Algo muy gordo

Cuando voy a ver o escuchar algo de Berto Romero en televisión o radio, siempre tengo por seguro que me hará reir, siempre de manera intrascendente, ociosa y efímera. Y uso todos estos adjetivos en su mejor acepción.

Cuando supe de "Algo muy gordo", el proyecto estaba en sus primeros compases. La película no me suscitó ningún interés, más bien todo lo contrario. Además de un horroroso primer póster (aquel en el que se ve en un fondo azul a un Berto obeso vestido de niño), a primera vista me pareció otra comedia mala que se aprovecha de un humorista de cierta fama en el papel protagonista para llevar a cierta cantidad de público a las salas (véase como ejemplos de esto "Ocho apellidos catalanes" o "El Pregón").

Hay ocasiones en las que uno se alegra profundamente de que sus prejuicios sean sólo eso. Este es uno de esos casos. "Algo muy gordo" no es una mala comedia comercial. Ni siquiera es comercial. Es, por supuesto, una comedia, pero su poso no es intrascendente ni efímero Lo seguro es que no es mala. Es una película inteligente, compleja, rara, moderna y muy importante.

"Algo muy gordo" nos documenta a través de un making of (que no sabemos si es real, falso o ambos) el rodaje de una ambiciosa y descerebrada producción cimentada en el CGI que sabemos que nunca existirá, pero no si alguna vez pudo haberlo hecho. A partir de esto, la película consigue articular un discurso con voz propia, y, sobretodo, con valor.

Es una película desmitificadora. Por supuesto, el de "Algo muy gordo" no es el primer making of de la historia, pero si una de los primeros que nos muestra como de desalmados y absurdos que son los rodajes de la inmensa mayoría de las superproducciones taquilleras. La magia del cine muere entre pantallas verdes, arneses, trajes negros con luces y actores que interactúan con la nada.

"Algo muy gordo" también nos habla sobre fracasar, y pocas veces vi a una película hacerlo de manera más lúcida. Carlo Padial, una figura interesantísima de cierto renombre en lugares recónditos de internet (lo más interesantes), trataba con esta película hacerse un nombre en el cine mainstream. Berto Romero, un humorista de renombre en la televisión, trataba con esta película hacer algo importante, trascendente, una obra que no tuviera una fecha de caducidad de una semana (hasta la emisión del próximo programa). Ambos fracasan, porque salir de la zona de confort no es tan fácil. Porque no es fácil hacer un producto que triunfe entre las masas. Porque hacer una película, una que sea tuya, sencillamente, no es fácil. Todo lo contrario. Y por eso Carlo acaba volviendo a sus documentales autoproducidos. Y por eso Berto sigue volviendo semanalmente a el programa de televisión al que entra ovacionado por un millar de personas.

También hay espacio en esta inmensa película de sólo 87 minutos para hablar de la familia, del amor, de la responsabilidad de cumplir con las expectativas que hay puestas en nosotros o de lo duro que es decepcionarse a uno mismo.

"Algo muy gordo" no estará entre las favoritas para los Goya, tampoco estará entre las películas más taquilleras ni del año, ni del mes, ni de la semana, ni tampoco estará en demasiadas listas de la mejores películas del 2017; seguramente, detrás de la próxima película de Carlo Padial no estará una productora tan importante como Zeta, y seguramente la próxima película que Berto protagonice sea una comedia mediocre de gran rentabilidad. Pero "Algo muy gordo" es cine de calidad, de verdad, ese tipo de cine que no muere cuando aparece la pantalla de créditos, porque importa y trasciende, porque invita a la reflexión, porque, al final, "Algo muy gordo" es algo muy gordo.

Gratificante sorpresa que defraudará a mucha gente atraída por el reclamo del Berto Romero comediante partenaire de los shows televisivos y radiofónicos de Buenafuente. Notable suicidio comercial de un Carlos Padial al que le honra intentar ofrecer un humor alejado de los estándares al uso, con un acertado e inteligente guión del propio Padial y Berto algo endógamico personal y profesionalmente, un "lio en el plató" donde los clichés siguen estando ahí pero se los mira y trata desde un punto de vista surrealista y absurdo que a un servidor personalmente le encanta.
El making off  de una producción de escaso presupuesto que juega su baza en los efectos CGI es el caldo de cultivo perfecto para echar una mirada satírica a los entresijos de una profesión cuya magia esta siendo sustituida por otra magia tecnológica más deshumanizada. Una mirada al fracaso de aquellos que se salen del carril e intentan cosas nuevas que la dictadura del público no les perdonará. Las relaciones, los egos, las frustraciones y paranoias de cada uno de aquellos que componen la locura  de un rodaje afloran en un humor de cara de palo, busterkeatoniano en su vertiente psicológica, donde solo hay que rascar un poco para que se asome el drama de cada cual. Una tragicomedia moderna valiosa y sí, divertida. El elenco está perfecto. Nadie sabe lo difícil que es para un cómico, no soltarse, contenerse para que el humor pase por un filtro agridulce, fruto de las situaciones y no de los gags convencionales. Una película que parece prever su propio fracaso, que acaba por adivinar su propio futuro en el que sus promotores, Berto y Padial vuelven a sus casillas de salida o como si fuera el parchís, de seguro. Allí donde son reconocibles, donde están etiquetados y son digeribles. Más allá del show siempre les quedará a quienes lo posean, es un bien escaso, el refugio de la familia, aquellos que te quieren por lo que eres y no por lo que aparentas ser.
Supongo que el haber formado parte de esta loca y maravillosa profesión que supone ser artista, me toca la fibra más que a otros, pero he terminado de ver "Algo muy gordo" y me apetece volver a verla. Algo tendrá. 

cineziete.wordpress.com

Una genialidad, tan inteligente que le hace a uno sentirse idiota tratando de escribir algo sobre ella. Es un falso documental lleno de sutilezas que claramente no vale para todo el mundo (de ahí el miserable 4,3 que tiene mientras escribo esto), pero si tienes la suerte de que encaje contigo es difícil no acabar lleno.

Lo bueno de ésta película es el enfoque. Porque es tan absolutamente ida de olla, que así parece que tenía un mensaje muy pensado y tú no lo has entendido. Espero ver otra película de éste director donde poder decir: "-Anda! Si sabe hacer cine el tipo éste!" Viene a ser como el cuadro surrealista de un pintor, que a tí por más que lo miras, te acercas, te alejas, giras la cabeza a uno y otro lado, y no puedes evitar seguir pensando que lo ha pintado un niño de 5 años, pero lo mismo si ves un cuadro del mismo pintor, con una perfecta definición de anatomía y conocimiento de la luz y el color, al menos te queda la duda de que realmente con el cuadro de los garabatos, quería decir algo.
Hasta el momento y mientras no me demuestre lo contrario, esta película para mi es no solo una basura y ganas de tirar el dinero, si no una intención de tomar el pelo a la gente, y de descojonarse de los críticos cuando lean una buena crítica. Como hacer un guión pretendiendo que parezca espontaneo todo lo que se habla, y se nota a la legua que de espontaneo y natural, tiene lo que Donald Trump de humilde.
Aviso, he de reconocer que no la he visto entera, después de 20 minutos, empecé a pasarla de cinco en cinco minutos y todas las escenas, eran igual de estúpidas que las primeras, y por lo que he leído en otras críticas, no me equivoco, pero me he ahorrado unos cuantos minutos de vida que me han servido para aprovecharlos mejor sacándome mocos y mirando al vacío.

Mala, no sabes si estás viendo la película o el "cómo se hizo" por la forma en que está rodada. Incluso uno llega a plantearse si la película ha empezado o sólo estás viendo la introducción.

Ni siquiera fui capaz de terminar de verla!

Empleando una expresión ya utilizada anteriormente por otros usuarios: "terminar de verla, es algo muy gordo".