París puede esperar

La mujer de un productor de cine americano vuelve del festival de Cannes a París en el coche de un amigo de su marido porque no puede tomar el aviòn por problemas de oído...esta es la excusa de la directora de esta aburridíssssima película para hacernos un peculiar "Tour de France" turístico y gastronòmico que exacerba el ya de por sí insufrible chauvinismo franchute...
Para afrencesados y amantes/envidiosos del "gourmet" y del "bon vivant" gabacho...

Me la encontré por casualidad, y desde el primer minuto la pareja, sus diálogos, la belleza del paisaje, la comida, el vino y el viaje nos encandiló, seguramente no será una buena película, pero nosotros nos pasamos 90 minutos con la mirada sonriente y un relax interno espectacular. No es lenta ni aburrida, y tiene un toque de romanticismo y seducción que te hace disfrutarla.

París puede esperar es una cinta agradable, con muchos tópicos sobre los franceses, pero que se ve bien. Me recuerda mucho a Viaje a Italia, ya que en ambas sus personajes parecen pozos sin fondo dispuestos a hartarse a comer un sinfín de suculentos platos, al alcance de los bolsillos más refinados. Pero esta se me hace más llevadera que la británica. Obviamente uno no puede esperar una obra maestra, pero hay veces que pararse a ver algo bello y calmado puede ser de gran utilidad para el alma.

Me ha interesado ver las criticas y en todas se espera demasiado de la road movie. Es simplemente una encantadora road movie donde disfrutas durante hora y media de un viaje donde no hay asesinatos, infidelidades o tramas intensas. Disfrutas viendo como los personajes se van perfilando poco a poco. Apenas hay dialogos intensos entre ellos ni esclarecedores porque no hay nada que esclarecer o resolver.
Ella es una mujer muy sola que vive la vida estresante de su marido y se encuentra sin pretenderlo con un Don Juan encantador, sensible y atento que le enseña a disfrutar de las pequeñas cosas mientras viajan en un coche.
Aunque es una pelicula que no guardaria he disfrutado viéndola.

Ligera, ligera... pero engorda, la película. Porque ver durante más de una hora deliciosos platos franceses desfilar ante tus fauces, regado de buenos vinos, como que no hay para menos... Pero a pesar de entender varias críticas adversas, ese on-the-road lúdico no ha molestado mis sentidos sino que más bien los ha deleitado... Y es que con Diane Lane a bordo, esa maravillosa mujer, cualquier viaje es un regalo.Y me ha servido, de paso, para descubrir las virtudes de lady Coppola como directora, guionista, productora y lo que haga falta. No en vano es la autora y documentalista también, de todos los entresijos -e infortunios- que acompañaron el rodaje de "Apocalipsis Now" en otro registro pero que muy diferente.

Yo le agradezco, en ésta, que haya sabido explicar con sutileza o, mejor dicho, mostrarnos lo que nos cuenta: unos paisajes, unos lugares, unos restaurantes de élite, sí, pero también subrayados por la fragancia del hinojo (anís para más inri), o el sabor de unos tomates sin más aderezo que aceite y recién recogidos en la infancia. De paso también se mencionan un par de lances amargos -y que ella conoce bien-... Si le añadimos el aliño de un acompañante experto (Viard) sin la 'tortura' de Baldwin que sólo sabrá interesarse por unos calcetines, pues, qué quieres que te diga: a la carretera y manta (en este caso con rosas).

(Ah! conviene no olvidarse tampoco de una consigna digital pero que muy elocuente -aunque no se haga uso práctico de ella-: 38-52 ó 52-38, para abrir algunas puertas; no puedo añadir más.)