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Una pastelería en Tokio

Drama Sentaro tiene una pequeña pastelería en Tokio en la que sirve dorayakis (pastelitos rellenos de una salsa llamada "an"). Cuando una simpática anciana se ofrece a ayudarle, él accede de mala gana, pero ella le demuestra que tiene un don especial para hacer "an". Gracias a su receta secreta, el pequeño negocio comienza a prosperar. Con el paso del tiempo, Sentaro y la anciana abrirán sus corazones para confiarse sus viejas heridas. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 68
Críticas ordenadas por utilidad
24 de noviembre de 2016
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sencilla, sensible, y sincera. Se adivina en los personajes, vivencias ocultas, dolores y también miedos. No resulta sencillo entender las razones por las que han llegado donde se encuentran... y el manjar se sirve acompañado de sus dulces de habas, al propio tiempo y de manera sosegada.

Se le ha robado su grandiosidad, tal vez porque la fotografía no sea la más adecuada, resultando fría cuando lo que se nos cuenta es cálido... Los cerezos florecen y dan fruto, mostrándonos el paso del tiempo y los acontecimientos.

Se ofrecen los miedos universales, a la enfermedad, a la angustia vital, al desapego, a una crisis de valores esenciales, donde las pequeñas cosas se abandonan, y no son sustituidas por otras más grandes, sino que al contrario... se acompañan de pequeñas miserias.
LEUGIM
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30 de octubre de 2015
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra (más) sensible historia de Kawase, donde nos muestra el marchitable paso del tiempo, la relación del hombre con la naturaleza, la enfermedad y, la exclusión social. Y todo lo hace la directora con un exquisito uso del lenguaje cinematográfico, con suaves movimientos de cámara, diálogos sin levantar la voz y conversaciones pausadas. Es un cine para degustar tranquilamente. Y, aunque se adivinen sus resultados, es un cine sútil y delicado.
enyel
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9 de diciembre de 2015
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una pastelería en Tokio (An) de Naomi Kawase nos presenta a tres personajes solitarios, desarraigados, que confluyen en una pequeña tienda que vende un dulce japonés llamado “doriyaki”. El pastelero es un hombre que vive solo, sin familia ni amigos, y que parece purgar errores de su pasado. Una de sus más asiduas clientes es una adolescente que se siente apartada tanto de las preocupaciones habituales de sus compañeras de instituto como de su familia. Y finalmente el tercer personaje es una anciana con las manos deformes que busca trabajo y quiere ser contratada por el pastelero casi como un favor, pues el salario no es lo que más le importa. La pastelería se convierte en un refugio para los tres cuando el repostero descubre que la anciana de las manos deformes hace unos “doriyakis” extraordinarios y acaba aceptando su ofrecimiento. Esta comunión sencilla entre tres seres al borde de ese abismo que es siempre la vida, va a ser rota por la maldad ajena y por la torpeza propia.
El cine de Naomi Kawase bebe en la tradición del cine japonés clásico (Ozu, Mizoguchi) y tiene vocación zen. Hace pocos meses podíamos ver su aproximación a la muerte en Aguas tranquilas, como aquí lo hace a la soledad y a la solidaridad entre los solitarios y los apaleados que no sucumben al rencor. La anciana de las manos deformes -emocionada interpretación de la actriz Kirin Kiki-, busca la perfección y la utilidad en la elaboración de un dulce, escuchando a las “humildes” alubias rojas con las que se hace el dulce y, por ende, a la naturaleza.
Película hermosa y emotiva, que no tiene miedo a expresar el dolor que produce la pérdida de la belleza, en esta ocasión transfigurada en esa anciana de las manos deformes -en un momento de la película nos enteramos de la terrible causa que provoca esa deformidad-, pero con sonrisa de santidad, en busca de un trabajo redentor y que posee un saber especial: hacer uno de los mejores “doriyakis” de Tokio. Como dice la anciana, la vida quizá no tenga sentido, pero cada una de nuestras vidas sí tiene significado: el que queramos darla.
GonzaloyGracias
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8 de noviembre de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tres personajes solitarios. Tres personajes que no han encontrado su lugar en el mundo. Una pastelería de dorayakis que los une. Básicamente esto es Una pastelería en Tokio, una película dulce sobre las relaciones humanas y lo esenciales que son en nuestra vida.

Sentaro dirige una pastelería del centro de la capital nipona donde acude Wakara, una joven escolar. Tokue, una anciana que se acerca un día al local, se ofrece a ayudar a Sentaro a cocinar los mejores dorayakis que haya probado, éstos son unas tortitas con pasta de judía dentro, el Anko. La pasta que cocina Tokue, está para chuparse los dedos. Por ello, sin dudarlo, Sentaro contrata a la anciana, pese a su avanzada edad y una enfermedad que tiene en las manos.

Naomi Kawase consiguió el galardón a la mejor dirección en esta pasada Seminci con esta cinta. En su trabajo podemos observar un gran cuidado con la forma y el estilo en lo narrado, además la dulzura y el sentimiento que revierte en la cinta, la convierten en una gran experiencia para casi cualquier público.

Si hay que ponerle una pega a la película es su metraje, quizá, demasiado largo. La historia está muy bien contada y medida en su mayor parte, pero son esos últimos 20 minutos los que reinciden innecesariamente en la misma idea. Aun así, el filme no deja de ser tan apasionante y consigue tratar numerosos temas como: la dulzura de la vida, la pasión por el trabajo, la armonía del hombre con la naturaleza o la lepra en la sociedad nipona actual. Este último tema sorprende desde nuestra perspectiva occidental, pero es un verdadero lastre sanitario y, sobre todo, social para muchos japoneses en la actualidad. Merece la pena ver la película y descubrir hasta qué punto una de las sociedades más avanzadas de la tierra posee tantos prejuicios irracionales hacia esta enfermedad.

Quizá un público más refinado, un público que se conozca a la perfección todas las teorías cinematográficas sobre las historias o la narración, al conocido como “crítico pijo”, le falte algo. Pero el resto de los mortales somos capaces de disfrutar con una obra que no es perfecta, pero que, si llega al corazón, lo acaba siendo. Esta gente refinada le sacará mil pegas: que si los personajes son demasiado tópicos, que si la historia no llega a despegar, incluso usarán palabras que ni ellos mismos saben lo que significan para argumentar sus ideas. Ahora bien, que no os engañen. An es una película que hay que ver y disfrutar porque en su esencia está la vida misma y, en palabras de su propia directora, “sólo el hecho de vivir es algo maravilloso”.

Alberto Monje, Esencia Cine
Alberto Monje
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29 de diciembre de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los filmes que más me emociono en el año, y con una simpleza narrativa bárbara, demostrando que más que efectos o mucho equipo la esencia del cine siempre ha sido contar historias, historias que nos lleguen y nos hagan sentir, historias que nos comprometan. An trata sobre una pastelería en el cual su único producto es dorayakis, sin embargo la complicación o el detalle de estos “pastelitos” , es saber realizar un buen Anko, un maravilloso aditivo dulce a base de frijoles, este Anko merece toda la atención , cuidarlo en el fuego, saberlo limpiar, combinarlo con azúcar en el momento adecuado, no dejarlo pasar del agua hirviendo, las mismas son como casi recetas de sobrevivencia y buena vida, paciencia, amor, tolerancia y trabajo. Pues para el dependiente de la tienda en cuestión hacer el anko se le complica mucho y lo manda a traer de fábrica, hasta que una hermosa mujer le da una taza mágica llena de un anko delicioso (he ahí la magia a lo Miyazaki) y todo lo demás pueden anticipar cambia en el momento que el dependiente y la mujer se hacen uno para atender el éxito del nuevo producto. An es un filme sobre la amistad, sobre dejar ir los remordimientos, es un un filme sobre no juzgar apariencias y ser empático, ambientado con una exquisita fotografía, apabullándonos con unas actuaciones de ensueño (que bien anda el Cine Japonés últimamente) y por momentos melodramáticos tan bien hechos que es casi imposible no lagrimear en medio cine (si llore como niño pequeño). Y eso es lo que les puedo contar del filme recomendándolo desde el fondo de mi sentir, al final uno queda con hambre de ver mas, de saber mas de los personajes, de comerse unos buenos . Sin duda alguno un film recomendable para la familia y para los que les gusta las historias sentidas.
CINELOCURA
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