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Niágara

Cine negro. Intriga. Drama George Loomis (Joseph Cotten) y su esposa Rose (Marilyn Monroe), se van de vacaciones a las cataratas del Niágara. Las fuertes crisis emocionales que padece George, afectan hondamente a su joven y bella esposa, y esto la predispone a aceptar los galanteos de un apuesto joven que conoce durante un paseo... Una gran tragedia comenzará a tomar forma de aquí en adelante. (FILMAFFINITY)
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Críticas 39
Críticas ordenadas por utilidad
24 de julio de 2012
33 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia empieza con una Marilyn Monroe despertando una mañana en su cama perfectamente maquillada, con el gloss impecable, y, lo más curioso, ni una sola mancha de pintura en la almohada. Esto, señores, es ya de por sí altamente mosqueante. Todas las mujeres sabemos que si una se acuesta pintada como una puerta lo normal es que se levante con la cara y la almohada como El grito de Munch.

Luego ya a lo largo de la peli vemos igualmente a Monroe salir de la ducha con el mismo maquillaje impecable, gloss incluído, mojarse bajo las cataratas idem de lo mismo, etc etc y comprobamos con indignación que efectivamente, tal y como sospechábamos, los cosméticos que nosotras usamos, que se diluyen sin remedio al menor signo de sudoración o refriegue, son de ínfima calidad y que los precios que pagamos por ellos podrían considerarse de auténtica estafa.

Sé que esto va a hacer mucha pupa en algunas almas sensibles y que pagaré caro mi descaro, pero tengo que decir que en mi opinión el cine porno perdió una gran estrella al dedicarse Marilyn al cine "normal". Es fascinante cómo esta mujer, haga lo que haga e interprete lo que interprete, siempre parece que está a punto de meterse una polla en la boca para efectuar una lenta y elaborada felación de carácter cuasi profesional.

No hablemos ya de la hipnosis que provoca el movimiento pendular de su culo; con mucho menos meneo he visto yo a gente dislocarse la cadera y tirarse dos meses en rehabilitación. Avanzando toda la película dificultosamente con pasitos cortos y rápidos a lomos de unos tacones de 20 centímetros y embutida en unas faldas tubo que imposibilitan la separación mínima de las piernas para llevar a cabo el acto de caminar.

La verdad es que tiene mérito, no se le puede negar. Así se hace un mito, a base de sacrificios sobrehumanos y meneos pendulares imposibles.

Y qué me decís del milagro de la maleta? A lo largo de la cinta la actriz cambia de modelo algo así como 10 veces, zapatos y bolsos incluídos. Pues bien, no sabemos cómo, esta especie de baúl de la Piquer consigue meterlo en una diminuta maletita de mano asombrosamente ligera que la bella y carismática diva lleva, cómo no, pasito a pasito sin separar las rodillas una de otra más que lo justo y necesario para avanzar los dos centímetros de rigor. Una hazaña sin igual, vive dios.

A todo esto, aparece Joseph Cotten (el marido cornamentado) y a los 0' segundos de conocer al personaje de Jean Peters (su vecina de cabaña), tras contarle su vida y milagros, traumas de infancia, dolencias físicas y psíquicas y evolución y estado de su matrimonio, le suelta tal que así: "La conocí en un bar, era la camarera más popular; Creo que lo que me gustó de ella fue su forma de servirme".

Señoras, señores, gente en general que está leyendo esto. Todos habéis visto ya a estas alturas alguna vez o muchísimas los ojos, la boca chupopteril, el lunar, los rizos rubio platino, las tetas inmensas, las piernas, el culo, el contoneo caderil... en fin, todos habéis visto a la pornografía en estado puro hecha hembra en la mítica Marilyn... Cómo que lo que le gustó de ella fue su forma de servir?????????????
Talía666
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8 de mayo de 2012
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es interesante por el simple hecho de ser un clásico con renombre que siempre garantiza un mínimo de calidad pero personalmente no me pareció nada del otro mundo.
Aunque Marilyn está perfecta en su papel de mujer fatal me pasé la película pensando lo cansado que debe ser ir todo el día moviendo exageradamente las caderas. La otra actriz me parece que resiste bien la exuberancia de la Monroe con una belleza más natural.
Por lo demás el argumento engancha y entretiene aunque me parece bastante previsible.
RafaCZ
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27 de julio de 2012
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Os habéis fijado? Yo sí, no puedo evitarlo. Preciosos zapatos los que lleva en «Niágara» la guapa Marilyn Monroe, especialmente bella en esta ocasión. Quizá es que es la primera vez que la veo en color, y vaya colorido que nos muestra: labios rojos, ojos azules, modelitos fucsia y zapatos de tacón atados al tobillo, las sandalias más favorecedoras que puede llevar una mujer. Me encantan.

Su presencia es la sensualidad pura, y su personalidad es tan marcada y tan fuerte (que nadie se engañe con su obvia fragilidad) que sin ella esta película sería aún más mediocre. De hecho, admito que el argumento no me gusta y que la trama toma un rumbo criminal que no esperaba. También reconozco que, pese a todo lo dicho, la película tiene un ingenuo encanto que hace que pueda verla mil veces y no me canse. A lo mejor ejerce sobre mi la misma fascinación que las cataratas del Niágara, impetuosas e hipnóticas para el ojo humano.

Además, con cada nuevo visionado espero lo que nunca pasa, y me imagino, entre el matrimonio Loomis, una historia de amor que no existe en la pantalla pero que yo intuyo desde el primer momento. La historia, en definitiva, que debería haber sido. No voy a decir lo que pasa con Rose y George, pero sí diré que el último encuentro que tienen es una escena de diez absoluto, tan perfecta que no encaja en una película tan rudimentaria, que va a trompicones, sin diálogos que destaquen y hasta con personajes discretos, como el mismísimo George Loomis, interpretado por el bueno de Joseph Cotten.

Al final no importa que no sea buena: igualmente se la quiere.
Kaori
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17 de marzo de 2013
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película en la que uno, si aun no había perdido la cabeza por Marilyn la pierde definitiva e irremediablemente. Tórrida, sensual, sexual y frenética, las emociones rebasan como el agua de las cataratas. Dos parejas se conocen en un hotel de cabañas en plenas cataratas y las curvas sólo igualadas a día de hoy por las de la Bellucci, de la preciosa Monroe estallan como la pólvora.
Moderna, deshinibida y triste.
javieritos
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27 de diciembre de 2010
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
A comienzos de 1953, el agente de Marilyn negocia su salario con los ejecutivos de la Fox y consigue aumentarlo a 1.200 dólares semanales. Sin embargo, este año es importante en la carrera de la actriz porque fue, al fin, el de su lanzamiento.
“Niágara” será el film que la consagre a escala mundial. Rodado en color y con todo lujo de medios, para mayor gloria de Joseph Cotten y Jean Peters, primeras estrellas de la Fox, Marilyn fue la principal beneficiaria de toda la operación. Vestida con un traje rojo muy ceñido y caminando siempre sobre unos tacones altísimos que acentuaban el movimiento de sus caderas (según Hathaway, director del film, la idea fue suya, al comprobar que, como no sabía andar con ellos, sus movimientos resultaban más exagerados), Marilyn llevaba hasta sus últimas consecuencias el tipo clásico de “vampiresa”, alcanzando un clamoroso éxito popular.
Como decía el New York Times: “Ignorando obviamente que las maravillas del mundo son siete, la Fox ha descubierto dos más y las ha realzado con el tecnicolor…, haciendo uso tanto de la magnificencia de las cataratas y áreas adyacentes, como de la propia magnificencia de Marilyn Monroe”.
El impacto de la película fue tal que hizo exclamar al perspicaz André Bazin: “Después de la guerra, el erotismo cinematográfico se desplazó del muslo al seno. Marilyn Monroe lo ha hecho descender entre los dos”. Argumentos parecidos festejaron en todo el mundo la inquietante animalidad de la que en seguida se convertiría en el nuevo arquetipo erótico de los años cincuenta.
El co guionista de Billy Wilder y cuatro veces oscarizado, Charles Brackett, produce y escribe Niágara, una hermosísima película de Cine Negro huyendo de los ambientes característicos, paisajes urbanos y clubes musicales, para situar en plena naturaleza salvaje este drama apasionado, de relaciones resquebrajándose a golpe de celos. Celos que destruyen una relación.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Hector Zuleta
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