistas no sean lo suficientemente carismáticos como para interesarnos sus problemas. El hecho de ir recurriendo a él a lo largo del metraje sin que al final tenga un resultado satisfactorio ni acabemos entendiendo los motivos del inserto ni del giro que sólo acaba sirviendo para desviar nuestra atención de la verdadera trama.

En este sentido, hay que decir que la interpretación de la joven pareja protagonista es bastante desigual. No se puede negar que tanto Clara Lago como Alvaro Cervantes se muestran voluntariosos, aunque claramente destaca el registro de Cervantes. Más que nada porque es mucho más vistoso. Un papel de inadaptado y amante obsesivo, que le permite mostrarse mucho más activo y extrovertido, que el papel de ella, mucho más pasivo e introvertido, destaca por fuerza. Hay que decir que, de todas formas, ninguno de los dos consigue transmitir gran cosa. Por su parte, el resto del reparto, apenas se sale del esquematismo y el estereotipo (padre autoritario en un caso, padre comprensivo en el otro, etc), incluso algunos personajes parecen estar insertados de relleno.

En general se trata de un film cuyas imperfecciones acaban lastrando sus resultados finales, y cuya resolución final resulta casi como un alarde de cara a la galería. Algunos tramos estan bien construidos, pero ciertos recursos del realizador suenan más a trampas argumentales que a resoluciones ingeniosas, que al final, tras crear una cierta espectativa acaba en nada.

Película que muestra como una pareja de adolescentes al ir llegando a la edad adulta se van distanciando, en este caso de manera traumática.

Lo mejor es no esperar mucho antes de verla. De esta manera no te sientes decepcionado. La película tiene buena fotografía y te dá pinceladas de lo bonito que es Gerona y Dublín.
Guión flojillo.

Escenas muy largas, en cada plano sobran 3 ó 4 segundos. Esta película la podían haber despachado para 90 minutitos, justo lo que dura mi siesta de domingo mientras mi mujer ve esta película.
Las miradas entre ambos son bonitas, dan complicidad, pero no puede repetirlas 8 veces, con 2 basta.
También sobran las escenas de cama, son innecesarias pero es un placer ver carne joven e imagino que un anzuelo para poder hacer un poquito de caja.

Claro, si no hablan de las putas que lo pasó un niño en la posguerra civil española tienen que salir tetas por narices.

La canción de Pastora no es de esa época, es una canción de hace muy poco tiempo. Coño, no será porque en la época de la movida no había canciones melancólicas. Tirón de orejas muy grande al director. Joder, documentaros un poquito antes.
Por un momento me recordó cuando en la serie Cuentame salen en una comisaria y de fondo salen los terroristas de la ETA buscados actualmente.
Hay que repasar un poquillo esos detalles...

Tortuosa, truculenta historia de pasión adolescente.
Mucho tremendismo y negrura bien llevados, más o menos, no tanto.
Se utiliza un hecho terrible, ominoso, como corazón y motor de la deriva escabrosa del relato. Y ese suceso se cuenta hasta tres veces: la primera, la vivida por Clara Lago, impactante y bien contada aunque con una resolución chapucera, la segunda, la narrada por Álvaro Cervantes, un sindiós que convierte un buen tramo de la película en puro disparate (no se entiende nada de lo que allí pasa), la tercera, y final, una carta que cierra con sentido y coherencia el guirigay abstruso anterior.
Una amor marcado, maldito, destinado. Un juego de contrastes y diferencias que les une. Un ambiente claustrofóbico y pesado que les oprime y ahoga.
Ella, muy bien, un poco seca y sosa pero cumple sobradamente. Él, una especie de hijo pijo del recordado José Luis Manzano, inexpresivo y excesivamente frío (seguro que se lo pedirían, pero se pasaron de frenada con el recurso de mirar fijamente, caiga quien caiga).
Es más o menos lo mismo de siempre; sexo, violencia y arrebatos desmadrados. La diferencia es que son más jóvenes los que los protagonizan.
Están muy mal utilizados los secundarios: Adriana Ugarte, desaprovechada, no pinta mucho; la profesora de inglés, absurda; los padres de ambos, demasiado funcionales; el hermano pequeño, cargante.
En definitiva, resultona y anodina. Ni bien ni mal sino todo lo contrario, aproximadamente.