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Las dos caras de la verdad

Intriga. Drama Martin Vail (Richard Gere), un ambicioso abogado de Chicago, es capaz de aceptar cualquier caso con tal de salir en la prensa. Un día decide ocuparse de uno que parece imposible de ganar: la defensa de Aaron (Edward Norton), un joven que es acusado del asesinato del arzobispo de Chicago, tras ser detenido mientras huía del escenario del crimen. (FILMAFFINITY)
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Críticas 100
Críticas ordenadas por utilidad
11 de abril de 2011
15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un planteamiento interesante y una resolución nada superficial, “Las dos caras de la verdad” es lastimosamente un film descuidado.

Para empezar, sus personajes. No son los actores. Sino su factura inconsistente sobre el papel. El personaje de la Fiscal Venable (Laura Linney) se termina haciendo gratuito, sobretodo al final como la fémina que se derrite al percibir el olor de Vail. Martin Vail (Richard Gere) es el único personaje que muestra mayor complejidad y un cambio profundo, pero Gere es un actor que no le hace justicia aunque tampoco lo estropea. Gere tiene el carisma suficiente para darle vida. Para un papel semejante no puedo evitar pensar en Paul Newman y su actuación en "The Verdict" (Sidney Lumet, 1982). Y luego está Aaron, un personaje también tan engañoso y contorsionista que desafía las leyes de la mecánica cuántica, pero cuya aceptación del público se debe gracias a Norton, que lo presenta real.

El guion tiene otros agujeros considerables. El más significativo: la presunta omnisciencia de Aaron (spoiler 1). Poco creíble y que toma el pelo al espectador, en realidad es una trampa del guionista (o los guionistas). A favor tiene, sin embargo, que dicha contorsión de guion impregna la película de cierta ironía, de doble significado: ganadores y un perdedores al mismo tiempo (spoiler 2), ironía que hace humanamente aceptable la trampa del guion a pesar de su inverosimilitud.

En cuanto a la dirección, desastrosa y descuidada. En el bar, Vail y su periodista (personaje que tampoco pinta nada en la historia) parecen cambiar de asiento entre un plano y otro. ¿Error de raccord? No. Salto de eje, jugando con la imagen inversa del espejo que desorienta innecesariamente. ¿Un juego de montaje para sugerir la ironía, la ambigüedad, la inseguridad de no saber quién es realmente Vail? No, porque el presunto recurso resulta insuficiente. Simplemente el montaje es malo. Otro ejemplo, este sí de raccord. Cuando Vail se encuentra con Shaughnessy en el restaurante chino, pasan de discutir en una estancia cerrada a una abierta. En un plano están sentados en sofá y en otro en sillas. No hay ironía que valga.

Mi impresión es que el guion pasó por varias manos sin una revisión final dando lugar a una flagrante incoherencia. Posiblemente se reescribieran escenas o se añadieran diálogos cuando la película ya estaba parcialmente rodada. Posiblemente haya sido para disimular el desastre en que se estaba cayendo. O para hacerse el interesante. A lo mejor hubo injerencias excesivas por parte de un productor ambicioso. A lo mejor simplemente el director es malo. No lo sé.

A pesar de todo, vale la pena verla, aunque sea sólo una vez. Repito, el final es elocuente en su contenido humano, y salva una interesante propuesta echada a perder en cuanto a su verosimilitud.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Especialista Mike
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13 de enero de 2009
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película que sin ser excepcional, resulta intrigante y consigue sorprender.
Una trama relativamente convencional que gira en torno a un asesinato y a su juicio, que se desarrolla sin ingeniosos monólogos de abogados pero con una genial actuación de Edward Norton, que compensa la presencia bastante insulsa de Richard Gere, que se le ve más cómodo interpretando pasteladas junto a Julia Roberts.
Se trata de una película modesta pero.. me encanta.
Frida
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18 de noviembre de 2011
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si juntásemos todos los tópicos de películas sobre abogacía y psicología el resultado sería sin duda "Las dos caras de la verdad".
Un drama judicial que en ocasiones transcurre con fluidez y en ocasiones es lento, lentísimo, tiene fallos y es algo contradictorio. Cuando lo estas viendo solo esperas que se acabe pronto, pero cuando se acaba no quieres que lo haga.
El final es muy bueno, la pregunta es: ¿Justifica los medios?
La banda sonora es buena, pero en ocasiones, no solo no acompaña si no que interrumpe.
El sublime trabajo de Norton brilla con luz propia por encima de un mediocre Gere.
Al principio de la película Gere le aconseja a su ayudante que empiece a introducir la palabra -presunto- en su vocavulario, pues bien citando a Richard Gere, "Las dos caras de la verdad" es una presunta gran película.
chete07_NOLAN
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8 de septiembre de 2010
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es la película que me hizo aficionarme al cine. La vi cuando tendria unos 15 años, y está claro que había visto películas antes, pero no me despertaron lo que "Las dos caras de la verdad" logró despertar en mí.
No conocía nada de la película, solo a Richard Gere ya que mi madre es una apasionada de Pretty Woman y yo, como buen hijo, me la he tragado (debo reconocer que me gusta) varias veces.
Volviendo a la crítica, hay multitud de personajes en esta trama judicial que desde el principio te atrapa, y que a final sencillamente te remata. Yo, y lo digo de foma objetiva, pocas veces me he quedado tan alucinado con un final (quizás con "el sexto sentido"), me quedé con una cara de tonto alucinante.
Sinceramete, creo que nadie se espera ese final.
Una vez pasa el tiempo y uno va sabiendo algo más de cine, me doy cuenta de que no solo era Gere, está Mcdormand que siempre cumple, Laura Linney (que me encanta y que sale en varias cintas que me encantan), algún secundario de estos que te suena la cara y, por supuesto, el que se iba a convertir en uno de lo actores más brillantes de su generación: Edward Norton.
Todo esto unido a que me suelen gustar las películas de juicio y a que me marcó muchísimo, hacen que le de un más que merecido 10.
Solo les aseguro una cosa para los que no la hayan visto, les aseguro que no le pondrán menos de un 7, por lo que deben verla.
Imprescindible en cualquier caso; pero si les gusta Norton, es su película.
raul
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26 de enero de 2009
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gregory Hoblit debutó en el mundo del cine con "Las dos caras de la verdad", un sobrecogedor thriller judicial en el que un abogado de prestigio decide hacerse con un complicado caso de asesinato, con el único objetivo de aumentar su ya de por sí alta notoriedad en la ciudad de Chicago.

El guión es muy completo ya que el proceso judicial sólo es el hilo conductor de una trama que va descubriendo, poco a poco, todo un largo camino de corrupción que termina complicando a elementos de las más altas esferas, lo que da de sí para ofrecer ciertos giros en la historia, convirtiéndola en una película con un ritmo narrativo bastante ágil.

Pero hablar de "Las dos caras de la verdad" es hacerlo del debut de uno de los mejores actores de Hollywood, Edward Norton, que consiguió la nominación al Oscar en su estreno cinematográfico. Su interpretación es muy intensa, llena de matices en un personaje tan ecléctico como podría serlo Jekyll y Hide, de tal manera que nadie diría que se trata de un actor inexperto que comienza sus pasos en el difícil mundo del cine.

El reparto es muy completo: Richard Gere es el abogado que antes he mencionado, un ser vanidoso que cree estar por encima del bien y del mal, circunstancia ésta que es, aunque inicialmente no lo parezca, el verdadero argumento del film; su rival en la fiscalía será la estupenda Laura Linney, en una difícil interacción con Gere ya que de fondo existen ciertos problemas sentimentales; además tenemos a auténticos veteranos para completar el elenco como Steven Bauer, repitiendo su papel más característico de mafioso local, John Mahoney (el divertido padre de "Fraser") como implacable jefe de la fiscalía con mucho que ocultar o Frances McDormand, que interpreta a una psiquiatra que descubre una de las sorpresas más importantes del film.

Sumamos a lo ya dicho la imponente banda sonora de uno de los grandes de esto, James Newton Howard, lo adictivo del relato y el extraordinario remate final y obtenemos una de esas películas que permanecen en la retina del espectador, tanto por su calidad, como por el hecho de convertirse en un thriller de final impactante, hecho que funciona siempre muy bien en la gran pantalla.
Edgar
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