Cuestión de sangre (Little Odessa)

Con tan solo 24 años, James Gray firma una obra tan gélida como un invierno en Brooklyn.

Sin artificios que la maquillen, Little Odessa es directa y deprimente. Se cuece a fuego y se disfruta sin arrebatos.

Soberbio el casting y la construcción de personajes. Gray consigue intimar con unos seres que se expresan hacia dentro. Nos plantea tramas de sicarios y acabamos sufriendo por dramas familiares. Historias de sombras más oscuras que la noche y tan letales como el cáncer.

Una joya a reivindicar.

Mira que se han hecho películas ambientadas en New York y, por vez primera, me topo con un drama familiar, al estilo gánster ruso y, además, de confesión judía. Una realidad que no he visto en ninguna película.
Tampoco es que sea un peliculón, pero si has visto mucho cine y te gustan esas películas de mafiosos, entonces tienes que ver ésta.

Opera Prima del director James Gray, que se lanza de cabeza a por el éxito con una película sobre el crimen organizado en el New York de mediados de los 90. El film sigue la historia de Joshua Shapira (interpretado por Tim Roth), un asesino a sueldo judío que regresa a su hogar en Brooklyn al verse involucrado en la guerra entre dos bandas rivales de la mafia rusa. Al mismo tiempo tendrá que lidiar también con su familia disfuncional y su inteligente hermano menor (interpretado por Edward Furlong).

La narrativa de la película es oscura y elegante a partes iguales. Siempre se irá abordando la trama en un contexto de cruda violencia y corrupción.

Tim Roth ofrece una actuación impecable, logrando transmitir de manera creíble y eficiente su tormento interno y su lucha por hacer frente a su pasado y su presente. También vale la pena mencionar la actuación de Edward Furlong, quien brinda una interpretación sólida y conmovedora de un joven atrapado en un mundo peligroso y sin aparente salida.

La fotografía es un rasgo particularmente destacable, ya que se logra capturar la belleza y el encanto de la ciudad de New York en un frío invierno de manera sutil, sin recargar la película de innecesarios planos generales de exteriores de la ciudad. La banda sonora también es una cualidad a mencionar, se utilizan de manera efectiva canciones clásicas que ayudan a generar un ambiente nostálgico y melancólico.

"Little Odessa" transmite una serie de valores universales, tales como la importancia de la lealtad familiar y el amor fraternal, valores que serán puestos a prueba en situaciones difíciles y extremas, donde las decisiones que se suelen tomar son siempre malas decisiones. Plantea también cuestiones morales complejas sobre el perdón y la redención, haciendo que el espectador reflexione sobre cómo estos temas podrían aplicarse en sus propias vidas. En resumen, "Little Odessa" ofrece una mirada profunda y reflexiva sobre la vida y las relaciones humanas.

Si te gustan las películas dramáticas con un toque de violencia y personajes complejos, esta película podría ser una buena opción para ti.

El debut en la dirección de James Gray (responsable de las tan respetables como notorias “La Noche es Nuestra” (We Own the Night, 2007) o “Two Lovers” (2008)) ya nos adentra en su primer trabajo en el habitual marco familiar y urbano escenificado en sus films. La ciudad de Nueva York azotada por el invierno donde una familia de Brooklyn presencia la cuesta abajo en la salud de una madre (Vanessa Redgrave), a la vez esposa engañada por un autoritario cabeza de familia (Maximilian Schell) incapaz de afrontar el intento de regreso de un hijo mayor (Tim Roth) metido en asuntos sucios con las mafias del barrio y el hermano menor (Edward Furlong) a quien admira como forma de escape a la aburrida y gris vida que se le presenta en las heladas calles de su barrio.

Un film austero que ya traza las pautas de una filmografía sobria a la vez que soberbia de un director precoz en sus pautas dramáticas y capaz de convencernos con la intensidad de las actuaciones frente al problema planteado antes que en darle más importancia al discurso o a los diálogos encubiertos.

Al margen que se trate o no de un relato de “vendettas”, James Gray nos muestra el lado más mísero y sufrible del alma deshumanizada en el si de una familia quebrada por las circunstancias. “Little Odessa”, en alusión al distrito habitado por la mayoría de descendientes de emigrantes rusos a Norteamérica, es la apertura de un telón de un director que ha vuelto a las andanzas con su recién estrenada “El Sueño de Ellis” (The Immigrant, 2013).

Tan tranquilo se hallaba en la otra punta de Nueva York el sicario Joshua Saphira (Roth) despachando sin pestañear, frío como un témpano, los encargos de su jefe. Dos tiros, Pam-Pam. Cuestión profesional de sangre.
Pero el siguiente que recibe lo manda a Brooklyn, la Pequeña Odessa, así llamada por la cantidad de judíos ucranianos que allí habitan. Maldita la gracia que le hace volver a su barrio natal que dejó de mala manera quedando su familia en una comprometida situación.
Otra vez el pistolero o el gánster que vuelve al lugar de origen a enfrentarse con los viejos demonios familiares.
Viejos demonios que habitan en una estrecha casa de inmigrantes desolada y sucia. En lo material como en lo anímico.
Un padre, Arkady (Schell), antiguo pianista que se gana la vida vendiendo chucherías en un pobre quiosco; la madre (Redgrave) con un cáncer terminal; y el hijo pequeño, Reuben (Furlong) en busca de algo sólido a lo que agarrarse en medio de ese panorama.
Y allí aparece Joshua. Odiado por el padre, amado por la madre y admirado por el hermano. Pero él ante todo quiere volver a visitar la casa. Cuestión familiar de sangre.
Si la historia no es novedosa, sí que lo es la riqueza de matices que ofrece la personalidad de estos cuatro personajes. Cuatro grandes personajes con excelentes interpretaciones, sobre todo de Roth. Notable el parecido alaindeloniano del joven Furlong.
Guion y realización a palo seco. Al grano. Sin concesiones a la galería, violencia a manta de Dios en un contexto sórdido y secreto donde "El peor asesino es el rumor".
Ritmo sosegado, a veces casi demasiado, y es que la muerte se toma también su tiempo.
Hay disparos, incendios y muertes, pero no veremos ni un solo policía a lo largo del metraje. Tampoco se oyen las sirenas de sus coches. Algo muy extraño para tratarse del género gansteril.
Lo que si hay es un resquicio para la esperanza que llega, como siempre, de la mano de un romance. Otro intento de redención por el amor, "Puedo empezar de nuevo". Difícil.
Perfecta ambientación de esos barrios lúgubres junto a viejas fábricas y almacenes abandonados, que contrastan con las colosales dimensiones de los coches que circulan por sus calles.
Y frío. Ambiente gélido en el seno de la familia Saphira como en las calles del invierno de la gran urbe. Frío que capta perfectamente la fotografía, en sus tonos azulados y grises como en las amplias tomas de la nieve.
Con nuestro reconocimiento al colega de Cinemagavia por identificar las películas que, el cine dentro de cine, contemplan en la sala nuestros personajes.
Desenlace entre sábanas blancas. Es cuestión de sangre y hay que empaparla.
Por cierto, de niños, cuando en nuestro Teatro Ideal Cinema ponían una cinta "de mayores", nos conformábamos diciendo: "Esta noche iremos al cine de las sábanas blancas".
También las tenemos en esta buena película de cine negro que recomendamos.